domingo, 23 de junio de 2013

Al teléfono


Le pasé buenas nuevas de mis hijos a mi madre por teléfono y dijo que le había alegrado para el día entero, dado que está de cuidadora de mi tía Elvira, recién operada, y no para de escuchar hablar de males y antiguas experiencias hospitalarias por parte de los que van a visitarla.
- Es que la gente ... vaya manera de animar a un convaleciente ...
También me dijo que era que fantástico que tuviera a los hijos tan ocupados, porque sino, vaya panorama.
- Siendo como estáis, si encima ellos estuvieran en casa sin hacer nada ...

Por lo escuchado, a la distancia se nos debe de ver mal.
Suerte que mi madre es reacia a martirizarse por problemas suyos o ajenos que le parezcan, siendo que con ello no resuelve y prefiere mantenerse  positivamente energetizada. Además, doble desperdicio sería, pues a mi juicio, pocas parejas deben de pasarlo tan bien como la de mi marido y yo, juntos o por separado.
Me imagino que nuestro núcleo familiar debe de ser blanco a veces de la charla preocupada de la familia grande; más que pesar, supongo les proporcionamos conversación y opinión de sobremesa; igual que cuando yo estoy allí y se empieza a diseccionar, analizar y resolver de palabra con toda la buena intención la vida del resto ausente; ello no deja de ser una buena manera de unir lazos entre los presentes y tema válido para amenizar los postres.

Actualmente estoy instalada como una reina en el  dormitorio vacío de nuestros hijos. Esto me proporciona una gran dicha. Por supuesto no me refiero a una de esas reinas auténticas, casadas por interés, con aposentos privados y tan separados que ni a la noche se encuentran con sus reyes. No, no, a mi me gusta en la cama con mi marido, que si la tuviéramos más ancha mejor, pero siendo que es de metro treinta y cinco centímetros, pues ahí estamos, unidos como los que más y a la fuerza compenetrados. Pero a la hora de concentrarme, contar con un espacio propio es la gloria, y sucede que en cuanto me meto en el cuarto y cierro la puerta, se me abre otra, y así, hasta fin de mes. 
Ya me pasaba con la pintura. Ansiaba un lugar donde para poder trabajar en secreto, para dejar luego asomar la punta de las telas solo en caso de conseguir una obra a mi parecer mostrable sin desmerecer en cualquier museo de arte contemporáneo del mundo. Con tamaño requerimiento, ahí quedó la cosa. Con el ordenador es diferente, me basta un click para cerrar ventana, así que puedo esta a mis anchas con la puerta simplemente ajustada.

Por otro lado hablé con mi cuñada Maite, que estaba empeñada en que mi marido y yo aprovecháramos las plazas libres disponibles ahora en verano en el apartamento que su hija en París, para ir a visitarla y de paso disfrutar de unos días en la ciudad de la luz en alojamiento gratuito.
Le tuve que poner gráficamente al corriente de la circunstancia nuestra, porque de lo contrario no hubiese entendido.
- Mira Maite, por ahora tenemos vetado salir ... a Barcelona si es por algo imprescindible, pero no más allá ... piensa que cuando estaba en Cambridge, tenía Londres a cuarenta minutos en tren ... y tan siquiera lo pisé ... allí nos hubiéramos podido alojar en hosteles de la compañía donde trabajaba, que quedaban por el centro ... mira si no era para aprovecharlo ... y sin embargo ... ni en autobús al pueblo del costado ... yo me movía siempre en bicicleta ... hasta en la peor de las nieves.
Mi cuñada es una monada, la quiero mucho. Comprendió y dijo que ella lo iba a arreglar, y que nos invitaba a mi madre y a mi para que nos fuéramos las tres en Julio a pasar unos días con su hija allá.

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