Parker's Piece - S.M. |
El verano pasado, el once de julio del dos mil diez, el equipo español de fútbol se alzó en Sudáfrica con la Copa del Mundo. Igual que cualquier otro lugar en el planeta, la ciudad de Cambridge enmudeció durante el partido; caminando por Mill Road veía a los cafés bullir de expectación mientras me apuraba en llegar a mi provisional casa de recién llegada para poder contemplarlo como cualquier parroquiano de bien. Lo consiguió España y los polacos del piso de mi hijo me sacaron una cerveza para que lo celebrara. Hubiese pensado que se alegraban más ellos por mí que yo misma, de no ser porque fui la única en permanecer pegada frente al televisor mucho más allá de la hora en que el partido acabara.
El español Rafa Nadal ya se había hecho por esas fechas con el trofeo francés de Roland Garros, que en estos finales de mayo se está de vuelta disputando en París, y fue también luego proclamado campeón sobre la hierba inglesa de Wimbledon y sobre el suelo duro del US Open norteamericano.
Ayer el F.C.Barcelona ganó la Copa de Europa en el estadio londinense de Wembley, arrasando al británico Manchester United en el partido final de la Champions League.
¡Viva el Barça! ¡Viva el Barça!.
Aunque no soy muy de fútbol, ni muy de patria, reconozco que notaba ese calorcillo reconfortante en el alma que da la victoria mientras veía desfilar por la tele a mis triunfales jugadores. Más teniendo en cuenta que uno de ellos es el novio de mi sobrina, y que mi hermano Mateu, junto con ella y otro de sus hijos, se encontraban también en el estadio.
Aunque no soy muy de fútbol, ni muy de patria, reconozco que notaba ese calorcillo reconfortante en el alma que da la victoria mientras veía desfilar por la tele a mis triunfales jugadores. Más teniendo en cuenta que uno de ellos es el novio de mi sobrina, y que mi hermano Mateu, junto con ella y otro de sus hijos, se encontraban también en el estadio.
El chico de Girona, por el cuál contratamos via internet los cursos de inglés para Lucas en su escuela y no en otra, nos dijo, tras conocerlo en Londres, que llegábamos con el aire a favor ya que los españoles estaban gozando en ese momento de buena fama en el país; los españoles y los latinos en general.
Puede que por el mismo fenómeno que hace que una mujer encinta vea embarazadas por doquier o un enyesado a otros con escayolas , yo escucho hablar mucho de España por la radio. Lo bueno es que siguiendo esa lógica deberían llegar a mis oídos tanto los comentarios adversos como los elogiosos y sin embargo son muchos más los que me alagan, por lo que me toca, que los que no.