jueves, 3 de noviembre de 2011

Chinelas fucsia

Óleo de Henri Matisse
Estando en su dormitorio el hermano de Seweryn escuchó una noche a su padre llamándolo fatigosamente desde el suyo. No acudió. Si el chico llegó a pensar algo quizá fuera que el hombre se había vuelto a pasar con la bebida. A la mañana siguiente se lo encontró muerto en la cama. Muerto a los cincuenta y dos años.
Yo sabía por Monika que Seweryn tenía algunos problemas en su familia. Él nunca nos dijo, Monika tampoco nos contó y yo no pretendía saber, aunque estaba segura de conocer a uno de ellos en persona.
Hacía dos semanas que habían vuelto de unas vacaciones cuando tuvieron que repetir el viaje a Polonia por motivo del fallecimiento. De retorno Seweryn le trajo a Monika, que regresó primero,  un paquete de parte de su madre.
¿Qué hacen aquí estas chinelas tan despampanantes? me pregunté cuando las vi aparecidas sobre el mueble zapatero de la entrada. Resolví que las habría dejado ahí Anna, la mejor amiga de Monika, para usarlas cuando viniese de visita; al menos aparentaban de su talla.
Hoy en el desayuno Monika me ha puesto al tanto.
-¿Acaso no te parecían para mí?, me ha preguntado en tono socarrón. Tenía ganas de hablar. No había podido dormir bien. Te aseguro que esa mujer está tramando algo.
-Yo seguía su discurso mientras me iba comiendo el bocadillo.
-Empecé a notarlo incluso antes del entierro, en pequeños detalles, y ahora estas chinelas....
¿Tu sabes?, regalar calzado en Polonia está visto como señal de que el obsequiante desea echar de un puntapié al obsequiado....
Al sacarlas de su envoltorio me dí cuenta enseguida de que el peligro estaba ingresando en mi casa....

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