lunes, 27 de septiembre de 2010

Comer, rezar, amar.

Le dije a Alison que fuera a ver la película "Comer, rezar, amar" del director Ryan Murphy que protagoniza Julia Roberts y en la que participa Javier Bardem.  En España la han estrenado esta semana y espero poder ir a verla con mi marido cuando esté en Barcelona.
Cuando leí la sinopsis pensé en ella. Me parece que la historia autobiográfica que Elizabeth Gilbert escribió, y sobre la cual está basada la película, guarda cierta semejanza con la historia que Alison está viviendo en estos momentos.
Ella gozaba de una vida muy acomodada en nuestra ciudad de la playa. Tenía un marido inglés muy bueno y muy guapo con el que formaban una bonita pareja.  Dos hijas adolescentes con afición por la hípica. Una casa grande con jardín y piscina y vistas a mar. Un barco en el puerto. Fines de semana en la nieve. Frecuentes viajes a Londres con sus niñas y escapadas en solitario para encontrarse con alguna de sus amigas. Amigas repartidas por el mundo que ella conserva de la época en que fue azafata de vuelo.
Hará unos dos años dejó todo en España y regresó a Inglaterra para labrarse desde allí una nueva historia.
Julia Roberts, en su papel,  siente que su vida va perdiendo fuelle y se lanza al descubrimiento a fin de que esta gane en intensidad. Pide un año sabático y viaja de Nueva York a Italia, de ahí a la India y finalmente a Bali.
Justo en Bali pasó Alison el año pasado unos dias de vacaciones con su hija mayor, y en otra ocasión me mandó desde la India unas fotos montada sobre un elefante. Me parece que también ha amado en estos últimos tiempos.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Encuentro entre dos suecos



Los jugadores de cartas - Paul Cézanne
  Ayer me llamó por teléfono mi amiga Alison, hacía mucho que no hablaba con ella. Estaba inquieta por no haberme podido ayudar en mis primeros tiempos en su país.
Tranquila, no hay problema, le dije.
Ella encuentra su paz interior moviéndose frenéticamente por el mundo. De verdad que no para. Hoy está en Inglaterra, pero el lunes se va por diez días con su hija menor a Costa Rica, donde participarán en un proyecto de construcción de una escuela en una zona rural. Trabajarán allí durante una semana y luego se tomarán tres días de vacaciones por su cuenta. A la vuelta tendrá que asistir a unas cuantas reuniones, porque se ha apuntado como voluntaria para ayudar en la organización de los próximos Juegos Olímpicos londinenses. Acaba de regresar de Barcelona, que es donde viven sus hijas,  y antes de eso estuvo pasando un fin de semana en casa de una amiga en Finlandia.
Ella organiza su calendario con meses de antelación y ya sabe ahora, por ejemplo, que el catorce de noviembre viajará a la casa de sus padres y los llevará a conocer una cueva muy interesante, llena de estalactitas azuladas, que queda a dos horas en coche del pueblo donde ellos residen y para lo cual ya ha comprado por internet los tickets de entrada; es un ejemplo inventado, pero muy real.
Ahora mismo le quedan pocos huecos en su agenda  y yo no le puedo asegurar que en uno de ellos pueda ir a visitarla ya que mis circunstancias van variando a diario y planifico sobre la marcha.
Escribo esto y me río porque me acuerdo de la historia que me contaron una vez sobre dos suecos que se encuentran en la calle y se alegran muchísimo de verse después de tanto tiempo. Como están deseosos de ir a tomarse una copa juntos, sacan sus agendas para planificar el encuentro. Al ser personas muy ocupadas, no disponen por el momento de espacios libres coincidentes y sintiéndolo mucho no pueden ni siquiera acordar una cita a medio plazo. Ya no me acuerdo si al final llegan a verse o no.
Me río porque, aunque por asociación me haya venido a la memoria, la historia anterior no va con nosotras, Alison es mi mejor amiga , la vea o no la vea. Lo único que sucede es que somos amigas no dependientes.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Juan el Gigantón

Pulpería-Acuarela de Pancho Fierro-Lima
El modo en que aquí te asustan en verano del frío que llegará en el invierno me recuerda al relato argentino de Juan el Gigantón que mi marido contaba a nuestros hijos de pequeños.
Juan el Gigantón era un tipo tan espantosamente grande y horrible que la gente del lugar huía despavorida en cuanto escuchaba hablar de su eminente llegada.
Un día que alguien anunció que lo había visto venir, el único incauto que, por desconocimiento, no corrió a ocultarse fue el pobre forastero que habían contratado en la pulpería para atender a los parroquianos. Fue él quien con manos temblorosas tuvo que servirle un whisky al enorme y terrorífico hombre que de un modo urgido entró a tomarse unos tragos antes de largarse del lugar para irse a esconderse del que habían avistado que estaba por llegar.
Mientras estaba trabajando he recibido un mensaje de teléfono de Marian, una chica inglesa con la que intercambio clases de inglés por español, preguntándome si estaba libre para ir a su casa a por las de inglés. Ok. A la salida me he dirigido hacia allí  atravesado con la bici un puente peatonal techado que pasa por encima de las vías del tren. Ella vive en cerca de Mill Road, en una zona tranquila y bonita, no lejos del Hostel.
Me hace entrar por el jardincito trasero a una cocina pequeña y revuelta. En el suelo del salón están apiladas por secciones un montón de cosas; su hija, una veinteañera de larga melena pelirroja, se va a la universidad la próxima semana y están preparando todo lo necesario. Me gusta que el desorden no la haya privado de invitarme a su casa. Marian está al teléfono tratando de solucionar algún problema que tiene con su compañía de telefonía y mientras, me prepara un té. Lo primero que aprendo es que para que Virgin te arregle lo que estás reclamando tienes que armarte con la misma paciencia que cuando llamas a Vodafone en España e ir pasando de operador en operador contándole a cada uno de nuevo cual es tu problema. No puedo captar el sentido exacto de todo lo que hablan, pero la cantilena me la sé de memoria.
Marian y su hija se comportan en mi presencia de un modo muy natural, como si yo hubiese estado entre ellas desde siempre.No hay ningún objeto feo a la vista, todo es funcional y agradable.
Aunque tenía un libro de gramática inglesa abierto sobre una mesita por la página que me quería explicar, la lección se ha montado sola conforme me ha ido contando el problema que ha tenido en su ojo derecho y que le impidió el último sábado conducir hasta mi casa, que es donde inicialmente teníamos la cita. Su ojo ahora ya está bien, así que he podido ver aplicado el pasado simple de los verbos en las frases que ha usado para contarme qué es lo que le sucedió.

Un alto en la pulpería-Museo Nacional de Bellas Artes-B. Aires
Marian habla un inglés con un acento que me gusta mucho, pero que me cuesta bastante reproducir, ella dice que es un acento neutro. Me doy cuenta de que he tenido pocas conversaciones con ingleses nativos desde que he llegado. Me lo he pasado muy bien y creo que ella también.
He vuelto a casa por una ruta diferente de la habitual. Al ir desde Mill Road a Newmarket Road he pasado por un sendero que atraviesa unos inmensos campos con vacas. Tenía toda la sensación de estar atravesando los Pirineos. Había dejado de llover pero me venía de frente un aire bien  frío. Tenía que pedalear con fuerza para entrar en calor y ganarle al viento, y eso me hacía sentir muy viva. Pero claro, ahora es fácil, todavía estamos en Septiembre. A saber qué va a pasar cuando llegue Juan el Gigantón.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Mi hijo Simón

