Miquel Barceló |
En ese mar se pierde pie a escasos pasos de donde rompen las olas y en sus playas los granos de arena no alcanzan a quedarse adheridos a los cuerpos de los bañistas. Gozar de estas características es como una señal de identidad entre los veraneantes habituales de esa costa, en contraposición a los de otras.
Mientras aguardo mi tanda en la pescadería noto cierto orgullo de pertenencia en esos hombres que tengo delante en la cola, que en atuendo playero y ducha recién tomada disipan la impaciencia removiendo entre las manos sus atados de llaves en tanto que eligen con la mirada alzada sobre el mostrador las piezas recién llegadas que en cuanto les toque la vez se va a llevar a casa para deleitar a los suyos en la cena.
En honor a mi pasado les dedico estas líneas, que espero no sean las de otro:
Ellos y ellas son los mismos,En honor a mi pasado les dedico estas líneas, que espero no sean las de otro:
aunque no sean los de antes,
reconocibles asiduos,
en esta plaza, en París, o en Cambridge.
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