miércoles, 8 de julio de 2015

Siete de julio

Óleo Susanna Morell
Cual le sucedía a un personaje de Vladimir Nabokov, inquieto ante las coincidencias que parecieran significar, a mí también me pasa. Coincidencias simbólicas, así denomina el escritor al rescatado fenómeno subjetivo que pone en boca de su criatura a razón de encontrarse esta en el escaparate de una tienda de regalos con un objeto que costaba la misma cifra en francos que su edad en años, u otro posible obsequio decorado en su esfera por los escudos, redundantes en la misma cantidad, de los tantos cantones suizos. A mi también me sucede, aunque las siento como amigas, a las matemáticas, hiperbólicas, quiméricas, en danza frente a mi perplejidad, etéreas coincidencias; incluso en la medida de lo posible trato de favorecerlas, que me usen, que me dejen formar parte de ellas; el porqué no sé, quizá por ser figuras íntimas, inefables, evanescentes, de gran belleza.

Por eso ayer, siete de julio, en que se cumplían cinco años desde el día de mi llegada a Cambridge y del principio de esta aventura, lo pasé a la espera y me resistía a creer que nada casual me hubiera llegado a suceder en los aledaños o sobre el pico de tan significativa fecha, y claro, pensaba, las pompas van hacia donde el viento las lleve, el azar decida o ellas mismas quieran, con escaso remoto control por parte del que sopla por la cañita. A lo sumo uno intenta potencia, dirección, y cantidad de ellas según jabón, para quedar mirando, el chasco de ni una sola, la esmirriada pequeñita o la grandota a medias que no osa desprenderse, o bien la ristra de hermosas, ellas, que bien dependerá también de la habilidad y experiencia. Así que habría que insistir, como en la infancia, con obsesión hasta que salga, a no ser que me haya cansado ya del juego, que para íntima repetición existen otros, igual de lúbricos y practicables desde temprana edad, menos complicados si se los quiere, con ganancia inmediata y favorecedores para la humanidad de principio hasta el fin de los tiempos. La otra posibilidad es que exista un fallo endémico en mi sistema, lo cual a veces me temo.

La joya de coincidencia me vino regalada esta mañana al enterarme en el diario de que fue la firma francesa de cosmética Lâncome quién consiguió reunirlas ayer en París, a Julia Roberts y Penélope Cruz, en una gran fiesta, con motivo de la celebración del 80 aniversario de la compañía fundada por Armand Petitjean en 1935 . Igual Salma estaría por los alrededores, en su casa posiblemente, pues ella presta imagen a otras compañías elaboradoras de productos de alta gama para mejora del aspecto. Imagino que pudieran encontrarse antes del evento, u hoy, dos de ellas siquiera, fuera de los focos, en el tiempo del petit déjeuner*, o a media mañana frente a un jus de fruit frais* o una boisson chaude*, en charla de mamás, en reencuentro de compañeras de cartel. 

*Petit déjeuner: desayuno 
*Jus de fruit frais: zumo de fruta natural
*Boisson chaude: bebida caliente, té café o chocolate