domingo, 28 de octubre de 2012

Actualización

Chicle de globo
Veintiseis días después del regreso ni siquiera había respondido en Facebook a los mensajes de Betty & Katie. 
Por fin lo hice, la semana pasada. 
A este paso de escritura no voy a ponerme al día ni para navidad. Así que voy a hacer un refrito de lo que a ellas les conté para adelantar rápido.
"Querida Katie,
Me ha hecho mucha ilusión encontrar tu nota y estoy releyendo también la de Betty...
Estuve en casa mi madre, viendo a la familia, lejos de Internet. Cuando llegué a la mía comenzaron las historias de siempre. Un fallo técnico nos había dejado desconectados de la red, de hecho hacía meses que pagando sin dilación funcionaba fatal, vinieron de la compañía, en cada país es lo mismo, hay cruzar los dedos y esperar que lo resuelvan. Si no funciona el sortilegio, un consejo Katie, hay que llamar y decir que uno se borra del servicio, tajante, como hizo mi hijo. Entonces vienen y te cambian rápido el router de los problemas, que ya se lo venía diciendo Simón, "es el router, es el router", y ellos ni caso hasta ponernos serios.
Qué cosas te cuento Kattie. Mientras tanto aprovecho para limpiar y poner orden al grueso de los costados.
Como te dije, mi vida llena de sorpresas domésticas ha regresado. Mi hijo Simón tiene ahora un perro. También me encontré con visitantes roedores. A la media hora de haber colocado cebos mortales en lugares totalmente inaccesibles para un mamífero grandecito tuve que correr con el chucho hacia el veterinario, histérica con el coche queriendo alejar de mi la responsabilidad de convertirme nada más llegar en la asesina del amor mascotero de mi hijo. Espero que todo termine bien, en el vómito provocado por el veterinario a fuerza de jeringazos de agua oxigenada inyectados en la boca no se apreciaron rastros del chicle colorado que parecía el veneno. 
Katie, me gustaría saber cómo fue tu viaje a los Estados Unidos y como siguen las cosas por el hostel. Cúentame anécdotas, son mis favoritas, ya sabes, para ti es fácil con el inglés..."
Ciclo indoor
"Querida Betty,
Me encantó recibir tu mensaje tan pronto y tan cariñoso... 
Estoy empezando mentalmente a ajustarme a mi nueva vieja vida. También he comenzado a ir al gimnasio y a hacer algunas sesiones de cycling indoor, para no olvidarme de nuestro deporte favorito, pero el monitor ya me advirtió: "esto es diferente, tómatelo con calma", sin embargo no le hice caso, y aquí estoy, llena de agujetas.
Aquí veo mucha gente en buena forma física, también bronceada por el sol del verano que acaba de pasar y  todavía continua.
Voy en shorts y sandalias todo el día. Se me hace extraño, pero realmente agradable, ¡en octubre!, regresar del gimnasio (quince minutos caminando) a las nueve de la noche en camiseta de tirantes sin sentir fresco alguno.
También oliendo a pino y a polvo. No imagines Betty una polvareda, no estoy en el far west y ando por senderos asfaltado, pero sí que noto en el aire unas ligeras partículas que antes me pasaban desapercibidas. Me siento como una extranjera descubriendo el aire mediterráneo.
Betty, otro día te cuento más cosas y espero que tu también lo hagas, así que estaremos en contacto, y algún día vendrás a verme ¿eh?..."

lunes, 22 de octubre de 2012

Al descubierto


Estando todavía en Inglaterra haciendo camas una mañana me entró la inquietud de que si mi marido publicaba la novela con el título que le había buscado no habría quién la eligiera entre el montón de obras expuestas a la venta, y se me ocurrió otro.
-¡"Pies peludos"!, ¡cómo se te ocurre!, si parece un titular para El Jueves*, me dijo mi marido cuando le fui con la idea.
-Es llamativo.
-Es horrible. Piensa cariño que se trata de un texto literario y el título tiene que estar acorde...
-Vale, pero todo depende, si Tarantino lo hubiese elegido para una película suya podría haber pasado por cool, ¿no te parece?, a ver, ¿cómo se llama esa con Uma Thurman y John Travolta?...
-...el título tiene que tener cierta sonoridad, el oído importa mucho...
-...¡ah! ya me acuerdo, no, Pulp Fiction, suena refinado..., y Kill Bill también, en fin, pero vamos a ver, Carne trémula, de Almodóvar, ¿no parece un titular de revista burlesca?. ... Y Carne, a secas, ¿te acuerdas que me contaste de una película de los años sesenta o por ahí, argentina, que te gustaría volver a ver?, se llamaba así, ¿verdad?, "caaarne", ¿te suena bien?. 

Igualmente, para evitar el mal fario, mi marido modificó el título que había mandado como provisional; ahora le ha puesto uno que suena poético (sin guasa), el nombre de una península lejana, que en todo caso no es Kamchatka.
Para evitar malentendidos tengo que decir que mi  influencia sobre mi marido es nula, literaria me refiero, si hubiese estado convencido lo quedaba como estaba, que por algo lo tenía puesto como no definitivo.
Lo cierto es que con el nombre de Pies peludos sucedió algo raro, me vino como una inspiración, a mi, que jamás me he metido en el trabajo de mi marido, y el calor de su encuentro me duró hasta que lo solté, quedando convertido afuera en un charco de hielo derretido. 
Espero que no todo me funcione de la misma manera.

