viernes, 15 de mayo de 2015

La liberación del japonés

Dibujo Susanna Morell
A veces la vida, aun sin desgracias, te propina situaciones difíciles de creer que te estén ocurriendo a ti.

Como cuando ingresaron de inmediato en el hospital a nuestro hijo menor, con aspecto de desnutrido, siendo bebé de dos meses, a la que el doctor lo miró en normal visita de consulta, y en lugar de encontrarle una enfermedad que noté sospechaban pudiera tener, llegaron a la conclusión de que simplemente le faltaba el alimento. A mí, me pasó, una madre consciente y a la vera sin falta de su recién nacido, venga a darle pecho y biberón, y el pediatra, el más reputado del pueblo, pensando que eran gases lo que tenía inquieto al crío que no engordaba. Fue dejar por completo el pezón que  mi hijo se agarró a la tetina y de ahí a empezar a cobrar volumen y hermosura. Resuelto el asunto y de vuelta al hogar, a nuestro otro hijo le mordió el perro de casa en el jardín, por segunda vez. En la primera, con diez puntos de sutura en urgencias basto; ahora precisaba de ser hospitalizado. En un tris me encontré en la habitación de la clínica con mi hijo bebé en brazos y Lucas atado por el suyo al gotero, cubierta su frente de gasa esterilizada, entonces me pregunté que pasaría con la cuidada alimentación al pequeño Simón a quién un mes antes le dieron de alta en el mismo establecimiento. Mi marido había ido a aparcar el coche y a mi me entró un agobio y una falta de reacción para no darle una torta a la idiota enfermera que me dijo que no era asunto suyo resolver lo de la leche para el hermano. Mi marido removió el avispero y al poco llegó el doctor que había atendido a Simón, y como un favor que todavía le agradezco, lo volvió a admitir como paciente ingresado en el mismo cuarto del otro familiar, con la orden de que lo volvieran a nutrir.

O cuando nació Simón en el coche.

Ayer me encontré con otra de esas increíbles situaciones, sin trauma físico de por medio, de sainete en este caso, cómica si no es para llorar. Voy a poner en antecedente para que se entienda el desarrollo final.

Mi madre me anunció, en tono muy positivo, que "si los tratas bien, los hijos acaban volviendo"; me lo dice ahora, cuando le cuento de los nuestros. El primero fue Daniel, el hijo mayor de mi marido, que se compró el velero para dar la vuelta al mundo, pero su primera etapa ha sido pasar un año en el puerto de nuestro pueblo. Conté. El segundo Lucas, que mudado de repente de Madrid a Barcelona por cuestión de trabajo, se ha pasado un mes en casa con su novia, seguido de alquilar un chollo de vivienda espaciosa en urbanización vecina, a través de un amigo, impracticable de alquilar a desconocidos, sin lavadora. El tercero Simón, que me llamó el otro día para darme la igual sorpresiva noticia de su regreso.

- ¿Tu crees mami, que puedo hacer como Lucas?, ¿quedarme un mes?.
- Por supuesto cariño y toda la vida también; es tu casa y tu habitación.