Me gusta mucho tener a mi hijo Simón conmigo. Los primeros tres días estaba un poco nervioso por el cambio, pero ahora esta de lo más bien.
Le gusta que lo mime, que esté pendiente de él y que le prepare las comiditas.
Le encanta el colchón de mi cama, tan grande y tan confortable.
Él dejo nuestra casa en Catalunya a los dieciséis años y se fue a vivir con su hermano Daniel a Madrid. Era todavía un poco chiquito para irse por ahí, pero las circunstancias nos obligaron a tomar esa medida.
Fue un cambio brusco  porque siempre habíamos vivido muy pegados.
Rara es la vez que mis hijos y yo nos separamos cuando eran niños. Ningún pariente, ni ninguna canguro se hubieran podido hacer cargo de ellos dada la energía atómica que desplegaban.
Simón viajaba de tanto en tanto desde Madrid a casa y se pasaba unas buenas vacaciones de verano con nosotros, pero siempre se me hacía corto.
Seguro que en cuanto encuentre trabajo aquí alquilará una habitación y se irá a vivir por su cuenta y estaré contenta de que así sea, pero de momento me recupero con él del tiempo que nos faltó.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tengo que viajar a Barcelona

El baño pequeño
Tengo que viajar a Barcelona antes del día treinta para resolver unas cuestiones legales. No había sacado el pasaje antes porque estaba pendiente de la entrevista de trabajo para mi puesto favorito, pero al enterarme de que no la voy a tener, he comprado de inmediato en internet los billetes de ida y vuelta con Easyjet y he pedido cinco jornadas libres en el Hostel. Todo ha cuadrado muy bien.
Gracias a los trámites que tengo que hacer podré estar con mi marido unos días después de tanto tiempo y así aguantaré mejor hasta que se instale conmigo en Inglaterra.
LLevo dos meses y medio sin mirarme de cuerpo entero en una luna, no se ni el aspecto que tengo, es la primera vez que me pasa una cosa así, ya que yo siempre me he mirado mucho en los espejos. En la casa tenemos dos baños que están bien, pero mi vecino y yo usamos normalmente el más pequeño, que queda en la planta baja, y allí, con esfuerzo, puedes llegar a mirarte la cara.
Aprovecharé en España para ir a la peluquería. Lo gracioso es que allí me peina  un peluquero inglés. Le tengo que mandar un mensaje para que me guarde tanda.
Dispondremos de tres días enteros. Me gustaría ir a mi pueblo natal para darle las condolencias a mi tía Elvira y luego seguro que mi madre prepara una comida rica y vienen algunos de mis hermanos.

martes, 21 de septiembre de 2010

Las clases de inglés

Internet- Insecto al microscopio
Yo casi siempre me sitúo como observadora de mi propia vida. La miro como si fuera una novela redactada de forma nada convencional y en la que no pudiese preveer en absoluto que sucederá en el siguiente capítulo.
Aunque yo no la haya elegido, por lo general me gusta la situación de inestabilidad constante que tiene mi vida y andar en la cuerda floja me resulta estimulante.
Si el salto mortal en el que ahora estoy metida me lleva a alguna parte, las piruetas, que siempre han sido mi especialidad, cobrarán mayor sentido.
Pero ayer por la noche no observaba nada. Ayer por la noche estaba muy cansada, y "la realidad", eso de lo que tanto habla la gente, se apoderaba de mí.


La única información sobre Cambridge que llevaba anotada en un papelito al llegar aquí era esta "Anglia Ruskin University, a veces dan cursos gratis de algunas materias". Saqué el dato de Internet. Al poco de llegar aquí, me fui a dicha universidad para informarme y prescribí a toda la familia para unas clases de inglés de tres meses de duración que comienzan en octubre, pero todavía no sé quién de nosotros podrá asistir.
Simón tiene que encontrar trabajo y vivienda, de momento se queda un mes en mi habitación, y luego ya veremos. Está contento de haber venido, pero es impaciente y parece una ardilla enjaulada dentro de mi cuarto. Los cursos pagos son muy caros, pero para que se apacigüe y para que tenga algo que lo saque de la cama cada mañana hemos contratado unos por dos semanas en Studio. Studio es una escuela situada en Station Road, cerca de la estación, que ocupa una casona muy bonita; hemos elegido esta porque aquí mismo en octubre podrá seguir con otras clases casi regaladas que imparten profesores en prácticas.
Pensé que tener una obligación lo arrancaría de la cama, pero al final soy yo la que tiene que sacudirlo varias veces para que se levante. Con este quehacer ya me desvelo y duermo menos de lo que me gustaría. Con lo cual "la realidad" se cuela en mi camino.
Pasé por el Instituto Gurdon y me dijeron que no me han seleccionado para la entrevista. Ahora espero con los dedos cruzados la respuesta de la universidad de económicas. Me la juego a una sola carta, y sino, tendré que volver a empezar. Si consiguiera esa plaza se me aclararía el panorama y podría pensar ya en la posible venida de mi marido.

domingo, 19 de septiembre de 2010

La secta



York Street - S.M.
 Tengo que darte una noticia, dice mi marido.
¿Buena o mala?, le digo.
Ni buena, ni mala, indiferente, me contesta. 
La noticia que me ha dado es que ha muerto Nilo. Nilo era el jefe de la secta en la que ambos estuvimos militando durante largos años y en la cual nos conocimos.
Me pregunto qué harán ahora sus adeptos sin un guía que los oriente. Hay gente que lleva ahí toda una vida, siempre a la espera de las palabras del Maestro, y ahora de repente el hombre se esfuma y los deja aquí tirados, sin que tengan la autonomía suficiente para maniobrar en este mundo cambiante. Ha de resultarles un tanto angustioso; o a lo mejor sucede que, a fin de cuentas, esto los libera de una vez.
Es increíble como pueden llegar a cambiar los intereses o los valores de cada uno a lo largo de la vida. Con la noticia me  ha venido a la memoria  una tarde-noche en Madrid en el otoño de hará unos veinticinco años. Mi marido y yo teníamos alquilado en ese entonces un apartamento en la calle Cartagena, cerca del mercado de Prosperidad. Habíamos montados en la capital de España nuestro pequeño negocio para ganarnos la vida y además yo dedicaba gran parte de mi energía a expandir la causa de Nilo, y mi causa en ese momento, por la ciudad. Mi marido viajaba con frecuencia a Barcelona, porque en el organigrama de la secta él era más jefe que yo, e iba a visitar al resto de la estructura que teníamos en Barcelona.
Una tarde de otoño llegó él de la ciudad condal acompañado por el Maestro, que había venido de tournée por España para visitar las sedes de su organización. Entraron en el pequeño apartamento nuestro a dejar unos papeles, yo estaba allí sola. El Maestro casi ni se dignó en saludarme y siguíó con la perorata que le estaba largando a mi marido. Antes de que volvieran a salir a la calle mi marido se me acercó y en voz baja me dijo que, como Nilo estaba un poco resfriado, este le había pedido si era posible tomarse más tarde un caldito; y mi marido me pasó el encargo.
No le iba a dar a mi Maestro un caldo de pastilla, y en ese momento no existían los de tetra-brick, así que me entraron sudores pensando de qué manera le iba a preparar la sopita siendo que no tenía olla, ni tiempo. Ni hierbas, ni huesos, y que a esas horas las tiendas ya estaban por cerrar. No era un sudor normal, la presencia del Maestro en mi casa me estaba alterando. Conseguí mi objetivo y esperé sentada con el caldo su llegada; pero al final se quedaron tomando algo por ahí y no regresaron.
Años y años a su disposición, dedicando mi vida entera al  crecimiento de su secta, y ahora se muere y no siento nada de nada.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Formas diferentes

Silver Street
Camino con mi hijo Simón por las calles de esta ciudad y me doy cuenta de que él la mira bajo otro prisma. Mami, ¿porqué hay coches con matrículas blancas y otros con matrículas amarillas?. Mami ¿qué indican las lineas en zig-zag pintadas sobre el asfalto?. Anda, mira, los taxis son diferentes entre sí, y no todos del mismo color. ¿Cómo que no hay motos? y alcanzá a ver que dos muchachos que han pasado a nuestro lado en una de ellas, nos han hecho un gesto ofensivo con la mano, al que mi hijo no termina de dar crédito.
Le cuenta esto último a un amigo suyo, al que hemos ido a llevarle un paquete de jamón serrano de parte de su madre, y este le comenta que en esta ciudad hay que andarse con mucho cuidado, que el personal está muy agitado y es más duro que en España.
Como mi vecino húngaro, mi hijo protesta por los grifos separados de agua fria y caliente en la pila del lavabo y por el tamaño diminuto que esta tiene; y no le ha gustado nada que no haya enchufes en los lavabos para poder afeitarse.


