viernes, 29 de enero de 2016

¿Para qué sirve tener seguidores en Instagram?

Pintura de Julian Opie
En este nuestro biológico funcionar a una inquietud le sucede la siguiente, o nos crecen juntas como hongos junto al tocón, esos que se nutren de la sustancia de lo último que queda, antes de dar por extinguido cualquier vestigio del previo árbol existente, pasando sus elementos a formar parte de otros compuestos, en diferente suerte de asociación, por ejemplo, el de resultar seta; así las inquietudes se nos reproducen, mutan y relevan, permaneciendo indestructibles en su esencia, bajo una forma u otra.  Para contrabalancear ese flujo desasosegante la máquina que como humanos nos presta soporte lleva incorporado un generador de otro tipo de fantasías, estas más risueñas y esperanzadoras; como baluarte de nuestra especie, para evitar que nos tiremos bajo las vías de un tren.

Por lo que respecta a mi cuestión no es que haya abandonado en mitad de una ruta campera, con riesgo de atropello por vehículo o animal, la idea de película que algún día tendrá que ser. Simplemente la ha quedado aparcada, a buen recaudo, con la marcha atrás puesta y el freno de mano echado. En ese sentido se agotaron mis pasos. Aunque he bregado hasta lo insalubre por el final feliz que le convenía a esta historia, los hados del destino se resisten a concederme el éxito en la misión. Privado de redondeo al estilo clásico mi cuento se queda sin armazón, puro teatro del absurdo si fuera a representarse, apreciado por unos cuantos raros, en el mejor de los escenarios imaginables. Lo único que por esta vía cupiera fuese que Berta Canals desde su otra vida se levantara y obrara  milagro, o aconteciese de esa suerte algún otro tardío resultado a mis gestiones. Así que ya lo voy digiriendo, hay un tiempo para actuar y otro para quedarse tranquilo y en ese sentido me toca lo segundo.

Si no me estuviera tomando cloruro de magnesio cada mañana -esa cucharadita de cristalizado que la costumbre y mezcla en decilitro de zumo de naranja llegan a convertir en pócima casi neutra al paladar- estaría, repito, si no fuera por ese cloruro, atacada de los nervios ante ese vacío que ninguna otra nueva representación en mi espacio imaginativo logra llenar con carga tan movilizadora e ilusionante y me resulta difícil concebir que me pueda emerger otra fantasía de ese calibre; y es que se apareció como el propósito de mi vida, ¡nada menos!, eso que todos andamos buscando y solo unos cuantos -los auténticos privilegiados- reconocen tan fuerte, claro y temprano que se salen prácticamente del chupete para ponerse en su consecución. Mi voz interna lo supo en Cambridge, incluso antes de llegar,  que ahí estaría, que ahí estaba la clave para lo que he venido a hacer a este lado de la existencia, aparte de lo natural que a casi todos nos acontece, y ahora resulta que puede que solo fuese una escaramuza que me jugaran mis propias ganas aquello, y a saber a qué tardía fantasía tendría que atender de aquí en adelante para lidiar el auténtico combate, en el improbabilísimo supuesto de que me volviera a asaltar otra descomunal paranoia y la creyese de nuevo como la definidora total de mi conjunto.

Mientras tanto sigo con mi cúmulo de ocupaciones habituales. Claro que entiendo que esta vida va de una lucha contínua que solo queda definida cuando la palmas. Hasta ese instante cabe conseguir lo más estético dentro de lo que te es dado, si es que se pretende la auténtica forma, para que no te sorprenda como resultado final una boñiga en lugar del jarrón de tus sueños, o una cerámica de Lladró en lugar de la felizmente pseudo-desestructurada cagarruta que tu alma andaba en el anhelo de alcanzar.

No obstante, una de las actividades que más pillada me tiene en la actualidad guarda relación directa con este blog. Hace treinta y dos semanas que me manejo por Instagram, la aplicación y red social, donde me metí para ver de qué iba y, por supuesto, para tratar de promocionar estas página.

Instagram según mi experiencia

A horas de ahora me parece absurdo eso de verse en la tesitura de tener que emplear montañas de tiempo en pulsar likes a otros, que ni siquiera te interesan de verdad, para que estos a su vez te pulsen a ti y llenarte de contento a la que vas a mirar y encuentras el indicador rojo prendido, señal de que a alguno le gustó lo que colgaste, con el numerito que indica a cuántos, y corres a enterarte de quién te dió el clic y a qué foto le pulsó el me gusta, enredada tu también, sin poder desengancharse.

Tengo esa visión al carecer de haber dado con un feed-back interesante o descubierto el truquillo para que sirva a mis propósitos. Quién sabe si voy a cambiarla.

Al tratarse de una aplicación de  teléfono destinada a compartir fotos y vídeos, me he dado cuenta que entraría dentro de lo muy singular, por no mentar de nuevo a lo paranormal, que tan siquiera a medio de uno, de entre mis proporcionadores de likes o seguidores, se le ocurriera ir a mirar al perfil y ante el link a estas páginas -que estratégicamente allí coloqué- le deviniese la curiosidad, pulsara en el enlace y frente a una visión de casi puro texto se quedara enganchado a las líneas. Adentrados en el supuesto, llega la segunda prueba a superar, y es que he comprobado que resulta en extremo incómodo leer y moverse por un blog basado en letra escrita cuando es visualizado en pantalla de ese minúsculo tamaño.