*Semanario español de humor satírico

sábado, 20 de octubre de 2012

Veinticinco días después

"Bichito, bichito, tu que eres tan tontito, podrías de una vez subirte al algodón para que te pueda transportar en esta nube hasta la ventana y arrojarte al aire libre del jardín", le decía yo a un insecto parado en la pila del lavabo en una de nuestras primeras noche en España.
El tío no levantaba pata ni a la de tres para auparse a la montaña que yo le ponía por delante.

Mi marido me preguntó noches después si había puesto en el blog lo del bicho que le había contado.
-¿Acaso me has visto sentada al ordenador en algún momento desde que llegamos?, cómo quieres que lo haya escrito, si no he parado.
-Ya empezamos, ¡yo no quiero nada!, solo te preguntaba.

El chorro de agua se lo hubiese llevado sin remedio cañería abajo, de hecho ya estaba dando tumbos en el remolino que se forma en la pila y estuve tentada a dejarlo ir, pero mira, esa noche estaba inspirada y cerré el grifo de golpe.
Estaba tan aturdido que aún sin la corriente tuve que ayudarle con el dedo a salvar el temporal.
Cayó mal. Quedó boca arriba pataleando como un poseso. Pasaba el rato y seguía sin dar la media vuelta sobre el caparazón para salir caminando.
Con este desgaste energético, si no ha girado no lo hará, pensé, menuda ayuda le he prestado.
Si lo dejo como está habré intervenido para mandado de una muerte rápida, a una de asfixia lenta por agotamiento.
Algo tenía que hacer para librarlo de dicha tortura.
Lo coloqué boca abajo.
Parecía que había quedado manco de una pata, estuve observando y al rato esta asomó por debajo del cuerpo, hasta quedar desembarazada del todo de una pesada gota que la obstaculizaba bajo el vientre; por fin pude contarle ocho extremidades.
Juraría que todas eran patas, cuatro atrás y cuatro adelante, aunque siendo que no era una araña ni un escarabajo, quizá lo observé mal y dos fueran antenas.

Es conocido que con los cambios se producen transformaciones, transitorias o permanentes, pues bien, en mi caso, con el ajetreo de los últimos tiempos, fuera de mi costumbre habitual de retirarme los cosméticos con jabón y agua de ducha, esa noche lo estaba haciendo con desmaquillador y discos de algodón. Así que disponía del medio.
Me costó hacerlo subir a la nube, mi marido me llamaba desde el dormitorio, ¿vas a venir pronto o apago la luz?.
Espera un poco, ya voy, le contestaba.

Se me agotaba la paciencia. Al animal le dio por paladear el afeite. Llegados a la ventana resistía a soltarse de la superficie embadurnada. Gracias que tenía yo el día contemplativo, porque sino le digo adiós muy buenas y lo estampo contra el alféizar.
¡Que tanto cuanto!, el algodón con él a la basura y a dormir todos tranquilos.

viernes, 12 de octubre de 2012

Despedida acuática

Endorfinas
Estoy cansada, muy cansada.En la piscina los cuencos de las gafas se me iban llenando de líquido no tratado en tanto emitía lamentos hacia el fondo que de no ser absorbidos por la masa acuática bien pudieran tomarse por espiraciones profundas. Muy dramático y casi agradable.
No es que me suceda algo así a menudo, pero es que ahora estoy cansada, muy cansada.

Sigo acudiendo a la piscina de mis amores que lleva tiempo sin atacarme y no a la otra, la de Abbey Pools, llena de bebés, padres y abuelos de familias no espeluznantes, confortable y nada agresiva, según mi experiencia, pero cuando reabrieron Parkside Swimming Pool tras la reforma, allí regresé, a encontrarme con una ducha de agua congelada, por una avería, porque es la mía, por su hechura de principal, su graderío y sus nadadores olímpicos, que no por sus monstruítos, que también abundan.
Ayer todo eso únicamente me estimulaba las lágrimas que no me permitía ver tras las gafas mientras avanzaba por el carril pegando brazadas al agua  y soltando bramidos hacia el fondo.
Por suerte no cada día tengo que nadar de ese modo, aunque tampoco es desagradable, sobre todo si hacia el final te alcanzan los efectos de las endorfinas, cosa que a medias me sucedió en esta mi sesión de despedida.


Llevo tal agotamiento moral que en la sesión de ayer en la piscina, la de despedida se supone, solo a medias me alcanzaron los efectos de las endorfinas.
Sigo acudiendo a la piscina de mis amores que lleva tiempo sin atacarme y no a la otra, la de Abbey Pools, llena de bebés, padres y abuelos de familias normales, que me resultó acogedora, confortable y nada agresiva, pero a la de Parkside Pools  he regresado, a reencontrarme el primer día tras la reforma con una ducha de agua congelada. 
Pero en serio que se está portando bien conmigo, a lo mejor es que le han cambiado al director. Me inspira aquí el graderío, su hechura amplia y los nadadores de talla olímpica que a mi vera pasan volando. 
Supongo que por ser la grande y contar con parque acuático abundan en ella también los monstruítos, que los hay bastantes en esta ciudad, o al menos yo los veo por donde circulo.