viernes, 17 de febrero de 2012

Pedida de mano


-"No seas cruel, no seas cruel", le musitaba mi madre a mi padre.
-"Es como si se fuera a tirar por un barranco y no la avisara, no te das cuenta, cómo me voy a quedar callado", le contestaba su marido.
-"Mamá, esto no es una novela de Corín Tellado, déjalo que hable", le decía yo a ella.
-"Si te vas con ese hombre, no cuentes conmigo para nada. Tenlo bien en claro, porque eso va a ser así para siempre", continuaba mi padre. 

Lo acababan de conocer, a mi futuro marido. Luego ellos me acompañaron con el coche a Barcelona y viajamos en absoluto silencio hasta que mi padre aparcó  frente a mi vivienda en el barrio de Gracia.

Mi madre me dijo hace poco que lo pasó fatal en el viaje de vuelta a su casa: "Mira que me cuesta llorar, a veces pienso, como la Colometa*, si no estaré hecha de corcho, pero ese día.... ".
Lástima del sufrimiento de ella, porque la verdad es que la escena del veredicto final en el interior del coche,  ellos dos adelante, yo atrás en medio y mi padre hablándole al aire me empezó a resultar graciosa desde el mismo momento en que la estaba viviendo y más allá, cuando vi desaparecer su poderoso Mercedes calle Torrent de l'Olla abajo.
*Personaje protagonista de La plaza del Diamant, poderosa, también, novela de la escritora catalana Mercè Rodoreda.

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