jueves, 17 de diciembre de 2015

El desacierto de Mark Zuckerberg


Mark Zuckerberg, con su política de combatir los "nombres falsos" ha conseguido dejarme anonadada. El creador de Facebook pretende eliminar nuestro posible poliedrismo forzando a sus clientes de red social a presentarnos los unos a los otros mediante única "auténtica" faz, esa avalada por el nombre y apellido con los que fuimos cargados al nacer, o que depositamos en nuestros documentos identitarios años luego, amiguitos planos, sin doble o triple vertiente, reconocibles todos por una personal exclusiva filiación, con el objetivo de evitar volvernos peligrosos, pertrechados ocultos tras la inexistencia de nuestro físico constatado por carnet. Lo superlativamente grave, encuentro, es que procedieron en la implementación de la medida lanzándose cual sobre presa a extirpar, directos a las vísceras de su sospechoso, ese sujeto que precisa de bifurcarse para caminar exento de su asignado nombre por alguno de los ramales que se le ocurran.


Protestas en la Pride Parade de San Francisco
Así que me encontré esta semana, sin previa errada maniobra por mi parte, con la pasmosa sorpresa de ver como mis "amigos" de Facebook comenzaban en cascada a clicar "like" en las fotos colgadas o a dar al pulsador para seguirme en mi otra cuenta de red social, Instagram, en la que por algo -deberían haberlo considerado los pensadores de Zucherberg- me anoté bajo nombre imaginario, y solo a una mente viciada, u en exceso oxigenada, podría ocurrírsele motivo obsceno, perverso o criminal,  por encima del artístico, o el simple sanísimo de dar rienda suelta a expresarse sin el corsé de una pública, quizá políticamente correcta y demasiado atornillante, única identidad.

Define el Diccionario de la Lengua Española la palabra seudónimo o pseudónimo como nombre utilizado por un artista en sus actividades, en vez del suyo propio. Así que de lejos viene marchando por las vías de la expresión creativa eso que Mark y su equipo pretenden extinguir de su circuito.

Por supuesto Mark Zuckerberg puede hacer con su empresa lo que le apetezca, faltaría más, y así lo hará. Mira si va a tener en cuenta comentarios semejantes o la de manifestaciones que se puedan organizar.  O sí, y en consecuencia los demás seguiremos o nos desapuntaremos de ese engendro de su mente, invento que funcionó hasta el éxito total que tiene y ha contribuido una enormidad al encuentro social y a cambiar las formas. Por tanto le agradezco, y le supongo al ser de Mark Zuckerberg un buen pedazo de inteligencia y capacidad de maniobra acertada, no obstante puedan ocurrírsele algunas pifias.

Se han manifestado en este dos mil quince colectivos de lesbianas, gays, transexuales y drag queens. En mi caso particular, he de decir que lejos de impetuosos caudales fue un goteo de los cuatro amigos que tengo en Facebook lo que provocó mi estupefacción, cuando se vinieron uno tras otro a pulsar en mis fotos de Instagram, los que tienen a la vez cuenta en esta red, enterados por la de Facebook de mi existencia bajo otro nombre, que no daba abasto a bloquearlos -debido a mi lentitud de reflejo- por el riesgo de que puedan descubrirme en este blog, cuyo enlace coloqué  junto al perfil.
                     

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