Hace un rato me ha llamado por Skipe la ex-mujer de mi marido, Laura; está muy intrigada con mis peripecias. Ella es argentina y vive en Buenos Aires. Hace unos años intentó mudarse a Madrid, donde reside su hijo Daniel, pero no pudo adaptarse a la vida en nuestro país y regresó a su ciudad. Lo entiendo muy bien, porque ella es una típica mujer bonaerense y esa ciudad es mucha ciudad como para cambiarla por otra. Supongo que por eso ahora Laura sigue con asombro lo que a mi me acontece aquí, y me lo analiza.
Ella analiza todo, y a mi lo que me sorprende es que por más que yo me quedara mil años pensando, nunca llegaría a alcanzar el tipo de elucubraciones mentales que ella hace. Se ve que debemos tener un entramado cerebral muy diferente.
Ella se pone en la piel de mi desazón y me da consejos para calmarme, por más que yo le digo que no estoy desasosegada en absoluto.
Le digo que he presentado mi solicitud para una plaza de limpiadora de placas de vidrio e instrumental en un laboratorio donde nadie me conoce, e interpreta que me han requerido a mi, dada mi  inteligencia y donaire natural, para ocupar dicha plaza que ella considera de mucha responsabilidad técnica y no al alcance de cualquier mano. Brindará con champán si me la conceden y yo le agradezco mucho el gesto.

viernes, 17 de septiembre de 2010

La estación de trenes

El día quince llegó mi hijo. Lo estuve esperando dentro de la estación de trenes de Cambridge durante dos horas y media con un frío y unas corrientes de aire que me dejaron congelada hasta el día de hoy. No hay en la zona una sola cafetería donde resguardarse y ni un solo asiento dentro del edificio. El único comercio es una tienda de Marks&Spencer de comida para llevar. Tenía la intención de entrar allí,, mirar y coger un poco de calorcito, pero claro, no era un quiosco de diarios y revistas, y el inhóspito frío de las cámaras me echó para atrás. Además llevaba encima dos paquetes de perchas y seis volúmenes de El Curso de Inglés Definitivo de Vaughan que a las dos horas me pesaban demasiado. Los había ido a buscar a la casa de mi otro hijo, que ni se los había mirado, con la intención de endosárselos al recién llegado. Aunque en el fondo sabía que tampoco les iba a prestar la más mínima atención, la esperanza de una madre nunca muere.
Mis hijos son hijos de la calle, ahí es dónde han adquirido ellos toda su sabiduría.
Lucas se mueve seguro por el mundo y me dice que él conoce un montón de chicos que tienen aula, pero que carecen de asfalto, y que eso les limita mucho a la hora de buscarse la vida.
Simón ya nació enseñado. Él siempre lo sabe todo. Hasta inglés, dice ahora que sabe, pero yo no sé dónde lo habrá adquirido. En el colegio no atendía nada, y mi amiga Alison, que le dio unas clases fantásticas en su casa durante dos años, me aconsejó al fin que no siguiera tirando mi dinero a la basura y que lo mandara  a Inglaterra a aprender en directo en cuanto se me presentara la ocasión.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Bruce & Cloverdale

Bruce Springsteen and the Street Band
En la radio suena Streets of Philadelphia  y siento que esa canción  me pertenece. Me identifico mucho con la música de Bruce Springsteen, con sus letras y con el sentido que creo que le pone a todo lo que hace.
Mi pasión es nueva, hace un año que lo conozco, antes solo lo había escuchado de pasada. Sus letras al ser largas y descriptivas le venía bien a mi inglés. Dediqué tiempo a la traducción de sus canciones y a repetir sus vídeos en el ordenador hasta que se me hizo familiar su acento y podía más o menos seguirlo con mi propia voz.
Disfrutaba de verlo con toda su banda, ya sea actuando sobre el escenario, ya sea en el estudio de grabación o haciéndole los arreglos a las canciones. Son geniales.

Hay otro hombre con el que pasé mucho tiempo el año pasado y en los meses anteriores a mi llegada a este país: Cloverdale Vaughan. Él es un buenísimo profesor de inglés que me enseñó casi todo lo que sé del idioma. Bueno, no unicamente él, también aprendí con Richard y Annie, profesor y alumna modelo, de la misma empresa de enseñanza, Vaughan Systems, que llegaron a ser mis amigos invisibles, dado que solo tenía trato con su voz.
Yo repetía los vídeos de Cloverdale a fin de que sus expresiones se me pegaran, así como sus giros lingüísticos, su acento y por supuesto su gramática. Y ahora me encuentro a veces con sus palabras en mi boca en medio de una conversación y me hace gracia. 
Cloverdale cuenta las historias y anécdotas que se le ocurren con cariño, sutileza y sentido del humor, así es que vas tragando con gusto las píldoras de lección que ha insertado en cada frase. 
Bruce o Cloverdale.
Creo que mi marido estaba algo celoso de verme tan a menudo acompañada por uno u otro de estos dos señores , pero claro, no me lo iba a decir.
Si me hubiese preguntado yo le hubiera aclarado que no tenía de que preocuparse, que todo es de lo más inocente. Ellos son hombres felizmente casados, igual que yo, y gozan de sendas mujeres estupendas que, de conocerlas, seguramente a él también le agradarían bastante.
Incluso puedo crear lazos entre ellos y ver a Cloverdale cantando en el cumpleaños de su hija, cuando era pequeña, la hermosa canción Surprise, surprise que Bruce compuso para el aniversario de la suya, por más que esa melodía esté incluida en un álbum de reciente creación y la hija de Cloverdale dejara de ser una niña hace tiempo.

martes, 14 de septiembre de 2010

El hermano de Seweryn

Hoy se ha ido el hermano de Seweryn. Él lo acompañó al aeropuerto. Misión cumplida, me imagino que habrá pensado aliviado  al verlo atravesar la puerta de embarque. Monika me ha comentado que le ha dicho a su novio que no quiere alojar al muchacho nunca más en su casa. Normal. Yo no pude comunicarme con él en absoluto, pero parece que a ellos además les venía con exigencias.
En este mes Seweryn se ha desvivido por su hermano. Se tomó algunos días libres para poder dedicarle tiempo, y se acostaba tarde, aunque tuviese que madrugar, para acompañarlo frente al televisor. Le dio todos los gustos y le compró todo cuanto le pedía, que era mucho.
Él cree que su hermano es como es porque sus padres no lo atendieron lo suficiente de pequeño. Monika cree que Seweryn es como es porque fue criado mayormente por la abuela. Ojalá me equivoque, pero a mi me parece que ese chico es como es porque nació fallado y no se si hay hermano o padres que pueda arreglar una cosa así.


