lunes, 27 de agosto de 2012

Rojo púrpura


Levanté una etiqueta adherida a la madera de una cama y la pegué en mi camiseta en el lugar dónde debería llevar la placa con el nombre.
El papelillo adhesivo era de color púrpura, con el precio impreso en blanco de diecinueve libras con noventa y nueve peniques.
Ese iba a ser mi precio.
Se me ocurrió un negocio callejero. Ponerme en mitad de la acera con un cartel que rezara: "19'99 libras, por bailar contigo como si tu fueras para mi la persona más importante del mundo; por el tiempo en que dure la canción".
Estaba haciendo habitaciones pero evidentemente me encontraba semidormida.
Me había despertado de madrugada sin poder volver a conciliar el sueño. En esa duermevela pensaba en mis hijos, en lo que me gustaría darles y no puedo, si esta historia en Inglaterra no es más que una ilusión de salida del laberinto.
Estaría por la mañana con el resaca de la película que habíamos visto a la noche mi marido y yo en la pantalla del ordenador,"Power, Passion and Murder", con Michelle Pfeiffer y Héctor Elizondo de protagonistas, ni siquiera consta en la filmografía de ella, una historia ambientada en el Hollywood de los años treinta rodada en el ochenta para televisión.
Ahora que tan poca imagen, de celuloide o pixel, entra por mi retina, esas, cargadas de glamour, me impactaron, como las del excelente film francés The artist que vi con mi marido en Barcelona.
Amanecí nostálgica. ¿Me alcanzarían alguna vez esos vestidos, esos coches, esas casas, ese estilo que no ha de regresar?.

martes, 21 de agosto de 2012

The Old Vicarage

El poeta Rupert Brooke
1887-1915
Busco en el diccionario en linea wordreference.com la palabra pijo/a y la define así:
"m. y f. Joven generalmente de posición social elevada que sigue la última moda y tiene unos modales y una forma de hablar afectados y muy característicos".
Siguo indagando en el diccionario de la Real Academia Española y aparece lo siguiente:
"Adjetivo despectivo coloquial. Dicho de una persona: Que su vestuario, modales, lenguaje, etc. manifiesta gustos propios de una clase social acomodada".
A eso iba, la palabra lleva una carga más bien despectiva.
Victoria Beckam, "la posh", está en España traducida como Victoria "la pija", y no siempre es tratada allí con el merecido respeto.
Voy en busca de la traducción del adjetivo posh al español y me encuentro con las siguientes acepciones: Elegante, de lujo, cursi, afectado. Sin embargo la palabra pijo/a simplemente está traducida al inglés por preppy. 
Es un lío, por tanto aclaro.
Para evitarme, si algún día me la encuentro, que Victoria me de en la cabeza con el bolso de su propia firma, diré que a ella la considero, así a la distancia, una mujer talentosa y con gracia, dejándome de la tontería de si le gusta o le disgusta el ajo.
Por otro lado, el adjetivo pijo/a, me resulta de entrada emotivamente neutro; más bien tirando a positivo, diría.
Y en el caso de Grantchester me venia a referir a una forma no afectada de ser de una clase social cultivada y bien alimentada, sobre todo por huevos de gallina campera.

Ya nos hubiera gustado a mi marido y a mi tomarnos un expreso en la cafetería de The Orchard, pero  solo servían café de filtro recalentado a precio de bourbon americano, así que me senté en las tumbonas verdes únicamente para que mi marido sacara la foto, como yo luego se las saqué a él junto a las lápidas del cercano cementerio o abrazado a  la estatua de hierro de un soldado en el jardín delantero de la casa  de Jeffrey and Mary Dorren Archer, el polémico y millonario escritor americano y la científica especializada en reconversión de energía solar y presidenta del Cambridge University Hospital NHS Foundation Trust. El matrimonio se compró y reside en la antigua vicaria del villaje, una casona rodeada de bosque que ha pasado a lo largo de los siglos de mano en mano reconocida y a cuyo soldado accedimos dado que la reja se encontraba abierta. No vimos cámaras que nos filmaran, pero es posible que las hubiera, porque ese marido escritor debe de contar con algún enemigo.

