Dibujo Susanna Morell |
Reconocía Eloísa que los temarios son tan extensos que resultan inabordables incluso para los profesores, que ella está falta del tiempo necesario para montar clases más atractivas, con material audiovisual o interactivo que debería buscar por su cuenta, porque no le viene proporcionado, además de andar por detrás de los críos en el manejo de las nuevas herramientas, así que la mayoría de ellos se aburren en las clases.
También coincidía con lo que me dijo una vez en la inmobiliaria una profesora sui géneris que quería comprar un piso: "Es mil veces preferido en España por los maestros y tiene muchas más posibilidades de culminar con éxito los estudios obligatorios un niño de reducida capacidad pero aplicado, que otro muy inteligente que se duerma en clase o pase olímpicamente de lo que quieran enseñarle".
Y sigo por mi cuenta.
Al primero se lo valorará, se le adaptará el programa, se lo bajará a su nivel para que pueda aprobar, al segundo se le tendrá fastidio, si es movido y molesta en clase, será considerado la peste, y si los padres no logran reconducir su actitud, tratarán de mantenerlo apartado, con expulsión tras expulsión, hasta que abandone, si es que antes no lo ha hecho, precedido de un largo período de campana*tras campana, con lo cual no me extraña que España tenga, con Catalunya a la cabeza, el ratio de fracaso escolar más alto de Europa, con uno de cada tres jóvenes alejándose de las aulas antes de haber completado el período de enseñanza obligatoria, chicos listos en su mayoría, que se quedarán para reciclarse por su cuenta, en el mejor de los casos.
Por supuesto que yo no soy una experta analista, pero me llama la atención algo.
Tengo tres sobrinos que fueron a una muy buena y prestigiosa escuela en una ciudad de provincia catalana, eran aplicados y sacaron sus cursos con notas superiores a la media, el hecho es que ahora están en la recta final de sus respectivas carreras universitarias, pero cuando en su adolescencia se fueron cada uno a su tiempo a cursar un año que les convalidaba a los Estados Unidos, alucinaron con la enseñanza de allá. Independientemente de sus otras muy variadas experiencias y lugares donde les tocó vivir, coincidieron en valorar la escuela como un espacio simpático y acogedor, sorprendidos cada mañana por sus ganas de ir, la actitud tan diferente de los profesores, siempre relajados y sonrientes, con ganas de ayudarte, de enseñarte, con menos asignaturas, más fácil, pero muchísimo mejor para aprender. Así lo decían ellos.
Tengo tres sobrinos que fueron a una muy buena y prestigiosa escuela en una ciudad de provincia catalana, eran aplicados y sacaron sus cursos con notas superiores a la media, el hecho es que ahora están en la recta final de sus respectivas carreras universitarias, pero cuando en su adolescencia se fueron cada uno a su tiempo a cursar un año que les convalidaba a los Estados Unidos, alucinaron con la enseñanza de allá. Independientemente de sus otras muy variadas experiencias y lugares donde les tocó vivir, coincidieron en valorar la escuela como un espacio simpático y acogedor, sorprendidos cada mañana por sus ganas de ir, la actitud tan diferente de los profesores, siempre relajados y sonrientes, con ganas de ayudarte, de enseñarte, con menos asignaturas, más fácil, pero muchísimo mejor para aprender. Así lo decían ellos.
También mi marido tiene una nieta viviendo en Londres que cursó en Madrid en un colegio de monjas y siendo que se fue con su madre a establecerse al Reino Unido, comenzó allí en un instituto estatal, notando al poco la diferencia, a favor del lugar inglés. El caso es que ella, una chica alegre, inteligente e inquieta, siguiendo la tendencia familiar de sus tíos, mis hijos, es probable que en España no hubiera acabado de encontrarle el gusto, y sin embargo allí parece que está muy estudiosa, con miras a su capacitación superior y entusiasmada con las asignaturas que ha elegido.
*Hacer campana: Hacer novillos, saltearse alguna clase.
*Hacer campana: Hacer novillos, saltearse alguna clase.
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