lunes, 13 de septiembre de 2010

Un gran día

Hoy he vivido un gran día. No ha pintado muy bien a primera hora de la mañana porque ayer me olvidé de cambiarle la hora al despertador y me ha sonado a las ocho y media, y yo había previsto comenzar a trabajar a las nueve para adelantar faena y salir a las once para ir a la Universidad de Económicas. Hoy era el día de la entrevista para el puesto de trabajo. Pero no ha pasado nada; he llegado a las diez, he limpiado baños durante una hora, lo he interrumpido, me he acicalado y he trotado con la bici hacia la facultad. No he tomado mi café matinal. He llegado a las once y media y me he presentado en la recepción. He esperado sentada en un bonito sofá de cuero blanco y a la hora convenida ha venido a recibirme un hombre trajeado con gran bigote gris, el mismo que saludé en el pasillo el día que fui a entregar mi solicitud de trabajo. Hemos pasado a un despacho donde aguardaba sentada una mujer de pelo corto de unos cuarenta años y aspecto agradable. Me ha dado la mano y me han hecho sentar. El hombre del mostacho me ha dicho que iba a hablarme despacio y que, por favor, le avisara si algo no entendía y lo volvería a repetir. Pero no ha sido necesario. Aunque me ha parecido que hablaba bastante rápido, podía captar el sentido general de cada frase que pronunciaba.
Me ha dicho que se han presentado setenta y cuatro solicitudes de empleo, de las cuales han seleccionado seis para la entrevista. Así que podía considerar que estaba casi en la cumbre de la montaña. Estaba sorprendido de que la mayoría de solicitantes habían cursado estudios superiores o carreras universitarias.
Empezó las preguntas por cómo actuaría yo en mi trabajo ante hipotéticas situaciones. Por ejemplo: Si estuviera fregando el suelo de un corredor qué precauciones tomaría; Si estuviese manejando aparatos eléctricos qué precauciones tomaría; Si entrase en una sala que tengo asignada para limpiar y hubiese gente reunida allí qué haría. Y cosas así. Las respuestas me salían fluidas y en un inglés que yo no sabía que tenía.
La mujer se ha dedicado luego a preguntarme sobre cuestiones de papeleo. Le he ido entregando todos los documentos que me ha parecido que le podían interesar y se ha ido a hacerles fotocopias. Le he dicho que si necesita más referencias le podía dar el teléfono de un hombre que vive en mi casa que es investigador en el departamento de ingeniería y biotecnología de la Universidad, pero me ha dicho que ya tiene todas las referencias que necesita.
No es por hacerme la interesante pero creo que estaban encantados conmigo. Y es que me estaba saliendo todo perfecto. Aunque también pudiera ser lo que tanto me han comentado: que los ingleses se muestran muy amables en las entrevistas, pero no por eso te van a otorgar la plaza.
La mujer  me ha preguntado, y no era su cometido, si es cierto eso de que he montado yo sola la cocina de mi casa. Sí claro, le he contestado, no la grifería, ni la instalación eléctrica, pero armé e instalé todos los muebles de Ikea. Se mostraba asombrada.
Les he hablado sobre mi familia, sobre lo mucho que me gusta esta ciudad y este país y de mis planes de quedarme aquí por largo tiempo.
Para finalizar, mis aficiones.
Ellos se toman dos semanas para completar sus averiguaciones y tomar su decisión y me han preguntado si eso supone algún problema para mí. No, de momento tengo un trabajo que me gusta; lo único que quería comentarles es que, como es natural y para no perder oportunidades, yo he presentado también mi solicitud de trabajo en el Gurdon Institute y estoy pendiente de una entrevista allí.
Por un momento me ha parecido notar que el hombre temía que le pudieran robar a su candidata favorita. No soy presuntuosa ni nada. Mientras me acompañaba hasta la salida me ha dicho que él también necesitó un tiempo atrás cambiar de aires y se jubiló de su antiguo trabajo para recomenzar en su puesto actual. Su confidencia me ha resultado esperanzadora.
Al regresar al Hostel, Nick, el jefe, continuaba sentado en el escritorio junto a la recepción. Es él quién ha tenido que facilitar a la universidad referencias mías; es él quien ha  autorizado mi salida y estaba en la puerta cuando me he ido. A mi vuelta he entrado en la recepción, estaba solo, le he dicho hola, me he acercado para recoger unas llaves colgadas en la pared a un palmo de su cara y no ha sido capaz de levantar la mirada para insinuar un saludo.
Este tío es un capullo.


King's Parade

Mi hijo Lucas empieza hoy sus vacaciones y mañana viaja a Madrid para encontrarse con su hermano mayor, Daniel, el hijo de mi marido y su ex mujer. Los dos se van juntos por una semana a Marruecos. Lucas me ha pedido que le devuelva para el viaje su cámara de fotos. Me voy a sentir huérfana sin ella.
Nos hemos encontrado en Gran Arcade, frente a la puerta de los almacenes John Lewis y me ha presentado a Edi, su amigo chino, y a María, la novia madrileña de este. María trabaja de camarera a tiempo parcial en la universidad y me ha comentado que la institución universitaria trata muy bien en  todos los sentidos a sus empleados y se asegura de contratar personal suficiente como para que a nadie le resulte agobiante su trabajo.
Nos hemos despedido de ellos y Lucas me ha llevado hasta otra sucursal de Caffé Nero, en King's Parade. Al entrar ha saludado y me ha presentado a todos sus colegas tras la barra. Ellos nos han obsequiado con dos capuchinos  y dos muffins que nos hemos llevado hasta una mesa. Hemos estado allí  un buen rato y luego el se ha ido a la casa de un amigo y yo a la mía. Como coincidíamos en la ruta me ha enseñado un atajo entre calles preciosas para llegar hasta el lugar donde nuestra ruta se bifurcaba. He pasado un tiempo de felicidad absoluta con él.
Mi asombro no tiene fin cuando constato la tremenda revolución que se vino y la que se vendrá asociada al mundo de Internet. Lucas me ha puesto al corriente de la eminente diáspora de casi todos sus amigos en España siguiendo su estela. A Amsterdam, a Berlín, a Londres y por supuesto a Cambridge unos cuantos. El amigo del primo, el amigo de su hermano que se hizo amigo de un amigo suyo, la amiga de la niña que iba con él a la guardería y que reencontró en el ciberespacio.  Redes que se van tejiendo. Mi hijo, solo, frente al ordenador, estirado en la cama de su pequeña habitación en Catherine Street y amigo, más que nunca, de todos sus amigos, y de los próximos que llegarán.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Bruce Chatwin

Bruce Chatwin
Yo no soy una persona sistemática, en absoluto. Me gusta hacer las cosas a mi manera, y cada día de una forma distinta. En el Hostel busco sin querer variar la rutina: cambio los recorridos, cambio la manera de acometer el trabajo, cambio lo que sea con tal de no aburrirme. Si hay una constante en mi vida, creo que esta es la de alejarme por completo de la monotonía y el aburrimiento.
Desde hace dos días llevo encima un boli mientras limpio que en principio debería servirme para marcar con una rallita en un  papel  el número de las habitación que voy dejando listas, pero esto se me antoja una tarea ingente y lo he empezado a utilizar  para anotar en los bordes de los folletos desperdigados por los suelos el esbozo de las ideas que se me van apareciendo.
Llevo cuatro días sola fuera de mi casa, en un país que queda a la vuelta de la esquina, y haciendo mis pequeñas indagaciones antropológicas y ya me siento una pequeña émula de Bruce Chatwin; en su aventura y en su pasión, no por supuesto en la maestría con la que él  narraba sus viajes.  
De lo que sí me doy cuenta es de que yo hubiera podido llegar a ser una buena periodista. En realidad yo hubiera podido llegar a ser muchas cosas. Pero bueno, por algo será.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Los prejuicios