De lo que yo estaba contenta es de tenerlo otra vez a Simón reconocible, hablador, pues llevaba una temporada sin decir ni mu al teléfono, respondiéndome a monosílabos, mami es que estoy ocupado, vale hijo mío te dejo, es que estoy de reunión, como un ejecutivo sin tiempo de hablar con la madre, eso que lo llamaba muy de tanto en tanto, siendo como es mi marido el que está a cada dos por tres comunicándose para saber como andan todos sus hijos. De hecho vino un fin de semana hace poquito y estuvo de lo más cariñoso, alegre y normal; lo cual me tranquilizo, ver que no se había transformado en un serio. Simón visitó a la abuela de paso e hizo un viaje misterioso para estar de temprana mañana en la ciudad de Barcelona. Cuando me anunció su vuelta, me sonó al auricular como en los tiempos de su niñez, en que no paraba de hablar, salvo cuando se montaba en coche, que entonces enmudecía para cederle la voz al hermano, que hacía todo lo contrario. Me contó que iba a montar lo mismo para lo que había estado preparándose en Madrid, su universidad en la práctica, como han expresado por separado mis dos hijos que consideran su tiempo de empleo allá. Montar el mismo negocio en Barcelona, con un socio-amigo, y capitalista, el jefe que lo tuvo en la empresa de catering; ya tienen mirado un local. Con la novia no sabe qué va a pasar. De momento ella está poco decidida, o imposibilitada, a dejar a su gente y a sus perros. Lo felicité a Simón; me quedé muy satisfecha y le di la enhorabuena por abandonar una seguridad de cuatro chavos y atreverse con la incertidumbre, cosa que ya sabía que haría cuando se le presentara la ocasión, emprender algo por su cuenta. El cree que yo le inculqué esa idea; para mi sería más bien una cuestión de genes y antecedentes familiares, pues nunca tuve intención de marcarlos con enseñanza, salvo la básica de no matar, no robar al que no es ladrón, cuidar la dieta, hacer ejercicio, lavarse los dientes, esperar en la mesa para comenzar a la vez, y poco más. ¡Ah!, lo que hubiese sido intolerable para mí, es que un hijo me levantara la voz,  ni siquiera la barbilla para mirarme contestatariamente, o que emitiera entre dientes palabra insultante; igual se me hizo innecesario amaestrárlos en ese sentido, con guantazo o algún otro método más correcto, pues nunca se dio el caso; pienso que me olían por los poros que ni se les ocurriera.

Por otro lado Daniel y su mujer tomaron viaje hará dos meses hacia las Baleares y han recorrido y están en puerto en la parte de la isla de Mallorca más montañosa, que según han comprobado es un paraíso como pocos habrá en el mundo, de tan idílico, en esta primavera con clima fenomenal y vacía de turistas por llegar. Entonces nos acontece la invitación, "vénganse una semana hacia final de junio", le dice Daniel a su papá, les reservo habitación en un hotelito y los llevaremos a conocer. 

A partir de ahí viene cuando se arma el entremés.

Francis Bacon - Estudio sobre
la pintura del Papa Inocencio X 
de Diego Velazquez
Como Simón está más comunicativo me cuenta de sus pequeños apuros en cuestión monetaria para poderse venir y sobrevivir, con unos dinerillos que su actual empresa le adeuda y que no se le han de abonar de inmediato, ni posiblemente en el próximo año, pues siendo él el responsable de las finanzas y de todo, conoce que no es momento de vaciar la cuenta a la que antes deben acceder los demandadores de cobro que él mismo. Con lo cual yo también pienso que no es momento de irme a Mallorca, cuando yo misma no tengo idea de qué voy a comer en unos días y mi hijo que vuelve a casa está casi en lo mismo y por montar encima una empresa que a saber en qué momento, si les va, comenzará a resultarles rentable, y a saber por cuanto tiempo estará en su habitación hasta que pueda pagar entrada y mensualidades de piso o lugar donde vaya a residir por su cuenta. Tampoco se trata ni quiero ir cien por cien a todo pagado a ese viaje, que los solos tickets de tren al aeropuerto ya nos supondrían un dispendio inasumible.