Para descartar que pudiera creerse que juzgo a Instagram como el zorro de la fábula a las uvas que no alcanzaba, diré que me ha resultado estimulante el hecho de colgar fotos y vídeos en un lugar cara al público, como en una galería supuestamente. Es atractiva y desde luego muy adictiva esa dinámica de ir publicando imágenes y recibiendo de inmediato la respuesta que van teniendo. Resulta hasta morboso, así vaya lo colgado de peluches; parecemos todos los perros de Pavlov, salivando por un like.

Desde mi posición lograda hasta la fecha solo alcanzo a ver la utilidad del sistema para aquellos que ya son famosos. A estos sí que con solo colgar su material les bastará y como plataforma de autopromoción y de pretendido trato directo con sus fans les debe de funcionar fantástico; también para la venta de los productos por ellos creados o avalados, o para poner de relieve las causas que apoyen. Todo sin malgastar un minuto, y si algún día se levantan con ganas extras de halago vertido sobre su figura pública, con pasear su vista por unas cuantas ristras de los comentarios dejados por sus admiradores les bastará. Tan inocentes estos, que no saben como va el mercado entre bambalinas, tan puros en su desinterés al manifestarles su afecto. Aunque en el fondo seguro que estos también están queriendo algo de sus célebres predilectos; así les alcance una micronésima de su halo, alguna oculta esperanza para sus vidas los impulsará a ponerse en contacto con su estrella del ámbito que fuese. Por la vía social de Instagram pueden creerlos cerca. De hecho, en las cuentas que manejan en persona, se llega a percibir el latido del célebre dándole a su pantalla al otro lado de la línea, y no digamos lo familionarmente* bien tratada que se sentirá su tribu de obsequiosos si, para corresponder a la estima e incentivar el fervor, contesta a boleo el admirado a algún comentario.

Dije "pretendido" trato directo, pues no se la puede jugar el famoso, bajándose de su podio al fango del pantanal, a exponerse a que le salga el monstruo del Lago Ness ofreciéndole una manzanita en su disfraz de abuelita, para tentarlo y caiga. De otro costado, para qué se va a enmarañar dicho célebre en los territorios inciertos del habla tú a tú con un desconocido que se le presente a través de las redes sociales, si ya tiene para aventura el desarrollo de su arte y para fruta exquisita la extra abundante y jugosa que le proveen sus cuidadores del jardín encantado. Para qué iban además a necesitar de hacerse en relación de igualdad con cualquier mortal fuera de su círculo protegido, si aún sin salirse le surgen al paso los bichos raros, como el loco ese, que va persiguiendo desde hace diecisiete años a la actriz americana Gwyneth Paltrow, con el propósito de casarse con ella, pues la siente consumida y pretende a envite de  biblia y miembro viril devolverle el contento.

Imagino les resultará también más útil Instagram a aquellos que quieran promocionar algún producto -o a sí mismos- fácil de incluir en alguna categoría. Así los clasificados sin margen de duda podrán ser encontrados sin margen de error por sus buscadores, y de esa manera, rápidamente, adquirir una creciente cantidad de seguidores aquellos que destaquen por su excelencia en la materia a la que se dediquen; de ahí a hacer negocios o a tratar de cumplir con las intenciones y expectativas que los llevara a abrir cuenta en este medio.

Celebración de la primavera
Porcelana de lujo Lladró
Igual habrá muchísimos metidos a Instagram por la simple ansia de curioseo y para rematar la matada de tiempo en los tiempos que se contemplan y anomenan "muertos"; otros lo usarán para intercambio de imágenes entre su círculo de próximos y no entrará en sus planes expandirlo; y otros lo mantendrán a modo de diario o revista a tope ilustrados, donde enterarse de lo que se cuece en las élites del ámbito que les interese.

A mi me ha sido útil Instagram hasta la fecha para descubrir a algunos artistas plásticos, y a un fotógrafo con el que me he puesto en contacto, pues pienso podría valer para que lo contraten en la productora cuando se agolpen en los próximos meses los trabajos que deberían surgir, encomendados gracias a mi labor de comercial. Esto me queda corto, desde luego, para justificar la energía invertida.

¿Seguiré o no seguiré entonces en Instagram?; esta es la cuestión que está por resolverse.

¿Para qué sirve tener seguidores en Instagram?; esta es la otra cuestión que me gustaría tuviera respuesta.

lunes, 11 de enero de 2016

Gracias Freddie Mercury

Gracias David Bowie

Se oscurece el panorama cuando un genio se va. Es triste que tengan ellos también que dejar esto, por más que perduren en su obra, como esta de David Bowie, sublime a poco de morir...
o en el post siguiente, junto el otro injustamente desaparecido, Freddie Mercury y el mágico resultado de la unión entre ambos, Under Presure.