Silvana Mangano
Ahora ya tengo un poco más de soltura y sé que si llego un ratito antes al trabajo y entro al comedor, que ya está vacío a esas horas, puedo prepararme tras la barra un café de máquina sin que nadie venga a decirme nada. Me lo estaba tomando cuando han aparecido Chris y Alex. Chris, el cocinero, sigue nombrándome en voz alta cada vez que me ve y dándome achuchones cada vez que puede. Esta mañana además pidió permiso para tomarme la mano, y cogiéndola entre las suyas se puso a darle besos. Si yo fuera un tanto más voluptuosa, y en lugar de camiseta y pantalón usase como uniforme falda, delantal y cofia, esto ya tomaría el aire de una comedia picante italiana. Desde luego Chris daría perfecto para el papel. Yo me dejo; si a él le hace ilusión, a mi no me molesta.  
Pero este hombre no es Ugo Tognazzi, ni  Alberto Sordi, es un inglés de Bristol de nombre Chris Wallace.
Les digo a él y a Alex , que presencia la escena, que yo tenía entendido que los ingleses no acostumbran a tocarse los unos a los otros como se supone que hacen los mediterráneos. Chris se ríe y dice que a lo mejor él no es inglés. Alex ríe y dice que aquí la gente se toca tanto como en cualquier lado; él lo sabrá, que es de Londres.
He llamado con los nudillos a una puerta de un dormitorio antes de meter la tarjeta en la ranura para abrirla. Aviso antes de entrar a hacer las camas por si queda alguien en la habitación. Me ha abierto la puerta un chico con la toalla enrollada a la cintura, tal cual el futbolista Carles Pujol cuando recibió las congratulaciones de su majestad, la reina Sofia. Entra, entra, no molesta, me ha dicho cuando ha visto que hacía el gesto de retirarme con las sábanas. Él a lo suyo y yo a lo mio; tres camas por armar en ese dormitorio de cuatro plazas.
Al rato le pregunto de que nacionalidad es. De la India, me dice. Es un chico guapo con una mirada muy franca. Después de la ducha ha dejado la habitación impregnada de una agradable fragancia. Le pregunto si ha venido para ir a la Universidad, que es de lo que estoy segura, y me dice que sí, que ha venido para una conferencia, pero que él está cursando sus estudios de bioquímica en Escocia.
Me pregunta de dónde soy, y al decirle que de España quiere saber de que parte, y resulta que conoce Barcelona.
También quiere saber cómo llevo el asunto de la comida en este país, y pone cara de disgusto y de complicidad a la vez, ¿porque en España también se come bien, verdad?. Es la única pega que le encuentra a este lugar,  y me recomienda que pruebe a ir a algún restaurante indio. Ya me gustaría, pero de momento me tengo que abstener, le digo, y le comento que casi lo mejor que he probado desde que estoy aquí fue la comida india que me sirvieron en la feria de Parker's Peace.
A mi pregunta contesta que sí, que algún día se intalará en la India. Allí tiene a su familia y rica comida para degustar; y seguro que llegará el tiempo en que  brindará a su país los conocimientos que ahora está adquiriendo.
Antes de despedirnos le pido, por favor, que me escriba su nombre en un papel, y al momento me anota en un folleto su nombre y apellido, Ashwat Visvanathan, sin la más mínima desconfianza.
Alberto, el amigo de Lucas, estuvo al principio de su estancia aquí compartiendo más de un piso con gente de la India y reniega de ellos. Es que son de otra cultura, dice, es que son sucios, es que comen con las manos, es que no se lavan, es que no te miran a la cara, es que no los puedo soportar. Y lo entiendo. Su experiencia no ha sido buena.
La vez pasada al entrar en el jardín del hostel para tomarme el bocadillo, había una familia de cuatro comiendo en la mesa de madera. Nada más verme se arrimaron unos a otros y con sonrisa en sus caras me convidaban a sentarme: come here, come here, venga aquí.. Me cedían un lugar siendo que al lado había un banco desocupado y yo no necesitaba apoyar un plato. Que acogedores y encantadores son estos ingleses, pensé. Luego resultaron ser alemanes.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cambridge tiene más nivel que Harvard

Hoy ha venido Alberto, un amigo de Lucas, a cortarle el pelo a Severín. Severín lo conoció el día que Alberto y mi hijo fueron a Ely en bicicleta (ochenta kilómetros) y a la vuelta pasaron por casa para saludar. Entonces tomaron el aire en el jardín, porque yo no tenían ningún refresco que ofrecerles en la nevera, y se quedaron charlando con Severín. El padre de Alberto tiene una peluquería en Gijón y él había hecho algunos cursos para aprender a cortar el pelo, pero no se lo había tomado demasiado en serio. Vino a Cambridge por un año a estudiar inglés, y como le gustó, decidió buscar trabajo y alargar su estancia aquí.
Sobre Mill Road queda una peluquería bien puesta. Su dueño se llama Mauro. Es italiano. Está casado con una chica mejicana y tienen dos hijos en edades escolares. Creo que ya conté algo sobre ellos. A parte de la suya propia tienen dos casas que han arreglado, y alquilan sus habitaciones. Yo contacté con ellos a través de Gumtree, una página web muy popular aquí, cuando estaba buscando un lugar donde vivir. Hablando con ellos dimos con la casualidad de que Alberto, su empleado español en la peluquería, era Alberto, él de Gijón, el amigo español que mi hijo se ha hecho aquí.
Le ha cortado el pelo a Severín y a su hermano. Como este no habla una palabra de inglés y su cara y su cuerpo están vacíos de expresión, Alberto se ha tenido que emplear a fondo para adivinar que lo que quería era un corte de pelo con la maquinilla al uno adornado con una ralla al cero rodeando la parte superior del cráneo.
Alberto está muy contento porque mañana llegan al aeropuerto de Stansted su padre y su hermana. Se ha comprado un billete de avión para la próxima semana en el mismo vuelo que ellos van a tomar de regreso a Gijón, pero no se lo va a decir. Piensa que como su padre es tan previsor, seguro que toma el tren al aeropuerto  tres horas antes de la salida del vuelo y él tiene previsto coger el siguiente y presentare junto a ellos en la puerta de embarque. Se monda de la risa imaginando sus caras de sorpresa. Tiene ganas de pasar unos días en su tierra, ver a su madre y tomar fuerzas allí para tirar hasta navidad.
Le comento la noticia que leí hoy en el diario La Razón de Argentina, que mi marido me ha reenviado. Es esta:

Cambridge tiene más nivel que Harvard...
Por primera vez una universidad no estadounidense queda primera.
La Universidad de Cambridge (Inglaterra) superó este año a la de Harvard (Estados Unidos) como la mejor del mundo, según la lista elaborada por el consejo académico QS, entidad que evalúa la calidad de los centros de educación superior.
La séptima edición de este ranking se publicó ayer en la web www.topuniversities.com y es la primera vez que una universidad no estadounidense encabeza esta lista, votada por 15.000 académicos de todo el mundo.
La Universidad de Harvard, que ocupó el primer puesto desde 2004, queda relegada al segundo, mientras que en el tercer y cuarto puesto están la Universidad de Yale -también de Estados Unidos- y la británica University College London. Y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) pasó del noveno al quinto puesto.

Le comento a Alberto que me gusta sentirme rodeada de cerebros pensantes. No se si es un delirio mio, pero desde que empezó septiembre me sorprende cuando voy por el centro la cantidad de rostros inteligentes con los que me topo. Él me dice que también nota un montón cuando entra un cerebrito a su peluquería. Un día le cortó el pelo a un investigador jefe de un área de ingeniería genética, no se si de la Universidad o de una compañía privada,  y al preguntarle si no se siente dios al poder modificar las características genéticas de un ser vivo, el cliente le respondió que sí. Sí, un poco, dice Alberto que le contestó.
Me dice que tiene ganas de conocer a mi marido, que debe ser un tipo interesante y le gustaría leer algo suyo. Se han saludado alguna vez por Skipe. Un día me prestará un libro de un escritor, de cuyo nombre ahora mismo no me acuerdo, que dice que lo tiene fascinado, pero que se lo pasó a su madre, que es más tradicional, y no le gustó nada, nada. Y se ríe a gusto al recordarlo. Este chico me parece muy buen chico y se nota que quiere mucho a su madre  y a toda su familia.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Joaquin Phoenix

Victoria anda un tanto intrigada con mi vida fuera del Hostel. Un sábado, cuando ya me iba, me preguntó que haría yo en esa tarde, tan hermosa y soleada como era. Y me lo volvió a preguntar al sábado siguiente. Y me lo ha preguntado hoy que es un día de semana mientras yo estaba firmando mi hoja de salida.
Escribir, escribir en un blog, le respondo sin levantar la cara del papel. ¡Oh, eres una blogger! exclama en voz alta Woz, que estaba a su lado. Había cinco personas del staff en la recepción y de golpe sentí el interés de los cinco posándose sobre mí. Vaya, resulta muy llamativo esto de decir que tienes un blog. Incluso Nick, el jefe, se ha dignado en dirigirme la mirada y me ha preguntado que cuantos seguidores tenía. Su pequeño corazón se ha puesto a latir. No se si ha sido una pregunta desinteresada o si se ha puesto a imaginar cuánta gente se habría enterado a través de mi página de la existencia de su Hostel.
  