- Lo de Mallorca veremos le digo a Simón, lo más probable es que no vayamos.
- Pues tenéis que ir, me dice Simón.
- Cómo que tenéis que ir.... lo dices como si fuéramos un paquete... , ¡hala, venga!, de vacaciones el fardo ese...
- Hasta ahora que te acabo de hablar pensabais ir.... ves qué no te puedo contar nada.
- No es por eso... lo veníamos pensando... Daniel organiza... está bien... hace sus planes... pero hay que ver si coinciden con los nuestros...
- Tenéis que ir a Mallorca... mi hermano os regala unas vacaciones y por lo que te he contado no quiero joderlo...
- Lo que me has contado no tiene nada que ver, Simón... lo que pasa es que parece que nos tratarais como si fuéramos jubilados... y el papi... tu padre no tiene ganas en estos precisos instantes... está metido en una novela... ¡y es que parece que nos quisieráis... venga, va, a airear!.....
- Es que no os podéis negar... son unas vacaciones que os está ofreciendo.
- Ya te digo Simón, el papi está en la novela y yo con los hoteles... ¿entiendes que no me pueda ir?, ahora es justo el momento de apretar con eso... si no quieres de verdad que nos quedemos de por vida sin salir.... estamos divertidos y ocupados... además... no nos gusta que nos impongan.... ni viaje a la China... o a la Cochinchina... se sale por completo...
- Pues me parece que Daniel tiene ya el hotel, y por lo que te he dicho.... no podéis cambiar de parecer...
- Dale con lo que me has dicho... ya se lo diré yo a Daniel... ¡el lo sabe!... los hoteles que le tengo que conseguir...

Cuelgo y voy directa a mi marido, de recién levantado, hora en la que es de todas todas preferible dejarlo en soledad mientras reconecta las neuronas de la vigilia; entro en torrente a contarle lo que me acababa de suceder con Simón. Mi marido tenía escasas ganas de ir a tomar sol, alejado de su ordenador y poniéndose a voluntad del hijo que fuera; era yo la que más bien pensaba que podría resultar espectacular finalmente, dejar que nos mostraran las calas y lugares que han descubierto; aunque igual una semana era demasiado tiempo... ; mas Daniel decía que había mucho por ver... . Salgo de su vista y tarda escasos cinco minutos mi marido en llamar a Daniel para anunciarle de modo irrevocable que no íbamos a viajar, soltándole lo que se suponía confidencial que Simón me había dicho.

Tarda menos de otros cinco minutos en llamar Daniel a su hermano Simón, a ver que es eso de que hay tantos dineros que se le adeudan.

Tarda otros menos de cinco en llamarme Simón a mí.
-Si no vais al barco no vuelvo a casa, pediré alojamiento por ahí, en lo de algún amigo, pero no apareceré por casa cuando vuelva a Barcelona...
Estaba como vehículo a dos ruedas con motor a punto de carbonizar, echándole chispas a la madre porque lo acababa de llamar su hermano Daniel, a ver qué pasaba, acerca de algo que mi hijo decía me había contado relajadamente dentro de una conversación que creyó privada y ahora resulta que la he fastidiado de pleno. Por irle al papi con lo contado resulta que se habría roto entre los hermanos una magnífica relación que Simón, me dice, se había encargado de construir, cuidar y mimar durante años, en especial ahora que llegaba  a su fin en la parte laboral, para que pudiera durar para siempre como amor de familia; y como no la arregle, esto es el acabose.

- ¿Quieres que lo arregle?
- Sí, por favor.
- ¿Llamó a Daniel?
- Sí, por favor.
- Lo voy a llamar y le voy a decir que esto, lo que es, es un sainete... y verás que pronto va a quedar solucionado....

Voy a continuación a mi  marido.
- Cómo es qué le has dicho a Daniel lo que te conté... ¡se suponía que era dentro de una conversación privada!... acaba de llamar Simón, y dice que si no vamos al barco no viene a casa... que volverá pero no a casa...
- ¡Pues que se vaya a un chamizo!...con el pastor... o con el japonés*, a mi que me cuentas...
- Vale, vale...
- ¡¿Sabes que es lo peor después de la bomba atómica?!....¡la familiaaa!!!....¡lo peooor!!!!!
Lo dejo y a la de nada vuelvo.
- Pues sabes que te digo... que si la familia es lo peor.... ¡eso es lo único que yo he conseguido en esta vida!...
- ¿Será por mí?... ¿acaso yo te he impedido algo?... ¿acaso no te sugerí que hicieras ese curso de confección?...¿te acuerdas?... mira Valentina... salió de la secta como tú y bien que se espabiló con las tiendas... mira tus hermanas.... con sus buenos trabajos...
- Dejemos esa vía... que por ahí vamos mal. Portazo.

