miércoles, 19 de octubre de 2016

Robótica arácnida de los cojones

Acrílico y photoshop - S.M.
Acabo de caer en algo patético. Luego de tener la ilusión continuada desde hace cuatro meses de que alguien me estaba mirando desde los Estados Unidos, de golpe, en el espacio de media hora, he descubierto lo que puede ser. Un crawler o spaider, una araña web, un programa informático que se mete en los lugares cibernéticos y actuando según patrón de búsqueda humana analiza de forma metódica los algoritmos para indexar la información de las páginas y sus conexiones y enviarla a la base de datos del motor de búsqueda que lo ha puesto en marcha para facilitar clasificar y jerarquizar la información y así ofrecérsela a los usuarios. Toma ya. Es decir, que no es una persona la que está detrás, sino un puto robot de los de ahora, uno automático, sin un mínimo de comprensión emocional. O peor. Hay otros bots -aféresis de robots- que son spam, como el correo no deseado, es decir, tráfico basura, con unos estrambóticos nombres de referencia que mutan con facilidad, igual que el país de su procedencia.

La otra rematadora información de la que me he enterado en esta abrupta caída en cuenta es que si en un principio ese tráfico basura provenía mayormente de Rusia, ¡Rusia!, o alguna de sus ex provincias de cuando la Unión Soviética, ahora se ha convertido en una avalancha procedente de los Estados Unidos, seguido de Alemania, Bosnia, Corea del Sur o cualquier otro lugar insólito para un blog de escritura en español.

Empecé a sospechar al ver que no dormía quien fuera que estuviese detrás, ¿cómo era posible que no descansara mi querido lector americano?, ¿sufriría de insomnio?, ¿no le bastaba el día subyugado por mis textos que aprovechaba los intermedios de su duermevela nocturna para seguir con ellos?. Antes del descalabro presumí con vehemencia que se trataría de alguien del mundillo del cine, pues ningún alma ajena al interés artístico-empresarial que nos sería común se detendría a mirar con asiduidad lo que ninguna otra miraría, máxime sin librar comentario en la casilla ex profeso para entablar diálogo bajo cada post. Obvio es que ningún alma se queda leyendo los textos de otra, sin conocerla o sin previa propaganda que le hayan hecho, solo por haber dado al azar con ellos en su navegación en línea; ninguna alma de la masa haría eso, por más que se detuviera atraído por unas líneas. De ahí deduje que tendría que tratarse de alguien fuera del grueso de la gente, llamado a picar en el blog por mi propio llamado, por el resultado a la larga de las largas cañas que había tirado. ¿ Se puede creer eso?, ¿se puede creer que alguien confíe su futuro en algo así?, ¿cómo podría explicar?.

Las visitas causantes de mis crecientes curvas en la estadística usaban el sistema operativo Linux. Nutría mi imaginación el leer que suelen usar Linux las organizaciones que necesitan proteger al máximo sus datos, tal la bolsa de valores de Nueva York o Londres, el acelerador de partículas del Cern en Suiza, la flota de submarinos nucleares de la Marina Estadounidense o el tren bala japonés. Ahora ya me he enterado también: Linux es el sistema idóneo para esa robótica arácnida de los cojones. Sin ir más lejos Google la utiliza con los suyos, según parece. 

1 comentario:

  1. Aunque no vaya a solucionar nada, es más preferible usar Tor como navegador web. Sólo como pequeño consejo.

    ¡Un saludo!

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