A veces las cosas están en el aire. Uno piensa que ha llegado a ellas sin respirar en el ambiente, pero se equivoca.
Como cada día he hablado con mi marido por Skipe. Es lo primero que hago al llegar a casa.
Ayer acompañó en el coche a Simón hasta la casa de mi madre. Mi marido regresó y mi hijo se va a quedar unos días con su abuela. Mi tía Elvira y mi mamá regresaron antes de ayer de Santander. Mi tía se ha ido a vivir a su casa; ella y Gustavo tenían ese piso al que venían a pasar algunos fines de semana o días sueltos. Ahora ella ha regresado a su pueblo natal, donde tendrá a la familia y a todas sus amistades que la arroparán.
Me gusta mucho que mi marido ha estado en todo momento pendiente de mi madre y de mi tía mientras ellas estaban en Santander y se ofreció para traerlas en su coche en su viaje de regreso.
Me ha preguntado si por casualidad sé quien es la Lady Gaga de la que todo el mundo comenta. Vaya, así que no soy la única. Sí, tienes que verla, le he dicho, es un espectáculo. Busca en Youtube y encontrarás todos sus vídeos. También podrás ver uno que ha hecho con Beyoncé. Esa tía también es un portento. El vídeo va en plan Telma&Louise y está genial.
A mi marido la noticia de prensa que más interés le despierta en estos momentos es la de los mineros chilenos atrapados en el interior de la montaña. Piensa en la gran novela que le hubiera podido salir si hubiese podido compartir con ellos esos tres meses encerrados en la mina.
A mí lo que me llama la atención ahora es la historia del actor norteamericano Joaquín Phoenix.


Joaquin Phoenix                             Johnny Cash

Ya van dos domingos que cuando estoy trabajando de mañana en el Hostel escucho sonar en la radio Sunday morning de Johnny Cash, un famoso cantante de country estadounidense ya fallecido. Narra las costumbres de una familia tradicional americana en una mañana cualquiera de domingo. Me encanta la voz de ese hombre.
En España vi en el ordenador hace un tiempo la película Walk the line, En la cuerda floja, que narra sus comienzos en la música, su turbulenta relación con las anfetaminas y con su padre y su romance no consumable con la que más tarde sería su mujer y compañera hasta el final de sus días, June Cash.  La protagonizan Reese Witherspoon y Joaquín Phoenix. Es perfecta la manera en que fluyen las cosas entre los dos. Joaquín Phoenix "es" Johnny Cash, sin guardar gran parecido físico con él y canta muy bien; la película me resultó mágica.
Luego me sumergí en Youtube a ver los videos de  las actuaciones del cantante (Johnny Cash) y los videos de las actuaciones del actor-cantante (Joaquín Phoenix).
Ví entre ellos las dos entrevistas que el famoso presentador norteamericano David Letterman le hizo en su show a Phoenix, con un intervalo de tres años entre ambas, y me quedé observando con detención el impactante cambio físico y de expresión que se había obrado en él en ese espacio de tiempo.
Al escuchar ahora en la radio Sunday Morning me pregunté si Phoenix habría versionado esta canción y al llegar a casa lo busqué en Youtube. No estaba, pero otra vez me quedé pegada a sus entrevistas con Letterman.
Esto fue el domingo pasado y hoy leo en  El Mundo que se presentó en el Festival de Venecia  I'm still here, the last year of Joaquin Phoenix, Estoy todavía aquí, el año perdido de Joaquín Phoenix,  un documental filmado por su cuñado Casey Affleck, sobre el descenso a los infiernos del actor.
 En Two lovers, una película que no se me olvida, estuvo fantástico junto a Gwyneth Paltrow, y al finalizar el rodaje, en octubre del dos mil ocho, anunció que se retiraba como actor para dedicarse a la música rap. La degradación o no,  tuvo que cursar muy rápida porque aparecíó descolorido, barbudo y desgreñado en el show de Letterman cuando estaba promocionando dicha película.
Él es un inmenso actor. Tiene antepasados irlandeses, españoles y judíos. Sus padres han llevado siempre una vida poco convencional; fueron hippies, se acercaron a las drogas, estuvieron en una secta que los mandó a recorrer sudamérica, tuvieron cinco hijos, a los que impusieron bucólicos nombres, regresaron a casa, se montaron una vida normal, se divorciaron, cambiaron de oficios y supongo que seguirán todavía con su aventura personal. Sus hermanos nacieron también dotados para la creación artística. Uno de ellos, River Phoenix, otro actor notable, murió en sus brazos en el noventa y tres de una sobremezcla de sustancias psicotrópicas a la salida de un club nocturno en Hollywood. Ha tenido novias que se dedicaban a la música, actrices, modelos, misses, y hasta una profesora de danza española.
Es mucho trajín para una vida, puede que su mente haya necesitado desconectarse un rato. Nada se pierde, y menos un año. Y menos todavía si ha decidido ponerse la cámara enfrente durante ese tiempo. Tengo ganas de ver la película.

martes, 7 de septiembre de 2010

Dalila versus Victoria

Yo no soy una limpiadora normal, yo soy la reina de las limpiadoras. Si pusieran una cámara indiscreta en cada habitación se darían cuenta. Le pongo una energía desmesurada. Si tengo que arreglar una habitación, la arreglo, pero quiero que quede perfecta. Dentro de lo que cabe, claro, porque si la mayoría de las cortinas están salidas de sus rieles o las papeleras están que dan asco, yo ahí ya no puedo hacer nada.
Pero hoy estaba en la recepción cuando ha bajado Victoria de hacer el chequeo y me ha dicho: "Susanna, cuando entro en las habitaciones que tu has arreglado, no hago otra cosa más que sonreír ¡qué bonitas!". Me ha gustado la imagen que ha usado para agradecerme el trabajo, la de la sonrisa en su cara, y es que esta chica es un sol.
No como Dalila que con las chaquetas de punto desmañadas que se coloca y su postura corporal encogida me hace acordar a la vieja del cuento de la castañera, con todo y que no tendrá más allá de treinta y cinco años. Siempre espera a que todos hayamos fichado la salida para robarnos nuestro tiempo, y con una mueca sonriente en la cara, que hace ver sus dientes careados, nos dice: "Venga chicos, es un ratito nada más, voy a mostrarles los protocolos a seguir en caso de incendio". "Venga chicos", y nos lleva al cuarto de la ropa limpia para enseñarnos como no quiere que apilemos las sábanas, por poner un ejemplo. No por aquí, no por allá, no no no; nunca nada positivo. Ella es más jefa que Victoria, y sin embargo Victoria le da mil vueltas en todo. Así es la vida.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Emigrantes

Monika es una chica guapa. Es rubia, de lacia melena y cuerpo delgado y curvilíneo. Pero lleva siempre su cabello recogido a la nuca en una coleta y viste pantalones de chandal que ocultan sus formas. Trabaja limpiando casas particulares y sigue limpiando la suya propia al llegar. Antes de ayer se fue con Sewerynn a Londres a pasar el día; lleva cuatro años aquí y nunca antes la habían visitado. Ella dice que es porque no ha dejado de trabajar desde el día en que llegó. Ahora esta cansada. Me muestra un álbum de fotos sacadas un tiempo atrás y suspira al observarse en las imágenes, más fresca, más joven y más luminosa. Ella se sacó la carrera en Polonia trabajando y estudiando a la vez. Le gustaría convalidar asignaturas aquí y seguir estudiando para conseguir la licenciatura británica. Para eso necesita dominar mejor el idioma. Debería asistir a clases, pero no tiene tiempo.
Ayer por la noche se acostaron temprano. Ya era tarde cuando bajé a la cocina y me la encontré sentada en el sofá, encogida dentro de su albornoz, tomándose una copa de vino y vagando por la red.  No podía dormir.
Esta mañana me ha comentado que siente que necesita cambiar de trabajo. Menos mal, pensé, esta chica está despertando.