Llamo yo a Daniel
- ¡¿Daniel?!...
- Hola Susanna.
- Esto parece un sainete. Simón me está echando la bronca porque dice que os he fastidiado la relación... Con tu padre... te lo puedes imaginar... cuando vosotros os estéis dando besitos...nosotros todavía tendremos el bollo por deshacer... yo lo que quería decirte es que en ningún momento hablando conmigo hizo Simón de niño quejica yéndole a la mamá a llorar "mira lo que me ha hecho mi hermanito grande", ¿entiendes?, "mira que me dejo la piel en su empresa y me debe pasta", qué va, Simón me habló, en charla distendida con su madre, de un problema, digamos técnico-monetario, que tendría su solución a la larga, pero que a la corta le impedía ir con un mínimo de holgura en el bolsillo a la hora de hacer el traslado y yo simplemente pensé que era inapropiado irme al barco en esta situación... cuanto todos en casa naufragamos por la pasta... mira, hasta me sale en analogía ....tiene su lógica... ¿verdad?... encima lo del cabreo con tu padre... ¡hoy los astros se han conjurado...!
- Pues yo me acabo de enterar...pensaba que estaba al corriente... Simón... yo no estoy ahí para saber...
- Lo imagino... Simón ya me ha dicho que tu no estabas al tanto... que era él y Natalia, los que lidiaban y llevaban esos asuntos... ahora lo llamaré y le diré que todo aclarado contigo... el lío resuelto... dios mío... ¡como estaba tu hermanito...!
- Sí... digámos que fue un exceso de sintetización que recibí de papá.
- Eso... bueno Daniel te dejo, que tengo que seguir con la oficina... un beso.
- Un beso; mañana hablamos.

Hoy es un remanso de paz; como en los fenómenos naturales de tormenta, tornado o huracán, que vienen y se van, si no te han dejado mal parado, resulta todavía más esplendoroso el día cuando vuelve a imperar el clima habitual.

El Maestro Chinul
Simón me llama y se queda media hora al teléfono hablándome sobre el bombín del coche; le falla el contacto de la llave de arranque y ha estado a la búsqueda por Internet de uno de segunda mano; ha desmontado el frontal del volante; me habla de cables, tuercas, muelles, juntas, pegamentos, aislantes; me tiene aturdida, pues entre el manos libres que hace que se pierda intermitentemente su voz y que cuando se embala en explicaciones mi hijo, me cuesta de por sí entenderlo, pues eso, estaba yo como escuchando música celestial, sin necesitar de seguir los pormenores de su argumento, ahora que lo vuelvo a tener como la seda.

Lo de mi marido se arregló en el despertar del día siguiente. En sueños llegaríamos a la conclusión de que no nos merece la pena estar con el interruptor de nuestra íntima ventura en apagado.



* El japonés: Auténtico japonés que vive desde hace décadas en un cobertizo lindante al bosque de nuestros alrededores, con su perro y tocando de día la flauta bajo un puente, en el pasaje peatonal que lleva de lado a lado del pueblo dividido por la línea de tren. Una vez mi marido lo entrevistó para un artículo en el diario; distaba de ser el ermitaño sintoísta o budista zen de nuestras hipótesis. En otra ocasión, a la pregunta de qué tal, el hombre le contestó a mi marido que bien, salvo por las noticias acerca de la marcha de las finanzas mundiales que dijo seguía con preocupación en el apartado de economía de los diarios; periódicos atrasados que rescata del contenedor de papel calle abajo perpendicular a la nuestra; ahora llevo días viéndolo revolver en el de al lado, el de los desperdicios orgánicos, lo reconozco por su viejo pastor alemán, y las piernas que le asoman fuera del container, entre un intenso olor a pescado esta mañana. Entonces me pregunto si se sentirá de enhorabuena, indiferente o repugnado ante el hallazgo, y también dónde está la liberadora soltada de lastre en eso de largarse un buen día con lo puesto a la calle si igualmente hay que terminar pendiente.