lunes, 30 de mayo de 2011

My niece

En Midsummer Common - S.M.
Sí, tengo una sobrina que es novia oficial de un jugador del Barça. Me da la sensación que allí donde yo selectivamente he dejado caer esa información mi prestigio ha aumentado por lo menos un grado.
Juro por mi madre lo que acaba de pasar. He tenido que interrumpir este escrito para ir a atender a la puerta y era Yogui, el mayor de nuestros vecinitos paquistaníes que venía a recuperar el balón que se les había desviado hacia nuestro jardín. Será porque yo estaba sobre el tema y porque él no para nunca de jugar al fútbol con su hermano que se me ha ocurrido comentarle lo que ya he hecho público aquí. Por supuesto que lo conocía. No me ha dado tiempo a cerrar la puerta que ya estaba escuchando la palabra "niece" en la de al lado.
Pasado el impensable susto de salud que se llevó mi sobrino, hermano de la novia del futbolista, ahora está él totalmente recuperado y feliz de la vida como siempre. Así que se fue a Londres en el día del partido decisivo con su padre y su hermana; feliz también por codearse con toda la parentela de los jugadores.
 

domingo, 29 de mayo de 2011

Con el aire a favor

Parker's Piece - S.M.
El verano pasado, el once de julio del dos mil diez, el equipo español de fútbol se alzó en Sudáfrica con la Copa del Mundo. Igual que cualquier otro lugar en el planeta, la ciudad de Cambridge enmudeció durante el partido; caminando por Mill Road veía a los cafés bullir de expectación mientras me apuraba en llegar a mi provisional casa de recién llegada  para poder contemplarlo como cualquier parroquiano de bien. Lo consiguió España y los polacos del piso de mi hijo me sacaron una cerveza para que lo celebrara. Hubiese pensado que se alegraban más ellos por mí que yo misma, de no ser porque fui la única en permanecer pegada frente al televisor mucho más allá de la hora en que el partido acabara.
El español Rafa Nadal ya se había hecho por esas fechas con el trofeo francés de Roland Garros, que en estos finales de mayo se está de vuelta disputando en París, y fue también luego proclamado campeón sobre la hierba inglesa de Wimbledon y sobre el suelo duro del US Open norteamericano.
Ayer el F.C.Barcelona ganó la Copa de Europa en el estadio londinense de Wembley, arrasando al británico Manchester United en el partido final de la Champions League.
¡Viva el Barça! ¡Viva el Barça!.
Aunque no soy muy de fútbol, ni muy de patria, reconozco que notaba ese calorcillo  reconfortante en el alma que da la victoria mientras veía desfilar por la tele a mis triunfales jugadores. Más teniendo en cuenta que uno de ellos es el novio de mi sobrina, y que mi hermano Mateu, junto con ella y otro de sus hijos, se encontraban también en el estadio.
El chico de Girona, por el cuál contratamos via internet los cursos de inglés para Lucas en su escuela y no en otra, nos dijo, tras conocerlo en Londres, que llegábamos con el aire a favor ya que los españoles estaban gozando en ese momento de buena fama en el país; los españoles y los latinos en general.
Puede que por el mismo fenómeno que hace que una mujer encinta vea embarazadas por doquier o un enyesado a otros con escayolas , yo escucho hablar mucho de España por la radio. Lo bueno es que siguiendo esa lógica deberían llegar a mis oídos tanto  los comentarios adversos como los elogiosos y sin embargo son muchos más los que me alagan, por lo que me toca, que los que no.

sábado, 21 de mayo de 2011

Please darling

    Junto a Parker's Peace - S.M.
Tras larga espera, en el intervalo de una semana han venido a Cambridge mi madre con mis dos hermanas por una parte y Alison por la suya.  Todo salió perfecto en ambas ocasiones, aunque ahora estoy tan agotada que ni siquiera podría escribir sobre ello.
Mi aplicación en el hostel es tan intensa que el día libre lo necesito absolutamente para quedarme sentada frente al ordenador sin mover un músculo. Si en lugar de ello me la paso de aquí para allá haciendo de guia turístico y con la emoción de los encuentros, a la postre hasta las neuronas se me quedan carbonizadas.
A lo que me ha llevado desempeñar una función tan abrillantadora es a que nadie me vea en otro posible papel. Eso sí, todos me quieren mucho, sobre todo en la cocina. Entre risa y risa no desaprovecho la ocasión de hacerle saber a Chris, el chef,  lo buena cocinera que soy, pero de momento tengo que conformarme con cortarle, please darling, unas piñas en rodajas de tanto en tanto. El otro día tuve que verlo ante mis ojos instruyendo a un novato en los fogones en la fritura de unos huevos en tanto que mi experiencia y yo andábamos arrastrándonos por los suelos restregando en cuclillas patas de acero.
En todo caso, la cocina es mi lugar favorito. No huele a nada, no pasan por mis manos los grandes  cacharros y estoy rodeada de gratos muchachos, además de que Chris me saca de ella para servir la comida caliente a los clientes que pasan por el autoservicio. A veces Daniel me acompaña en la labor, a veces Jamie. A Jamie y a mi se nos van los ojos tras la gente. La nuestra es una estupenda plaza de observación.