domingo, 19 de agosto de 2012

La gallina Turuleca

Algunos del llamado
Círculo de Bloombsbury
Con un agosto agradablemente caluroso y la marcha a España a solo un mes de lejanía, se me ha renovado  el ansia por acabar de explorar esta ciudad; me refiero a su superficie, recorrer lo poquísimo que me falta en bicicleta y y hacerle conocer a mi marido lugares que  todavía no había pisado, como los márgenes del río Cam hacia el norte y hacia el sur en dirección a las afueras.
Así  nos acercamos hasta el villaje de Grantchester, por un sendero asfaltado que transcurre entre prados verdes, que se extienden a la izquierda o a la derecha, según vayas de ida o de vuelta, y declinan suavemente hasta llegar a compartir borde con los meandros del río, que por eso se denomina la zona Grantchester Meadows.
A la vuelta de esta primera excursión a la zona campestre posh de Cambridge mi marido escribió una nota en el ordenador para sus amigos de Facebook. 
Digo que el área es pija, como Victoria, la posh de las Spice Girls, porque se huele hasta en las flores y porque me he enterado que lo viene siendo desde la época de la otra Victoria y más allá.
Se dice que Grantchester tiene la mayor concentración del mundo de residentes con el Premio Nobel otorgado y que a principios del siglo pasado los artístas del Círculo de Bloombsbury venían a sentarse a tomar el té entre los manzanos del huerto de The Orchard, terreno conquistado por los estudiantes de la University of Cambridge para tal práctica, a resguardo de la popular costumbre de finales del siglo diecinueve de ir a tomarlo a orillas del río del prado adyacente. Esta innovación paso con el tiempo a ser la norma, que se extiende hasta los días de hoy, en que locales y turistas tras las huellas del pasado se acercan a The Orchard para recostarse al fresco en tumbonas verdes después de haber pasado por el autoservicio de la casa de té.
Sin saberlo, y por tanto sin ánimo de revertir la tendencia, mi marido y yo descubrimos la pradera vacía junto al área concurrida y decidimos incursionar por sus bordes para ver de llegar al río, como efectivamente resultó, y allí nos sentamos, sobre tronco caído, a comernos en paraje idílico y solitario los bocadillos que llevábamos en la mochila.

Yo también llegué a casa con el ánimo de escribir algo, por eso evité leer la nota que el bólido de mi marido de inmediato colgó en la red. Pero como los días pasaban sin sentarme al ordenador, pues la idea se me enfrió y ya me daba igual ser influída, así que fui a mirar lo de él.
Pude ver que quedamos atraídos ambos por la misma sujeta.
Era sospechable y me asumo como cómplice en el asunto; incluso tengo ahora un cartel a la vera de mi ordenador con la imagen a color de la hermosa pelirroja que descolgamos furtivamente de una reja, y a esa sí, seguro, va a quedar colocada para el recuerdo en algún rincón honorable de nuestra casa en España.
El cartel reza lo siguiente:
"Encontrada gallina el lunes 30 de junio del dos mil doce, en el parking de The Orchard. Está sana, salva y feliz. Llámenos a los teléfonos tal o tal".
Quién la recogiera se tomo el trabajo de confeccionar, plastificar y colgar los carteles en múltiples puntos del villaje, así que uno menos no afectaría a la pobrecita, a más bien afortunada ponedora.
Así dijo mi marido como parte de su nota:
"Considero que es una gallina apetitosa, no desde el punto de vista gastronómico sino sexual. Nunca he sido adicto al animalismo u otras parafilias semejantes, pero siento que esta gallina está para comérsela... a besos. Si no fuera porque soy estrictamente monógamo tejería un romance con ella. Sí, compartiría una noche de lujuria con esta gallina pechugona.En la ventana de un cottage leemos un cartel que anuncia la venta de media docena de huevos por una libra. Dice el cartel (escrito a mano) que fueron puestos por las señoras gallinas Mary, Katty, Doris y Mrs. Brown. Nos hace gracia el anuncio, así que golpeamos a la puerta y sale a recibirnos una matrona bajita, gordita, y muy simpática, que nos trae los huevos envueltos en una preciosa servilleta de hilo que sin duda vale mucho más que la media docena de huevos. Susanna y yo nos miramos sabiendo que la servilleta pasará a integrar la dotación de nuestro ajuar doméstico".
Después de hacer un repaso con nombres y apellidos a los ilustres personajes de las letras y las ciencias que se sentaron a tomar el té o a vivir por la zona mi marido continúa con la historia:
"Le pregunto a la señora que nos vende los huevos si la gallina del cartel era suya. Dice que no, que es de una vecina. Le pregunto si tiene nombre, como las de ella. Dice que no lo sabe. Le sugiero que de no estar bautizada podrían llamarla Turuleca, pero no le confieso que me la beneficiaría sexualmente, aunque sí se lo digo a Susanna, entonces ella me pregunta si podríamos hacer un ménage à trois".

