sábado, 27 de diciembre de 2014

Leggins

Delia, la super profe - dibujo Photoshop S. M.
Una vez aparecí en la casa de la playa con unos leggings negros hasta el tobillo y encima una camisa holgada que me tapaba hasta por debajo del trasero. Mi madre no me comentó del atuendo, algo que me llamó la atención, pues hubiera sido su natural decirme si le gustaba más o menos. Luego de treinta y pico de años vengo a enterarme de que les resultó absolutamente turbador, extremadamente provocativo por lo ajustado. cuando ahora esas mismas mallas son el recurso de cualquier mujer para andar cómoda por casa o en la calle, sin soliviantar el ánimo de nadie. Claro que al lucirlos con tacones pasan de automático a otra más apasionante categoría, pero esa es ya la condición del tacón, elevar en todos los sentidos, con independencia del resto de la indumentaria. Descubría a la vez mi familia, por lo descolorido de la braga del bikini en relación al sujetador, que en otras arenas me bañaba en top-less, pues por lo visto no me funcionó lo de igualar el tono tendiendo en la soga al sol por separado la parte de arriba. Los leggings eran en realidad como un maillot de cuerpo entero. Por la misma época los usé en Brasil sin cubrimientos, con una magnífica sensación que experimentaba, de andar al aire mostrando curvas y sacando pecho, tan natural como cualquiera de los que veía por la calle. Ahora salgo de casa hacia el gimnasio ceñida de arriba abajo de la misma manera, y si necesito paso por el supermercado, y de lo más que se le podría ocurrir a alguien clasificarme es de deportista. Aunque en Manaos me topé con una mujer que me tachó a los gritos de puerca por usar unas bermudas. En mitad de la selva, unas bermudas de estampado tropical*. Por cierto que este tipo de pantalón a media pierna, tampoco era cien por cien apto para usarse en ciudad, en Barcelona así lo recuerdo, tuve un traje de chaqueta sahariano con el cual me daba cierto reparo salir a la calle al principio. Pero es que ha pasado mucho tiempo desde todo eso, y también se han descontraido los códigos de vestimenta en general en el globo, excepto para las que tienen que ir cubriéndose cada vez más.

*Mi madre y mi tía las confeccionaron, para todas las primas bajo el mismo patrón, lo último en moda que les vi coser. De los retazos sobrantes fue que les hice años después los taparrabos a mis hijos.

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