domingo, 15 de mayo de 2011

Boda Real Británica

       Candle in the Wind
Los escritorios que tenía a mi cargo para ser limpiados en las oficinas de la empresa farmacéutica contaban todos con idéntico equipo informático y terminal telefónica. Se daban algunas adaptaciones personales en el teclado, la almohadilla reposa-muñecas, el ratón y su alfombrilla. En lo que hace al resto la cosa se parecía bastante a lo detallado a continuación, aunque bien que multiplicado.
1: Fotos de familia / mascota / cosmético / chuchería / zapatos en el suelo. 2: Fotos de familia / manualidad escolar / taza / cosmético / mascota. 3: Fotos de animales / tarjeta de felicitación / pieza de fruta / cosmético / reloj . 4: Fotos de familia / mascota / bol / caja de cereales / zapatos en el suelo.
Yo avanzaba por entre ese mar de escritorios, que se me presentaban como ominosos en su tantísima repetición.
Dos mesas me libraban del sentimiento de estar metida en el escenario de una pesadilla.
Una de las dos la supuse ocupada por una mujer negra por la foto de un hombre con niño y niña que tenía apoyada ahí a la vista, muy guapos los tres y con la piel de ese color. Ella decoraba su espacio sin mesura. Para Halloween su equipo informático apenas asomaba de entre tanta serpentina, calabaza, esqueleto y murciélago. En Navidad, un abeto sobre la mesa la obligaría a escribir de costado y unos nutridos espumillones corrían por sus altos alcanzando sus topes y más allá. Los redondelillos de confeti dorado nunca terminaban de desaparecer del todo en ese punto.
Él era diferente. Así lo era al menos su mesa. Lo primero por la foto siniestra. El retrato en sepia del rostro de una mujer bonita. De lo más inquietante, y que nunca supe bien porqué. El caso es que, si me tomaba por sorpresa, con seguridad que me sobresaltaba. Había además en esa mesa una disposición extraña y cambiante de los objetos que me sacaba a menudo del automatismo. Varios cinturones de cuero dispuestos a lo largo sobre el teclado. Inhaladores como para el asma, no pocos, alineados, agrupados o desperdigados de punta a punta. Una felicitación navideña de lo más convencional, y que ahí quedó. Un día le hallé un ojo; una pelotita blanca con iris verde y venitas rojas pintadas alrededor. Me entró la risa; ni que el ocupante de la mesa lo hubiese puesto a propósito. Una vez lo vi. Andaría en la treintena, delgado y rubio, no sé si guapo, de atrás lo parecía. Se sacó el cinturón, se ajusto los pantalones de franela gris con unas tiras reflectantes, se enfundó sobre la camisa blanca una chaqueta de ciclista ajustada y de la mano de su mochila desapareció por el pasillo. Se me antoja que ese hombre, si es que no tiene algún percance, puede muy bien llegar a ser director general de la compañía.
En una tercera mesa apareció un día colgada la foto oficial del compromiso de boda del príncipe William con la señorita Kate Middleton. Lo creí un gesto singular. Las cosas hay que vivirlas para aprenderlas. No es que no supiera del fervor inglés por la monarquía; incluso que estoy empapándome a diario de las lágrimas que el pueblo soltó por Diana de Gales en tanto trato de entonar junto a Elton John la canción que adaptó para ella en su funeral. Así que lo sabía, pero no. Para aprenderlo he tenido que tocar con mis propias manos los banderines patrios colgados del techo de la recepción o un delantal con el retrato de la parejita en el hostel, u hojear los catálogos de ventas a distancia repletos de modelitos royals, inspirados en sus majestades, para ser lucidos en partys, o fiestas montadas en las casas o en los barrios para celebrar el acontecimiento. Ahora lo sé, como sé que el día del casamiento fue declarado de fiesta nacional, y como sé todavía mejor que no me pagaron extra en el trabajo por ser una de las pocas personas en el Reino Unido y mucho más allá que no estábamos embobadas frente a una pantalla en el momento del sí quiero.

sábado, 14 de mayo de 2011

1º de bachillerato

Midsummer Common - S.M.
Me acaba de llamar Simón por Skipe para saber donde estaba guardado en casa el documento que atestigua que finalizó en Madrid sus estudios elementales, se lo piden en su antiguo Instituto para poder proseguir con el bachillerato. Ha hurgado en los cajones y ha encontrado algunas cartas dirigidas a la atención de los padres y mandadas desde dicho centro educativo, en el cual cursó desde los doce años las materias pertinentes sin aprobar casi ninguna.
A continuación reproduzco la misiva más corta de las que mi hijo me ha leído como muestra del calibre de los problemas con los que tuvimos que lidiar.
En Catalán
"Es muy importante y urgente que Simón reciba atención de un especialista en salud mental a fin de garantizar su propia salud y eventualmente la de todos los miembros de la comunidad educativa".
Esta mañana a vuelto él tan campante a ese lugar a fin de inscribirse en 1º de bachillerato para el próximo curso.
Le he preguntado si no le han saltado las alarmas al edificio al verlo aparecer, pero parece que todo está bastante cambiado. Cuando menos vi hace dos años que estaban  acometiendo en las instalaciones una reforma integral y hay un nuevo instituto en el pueblo que espero haya aligerado la presión en este.