viernes, 3 de agosto de 2012

Práctica ropa interior

Durante algunos años tuve una tienda en una galería comercial anexa a un mercado. 
En una mañana tranquila estaba adentro de la tienda de corsetería cuatro puertas más allá de la mia charlando con su propietaria, cuando entró la dueña de una de las panaderías del mercado en busca de ropa interior "extremada", como ella mismo dijo.
Así de pronto me sorprendió su petición, porque más bien la hubiera figurado para no salirse nunca de los básicos de ropa interior, discretos y confortables.
A ella se la podía ver siempre de aquí para allá, pendiente de su negocio y otro que tenía, con su bata blanca, de líneas rectas, controlando cada detalle y a las chicas que atendían.
Al marido no se lo veía tanto porque estaría haciendo el pan.
Nos contó que se iban a Cancún y quería irse bien pertrechada.
Ella era una catalana delgada y tirando a guapa, lo único que me  parecía un poco seca de trato para imaginármela contoneándose y pasándole marabues por la cara al marido, que por cierto estaba de bastante buen ver.
Se llevó una buena cantidad de conjuntos caros.
Lo que más gracia me hizo fue su comentario:
"Mirad, al marido hay que darle lo que pide, porque si no lo encuentra en casa, tarde o temprano se va a ir a buscarlo afuera, y yo prefiero gastar el dinero ahora en esto, a que él luego tenga la necesidad de ir a gastárselo por ahí".

miércoles, 1 de agosto de 2012

!Gracias por el Fish & Chips¡

Spanish pescadito frito
Otra vez estoy metida en la maratón del verano.
Recordaba el año anterior, cuando al final de la carrera, exhaustos los tres en el jardincito les decía a James y a Jamie que había llegado mi momento de decir adiós a ese lugar.
Ahora llega la definitiva; me vuelvo a España, está decidido.
Me lo venía diciendo mi marido y llevaba razón, en estas condiciones mejor volverse, ya nos llegará el momento de regresar con mayor poderío.

Lo que me dio el empujón final para sentarme al ordenador a comprar los billetes de solo ida a Barcelona fue ver a James y a Jayne, una chiquita de Nottingham llegada a trabajar para el verano, pagando por los ticket que les valía para comer de las sobras del buffet de Mr Kaufman.
Servido todo en un plato los vi engullendo en el cuartucho del despacho, eso sí, cada uno en el suyo, sin tan siquiera una mesa de por medio; "a la mitad del precio al público, chicas, por si os apetece tomar algo", como bien nos había ofrecido a Indre y a mi la directora.
James y Jayne se acogieron a la oferta, sin ganas de llegar a casa y ponerse a preparar después de haberse pasado el día trajinando entre fogones.
Yo antes me arrancaba un clavo y lo comía, pero cada cual es cada cual.
Ian tampoco se sirvió; aunque a saber porqué no lo hizo.

Al día siguiente sin embargo tuve que cenarme a la fuerza un Fish & Chips.
A la fuerza de su amabilidad, porque nada menos a James y a  Ian se les ocurrió  pagarme entre los dos el ticket para que pudiera servirme del pescado empanado que tenían previsto para el menú de Mister Kaufman.
Aquí se está dando una confusión..., pensaba mientras trataba de pegar bocado rápido, ...algún malentendido de carácter cultural... ...esta rico, la verdad, muy fresco para ser refrigerado...... ¡que encanto de hombres!...... ¿porqué me habrán invitado?... ... me da que están pensando que paso hambre... ... claro, con tantas exclamaciones por mi parte con respecto a la comida, puede que de pie... ... o a lo mejor simplemente están tratando de obsequiar a la española con el típico bacalao de aquí..., o quizá quedaban cuatro filetes sueltos en la nevera y los echaron todos a la freidora.., ...en fin, que sea lo que sea.... Me lo tomo como el Fish & Chips de la despedida.