viernes, 12 de diciembre de 2014

Buenas Fiestas

Dani, el profe de Zumba
Dibujo photoshop S.M
El hijo mayor de mi marido, hartó del suelo duro de la ciudad, se largó a comprarse un velero desde dónde pilotar su negocio a la vez que navegar cruzando los continentes. Hoy hace un año que hicieron la mudanza, él y su mujer, hacia la Manga del Mar Menor, instalándose en su morada flotante en el Puerto Deportivo Tomás Maestre, donde nos juntamos el resto de la familia para celebrar el Fin de Año. 

Para las fechas en que nació nuestro primer vástago, Daniel, ese hijo anterior de mi marido y su ex mujer, se vino desde la Argentina a residir a España, dónde trabajó al principio como ayudante de fotógrafo para un amigo nuestro publicista, en un plató de ese Madrid que tras veinticinco años dedicado a montar su propio chiringuito, y con la empresa en plena expansión, decidió cambiar por allende los mares. 

Para fin de año Daniel nos alquiló un apartamento al costado del barco, en esa franja habitada por fantasmagóricos edificios, si es que no fueran de real cemento, dando a los dos mares, con el encanto de lo desierto en invierno, y nosotros correspondimos con un guiso de lentejas pardinas para la entrada en el dos mil catorce; con exquisitos entrantes adquiridos por mis hijos en un perfectamente surtido gran supermercado de El Corte Inglés, total vacío de clientes en horas previas a las campanadas, en las que por supuesto nosotros enviamos a cada clong la correspondiente uva a nuestro gaznate, doce, con brindis de cava y besos al acabar, para desearnos lo mejor. Luego me enteré que es tradición italiana, la de comer lentejas para recibir el nuevo año, con lo cual acabé de satisfacerme, no obstante mi marido comentara, que en adelante, aun en diario, quisiera evitar de comer otro plato de esas.

Daniel y Karina quieren irse a dar la vuelta al mundo, pero de momento, en un año, han hecho el recorrido desde su puerto inicial, en la provincia de Murcia, hasta el de nuestro pueblo, en la de Barcelona, donde lo han tenido en dique seco, o en pantalán amarrado, hasta que acaben con las reformas que le están haciendo. Total que los tenemos a dos millas terrestres de casa, o bien metidos en ella, y la mitad de equipos de la productora de vídeo y fotografía aquí, si extiendo el brazo los puedo tocar, abultando en la habitación dónde ahora mismo estoy escribiendo. 

Curiosidades de la vida, en estas fiestas, son mis hijos madrileños, Lucas y Simón, los que van a tener que venirse para acá, para estar con la abuela y gran familia en Nochebuena. Nochevieja se supone que en casa, con la original que hemos formado.

¡Buenas Fiestas a todos!

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