En el tiempo del descanso he salido al jardín  y allí estaban sentadas junto a la mesa de madera Agneska y otra mujer. Es una huésped del Hostel y es húngara. Nos hemos puesto a charlar. Ella se ha venido a Cambridge en busca de trabajo. Qué tipo de trabajo, le pregunta Agneska. Limpiadora, que va a ser, dice, y pone cara de resignación. También es una mujer guapa, tendrá unos cuarenta años y viste buena ropa. Habla inglés mucho mejor que yo. Dentro de una semana llegará mi hija, comenta. Qué edad tiene tu hija, le pregunto. Catorce.  Le digo que mi hijo de diecinueve también está a punto de llegar.
Noto que me observa, me estará calibrando la edad y comparándose. Agnesca juega en otra liga, ella tendrá unos veintitantos y lo que más le apetece en estos momentos es quedarse sentada con su novio hasta tarde en la noche tomándose unas cervezas en el patio trasero de su casa.
Esta mujer húngara tiene un aire muy triste, y una mirada medio perdida. Yo en mi país era maestra, dice, y mira ahora. He tenido un trabajo durante dos semanas, pero me pagaban poco. Tendría que haber trabajado muchas horas para poder pagar el alquiler de una habitación, y la comida;  y se ensimisma en sus cálculos monetarios.
Lo que pensaba mientras la escuchaba hablar es que,  si todas las emigrantes en búsqueda de trabajo aquí tuvieran esos ánimos, yo tendría ganada de antemano la plaza de limpiadora en cualquier universidad.

domingo, 5 de septiembre de 2010

La circular

La tarde de ayer la pasé en el ordenador tratando de enterarme a través de Google de algo que había pasado en mi pueblo natal y que no sabía bien qué era.
Recibí una circular que decía lo siguiente:
Querido/a compañero/a.
Nos ponemos en contacto contigo para comunicar que, por parte de la comisión, se decidió ofrecer unos ramos de flores en los funerales de nuestros estimados amigos Joan y Alba y al mismo tiempo colaborar junto con el grupo excursionista Muntanya Serrada en la elaboración de unos libritos de recuerdo.
Y continuaba con la información práctica.

Dos personas; pensé en un accidente de coche, pensé en las recientes inundaciones de Pakistán; dos excursionistas, es posible que hubiesen viajado allí y les hubiese alcanzado el desastre.
Empecé a inquietarme bastante. Cada día muere gente en todos lados y yo no me atraganto con el desayuno al leer la prensa. Pero esta circular la mandaba la Organización de los 50 del año pasado. Se supone que uno u otro de los fallecidos, o los dos, tienen mi edad.
Puse sus nombres de pila en el buscador junto con el nombre de mi pueblo y en el quinto renglón apareció lo que buscaba: Joan Santaeulalia. Lo conocía. Joan Santaeulalia que murió el pasado mes de julio de un rápido proceso desencadenado por una reacción adversa medicamentosa....; la misma nota aparecía en varios medios locales.
Pude reconstruír lo que hasta ahora sé. Él murió hace un mes y su mujer desapareció hace una semana. A los dos días la encontraron flotando en las aguas de una laguna, en un lugar apacible, no lejos de su casa, donde imagino que ellos habrán pasado buenas tardes de verano.
El nombre de ella me resulta familiar, me suena del colegio creo, pero no la tengo presente.
Pero de él me acuerdo muy bien y me ha entristecido. Es muy raro porque, salvo por unos días el año pasado, casi no he pensado en él en los últimos treinta años.
Les he mandado un mensaje a los de la Organización de los 50 para darles mi pésame, ellos los han  tratado a diario y estarán muy tristes.
(en catalán)
Queridos amigos.
Os quiero hacer llegar mis condolencias por estas pérdidas tan preciadas.
Yo no sabía nada, he buscado en Google y cuando he leído una nota pasada en el diario con el nombre de Joan Santaeulalia me he quedado helada. No sé exactamente cómo han sucedido las cosas, lo que sé es que lo he sentido mucho. Es muy extraño, yo a él lo recordaba muy cariñosamente instalado en mi pasado, lo recordaba siempre sonriente y dispuesto en todas las reuniones, excursiones y acampadas. En la fiesta de los 50, él se acercó a saludarme, porque yo no lo hubiera reconocido, y me alegró verlo tan guapo, más que de jovencito, y siempre tan buena persona. Fueron cinco minutos nada más, lástima.
Es extraño, mientras él vivía su vida, yo no me acordaba de él, ahora que ha muerto ha revivido para mí. Y sé que no será un sentimiento que me dure una semana. Sé que su sonrisa morena y el aire amable que él tenía se fijarán ahora dentro de mí. Es un muerto que se añade a los muertos que ya tengo y que me acompañan de alguna manera en el camino.
Yo llevo dos meses viviendo en Cambridge y si no hubiese sido por vuestro comunicado no me hubiese enterado. Gracias.
Un abrazo, Susanna Morell.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Lady Gaga


Hoy es mi día Off, es decir, que no trabajo. Me he levantado tarde porque ayer por la noche me quedé pegada al ordenador viendo y reviendo los vídeos de Lady Gaga. Me encantan sus disfraces, me gusta su atrevimiento. Me parece una chica inteligente que sabe explotar al máximo su talento. La admiro por eso.
Zlatko, el vecino yugoslavo de la casita del jardín, me buscó e imprimió otros dos formularios a rellenar para solicitar plaza de limpiadora en la Universidad de Química. Los entregaré para no desperdiciar oportunidades, pero son solo treinta horas de trabajo semanal.
Con lo que sí ando obsesionada es con un puesto en el Instituto Gurdon, de investigación para el cancer, que ofrece una plaza para limpiar instrumental de vidrio, reponer material y "preparar placas bacteriológicas y algún medio básico (siguiendo recetas establecidas y bajo supervisión)". Esto podría resultar más interesante que limpiar escaleras. Aunque ya me veo trabajando allí, sé que es difícil conseguir plaza. Ofrecen un solo puesto y hay muchos candidatos.
Tennis Court Road es una calle tranquila llena de bellos edificios, no muy altos y de no muy lejana construcción, entre ellos el Instituto Gurdon, del que tengo una foto de la fachada principal que saqué el primer día que pasé por ahí. ¡Quién pudiera trabajar en un lugar así! divagué en ese momento. Es por eso que ahora me hace gracia tener una posibilidad allí..
                                  