jueves, 12 de mayo de 2011

El espejo

The Golden Days - Balthus
Disponer de un espejo me ha cambiado mucho el panorama. No es que lo necesitara demasiado para combinar el vestuario, esa tarea la tengo olvidada de momento y a mi básico uniforme negro de pantalón de aeróbic y camiseta es fácil de acertarle los complementos, sin embargo para marcarme unos movimientos de cadera o para saber por dónde enderezar la espalda en algunos ejercicios de gimnasia sí que se me hacía imprescindible. Además de que me gusta mirarme porque sí; llevo toda la vida haciéndolo; no iba a desacostumbrarme en Inglaterra del gesto de coquetería más universal que debe de existir.
Ahora que se ha ido Simón esto es el paraíso en cuanto a espacio habitable se refiere. Desde luego que mi hijo no quedaría afectado por este comentario, sabe bien que lo pasamos divinamente con él aquí y que fue decisión suya regresar; además de que cualquier chico de su edad lo envidiaría este verano; solo en casa y al lado de la playa.
Mi marido ha emigrado a la habitación que ocupaba Simón y yo he regresado a mis antiguos dominios en el escritorio de mi cuarto en lugar de andar de aquí para allá con el portátil. Como estos chicos con los que vivimos, Monika y Seweryn, son increíbles y tienen de todo (el espejo era suyo), nos han sacado asimismo del trastero una hermosa tabla que amplía considerablemente la superficie de trabajo de mi marido y da cabida a su gran pantalla, su torre, su impresora y todo lo demás.
Ahora mi marido no se verá obligado a irse a la cama cual gallina en cuanto anochece o yo podré dormirme sin bombillas encendidas y sin sonido de tecleo para levantarme al amanecer, también cual gallina aún, mas una gallina descansada.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Costumbres culinarias y demás


Oleo de Giorgio Morandi
Simón hacía la lista antes de irse de las cosas a las que aquí se habituó y que echará de menos en España. Por ejemplo, que los comercios y oficinas de servicios mantengan sus puertas abierta a la hora que se corresponde con el parón hispano de la comida, o en lo culinario el  hummus, esa crema untable de garbanzos propia del Medio Oriente que aquí se compra en cualquier supermercado y que en España  hay que buscar en tiendas especializadas o preparar en casa; así que ahora le va a faltar.
El otro día en el hostel una señora canadiense muy jovial se afanaba en elaborar unos muffins en la cocina comunitaria a fin de celebrar el cumpleaños de su hija, tan crecida como los mios y que la miraba hacer. La mujer se lamentaba por no haber podido encontrar en el supermercado ningún ingrediente igual a los que ella utiliza en Vancouver para prepararlos. Así que serían unos muffins hechos con puré de calabaza, en lugar del de papaya. Me parece a mi  que la mayoría de cocineras familiares de clase media española sentirían rechazo por el contenído de ambos botes por no haberlos visto nunca en sus despensas; aunque bien  se lamentarían por no poder encontrar aquí los elementos imprescindibles para preparar una paella "como Dios manda".
Mi madre preparó una vez ese arroz típico del país,  lleno de sepia, gambas, cigalas, almejas y mejillones para agasajar a unos chicos suizos amigos de alguno de sus hijos y los muchachos se vieron en apuros para desligar el grano de entre tanto bicho raro.
Yo le dí a probar a Jamie  un pan crujiente regado con aceite de oliva virgen y sal, y por su expresión  y la mano en  el cuello al tragar me di cuenta de que le raspaba en la garganta como si estuviese engullendo un montadito de esponja empapado en gasolina. Por mi parte tengo que desviar la vista para no indigestarme cuando lo veo beber a grandes sorbos de su tazón de leche tras echarse al buche una buena cantidad de spaguetti alla bolognese.
A la habitación de la señora canadiense e hija no le falta de nada. A lo habitual para alguien que está de tránsito ella, la madre, ha añadido dos jardineras con flores en el alféizar de la ventana, estantes de tela y colgadores en el armario, colchas y alfombrilla para los pies a la litera y cojines en los asientos. Me aclaró que por tres semanas de estancia merecía la pena acomodar el ambiente como para sentirse en su propia casa.
Yo misma no acierto a explicarme porque en agosto pasado solo veía paquetitos de a tres melocotones esmirriados o lánguidas hojas de lechuga envasadas como todo vegetal en los supermercados y ahora los encuentro bien surtidos. Tendré que fijarme en este nuevo año, para saber si era víctima de un choque cultural o si de verdad desaparecen las frutas y verduras de los estantes refrigerados en cuanto terminan los cursos universitarios, o en cuanto sus distribuidores se largan a España a tomar el sol. 
Como la señora de Vancouver acabo de añadir a mi dormitorio un elemento que echaba mucho, mucho de menos y que ha elevado considerablemente el nivel de semejanza entre nuestra morada inglesa y la que dejamos atrás: Un espejo de cuerpo entero, o casi.