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mi vecino de habitación

King's College
Esta mañana a la hora del desayuno he coincidido en la cocina con mi vecino de habitación. Le pregunto por cortesía a qué hora empieza a trabajar. Me mira con cara de incredulidad y dice ¿otra vez?, ¿cuántas veces te lo he dicho ya?. Con gesto resignado estaba a punto de recitarme de vuelta su variado horario laboral cuando lo he parado y le he dicho que, si quiere, me lo escriba en un papel y lo cuelgo al lado de mi ordenador para tenerlo siempre presente. Capaz que lo hace.
En la casa todos hacemos uso de la misma vajilla, menos él, que tiene su propio plato aparte y sus propios cubiertos que lava a mano con cuidado. Un día metí sin saber uno de sus tenedores en el lavaplatos y corrió a abrir la máquina para rescatarlo.
Cuando fue el cumpleaños de Seweryn, él y Monika organizaron una fiesta. Estábamos con sus amigos en el jardín escuchando música, charlando y tomando unos cócteles cuando se me acerca Nándor un tanto misterioso y me pide que vaya un momento a la cocina, quiere mostrarme una cosa. Me enseña allí un frasquito de hierbas aromáticas de mi propiedad que en un descuido yo  había colocado en su estante. Eso lo tenía muy desconcertado.
Es un tío peculiar; si no lo escuchara casi cada mañana silvar bajo la ducha al ritmo de la música, me inquietaría un poco.
Pero mantengo con él una buena relación. A veces noto que Monika y Seweryn se atemorizan un poco cuando nos escuchan discutir en voz alta.
Él reniega de Inglaterra y del clima asqueroso que tiene y dice, y eso me hizo gracia, que como puede existir un país tan estúpido que instala por separado en los lavabos el grifo del agua caliente y el de la fría.
Me ha contestado que, no es que se desilusionara de este país, es que ya no lo quería de entrada.  De Hungría ni habla; por su culpa es que él tiene que estar aquí.
Pero le  brillan los ojos es cuando habla de Italia, de Portugal, y también de España. Y dice: Allí te sientas en un banco al sol y te olvidas de los problemas. Tienen calles anchas, de piedra, con casas todas diferentes, cada una con su carácter, y no estas birrias estrechas con casas todas iguales que tienen aquí. Hay casas nobles, hay catedrales, hay historia. Yo ya no le digo nada.
Le gusta mucho también sudamérica, a estado por allí y sabe algunas palabras en español.
Él reniega del cristianismo, en todas sus versiones, por la muerte y destrucción que causaron a lo largo de la historia, y  sus comentarios ofende a Monika, que por más que duerma con su novio y no pise la iglesia, siente que su religión la une a su país y no le gusta que nadie se meta con ella, pero todo queda en discusiones de sobremesa. Lo gracioso es que Nándor tiene un aire y un aspecto físico que se asemeja al de un cura progre de barrio.
Lo que debería hacer este chico es irse a Costa Rica, buscarse una novia y montar una familia. La exuberacia del país le ayudaría a sacarse la grisura que ahora lo apaga y un húngaro allí  podría resultar exótico.
No puedo entender qué de interesante puedes escribir en tu blog si llevas una vida aquí de lo más aburrida, me decía esta mañana. Vamos a ver, te pasas el día trabajando, llegas arrastrando tu bicicleta y te encierras en el cuarto a teclear en el ordenador, no veo la aventura por ningún lado.
Escribe sobre historia, escribe sobre catedrales, eso es interesante, me decía. ¿Cómo voy a escribir sobre catedrales si en dos meses que llevo en esta ciudad no he visitado ni un solo edificio histórico? Tú eres el historiador, escribe tú un libro, escribe un libro sobre las dichosas catedrales si tanto te interesan, le decía. 
Por un lado me dice que nadie va a leer un blog donde no suceden auténticas aventuras y por otro lado me pide  por favor que saque su nombre de mis escritos ya que "él es un hombre normal, que no busca la fama". Lo dijo exactamente con estas palabras; vaya, parece que él alucina más que yo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cumpleaños de mi madre III


King's College- S.M.
He comprado dos platos preparados de ensalada de pasta, más fruta y otras cosas en un Tesco de Mill Road y he ido a casa de mi hijo. Hoy hemos coincidido en nuestro día libre y hemos comido en su habitación. Lucas está en cama dolorido de una mano y de un pie. Ayer salió por la noche con otros dos amigos de Barcelona y se liaron a tortas con otros españoles. ¿Se puede creer?. Hará unos cuatro años se cayó de la moto y se rompió la muñeca de mala manera, lo operaron y al poco tuvo que pasar una semana  más en el hospital por una infección muy importante que el médico de urgencias no supo detectar a tiempo. Luego no hizo toda la recuperación que debiera. Y ahora va, y la pega con ese puño. Así le ha quedado la mano, hinchada como un globo.
Le digo que no lo entiendo; ¿cómo puede ser que cada dos por tres ocurran cosas de estas?. ¿Cómo que cada dos por tres?  me dice, es la primera vez que me peleo desde que estoy aquí, además fue por salir en defensa de Marcel.
Es la tercera defensa que le conozco. No todo el mundo tiene un hijo altruista, que pone sus músculos al servicio de los demás. Mi hijo es tranquilo y no busca bulla, pero no le gusta que se metan con sus amigos.
Se ha comido su pasta y la mitad de la mía, dos plátanos, un paquete de galletas y medio litro de naranjada. Se lo ve enorme tumbado en esa cama de una plaza. No tiene nada que ver con el bebé que un día salió de mi panza. Me enseña en su portátil una foto en la que se ven un montón de niños pequeñitos, todos bien colocados mirando a la cámara, al lado de su monitora. Enseguida lo reconozco, porque él tenía un pelo abundante y revuelto, como un pollito amarillo, casi blanco. Que lástima que ahora lo lleve siempre tan corto.
Me comenta que se la ha encontrado por casualidad en la página de Facebook de una amiga suya, y por la foto se han enterado de que habían compartido vivencias infantiles sin saberlo.
Ahora voy a lo mio, le insisto en que tiene que escribir algo para su abuela, que él siempre ha redactado bien y que es solo cuestión de sacudirse la pereza.
Me pregunta si creo que mi mamá ha superado la muerte de mi padre. Cada tanto me lo pregunta.
No lo sé, le digo. Lo que si sé, porque no hace tanto lo hablábamos, es que ha superado por completo la muerte de su hijo. Por supuesto lo lleva y lo llevará siempre con ella. Pero me explicó como ella lo ve. Unos se van antes y otros nos iremos después, dijo, y que no es tanta la diferencia.
Como Lucas escuchaba atento y me pedía más, le conté la infancia de mi madre, que ella recuerda idílica, en su pueblo de mar, el trasladó de toda la familia a Barcelona y la muerte de su madre al dar a luz al que iba a ser su quinto hijo, mi mamá tenía once años.
Creo que Lucas me atendía en parte por que la historia es interesante y en parte porque estaba bajo los efectos de un potente analgésico que le había suministrado un compañero de piso.
Me despedí de él no sin antes insistirle en que fuera al hospital a que le miraran la mano.
A la noche me mandó por Skipe el escrito que tengo que mandarle a mi hermana.
Es este:
(en catalán)
 Avia, a parte de que eres una mujer super espabilada y fuerte, que sabes ir hacia adelante en todo tipo de circunstancias difíciles de la vida y que eres mental y físicamente super joven para la edad que tienes, lo que más me gusta de ti es tu bondad. Me acuerdo de cuando era pequeño, de muchas cosas, sobre todo cuando venía una mujer a llamar a la puerta y tu le dabas dinero para que comprara comida para su familia, en ese momento no lo entendía, pues ahora lo entiendo perfectamente, hacer ese tipo de acciones para ti no significaban casi nada a nivel económico y para las otras personas podía resultar super importante. Y tanto como es dar dinero, puede ser ayudar a las otras personas, sean ricas o pobres, a hacerles las cosas más fáciles. Yo creo que después todo lo bueno que has hecho regresa a ti: "cada uno recoje lo que siembra".
Me gustaría mucho, si puedes, que un día vinieses a vernos, a mi madre y a mi, a Cambridge, y yo creo que a ti también te gustaría mucho porque tiene mucha naturaleza y es todo muy bonito, y yo sé que a ti te gusta viajar. Que sepas que te quiero mucho y me acuerdo mucho de ti y del padrí también. Muchos besitos y abrazos.
PD: Avia, perdona por pegarte patadas cuando era muy pequeño y estábamos tu y yo en casa y mis padres se habían ido al cine.