jueves, 15 de marzo de 2012

De dos en dos

Llevo observado que si rompo un vaso, al poco otro objeto de cristal o cerámica termina hecho pedazos a mi alrededor.
Por eso, cuando recibí respuesta de mi primo sacerdote Legionario de Cristo al mensaje de reencuentro que le había mandado meses atrás, me sobrevino la idea de que quizá alguna otra sorpresa me aguardaría al abrir el correo electrónico,  hecho que aconteció. 
Igual quedé petrificada al leer el nombre del remitente. El corazón me latía fuerte mientras leía esas lineas. ¿Habría llegado el momento que esperaba?. 

Le pregunté a mi primo del verano en la playa si recordaba un  lugar escondido que teníamos en el bosque y le hice saber lo mucho que entonces me hubiese gustado salir de entre la maleza con uno de esos chorreoncitos de sangre que a él se le hacían en las piernas. 
Él me contestó que no se acordaba de arañazos, aunque sí de momentos que estábamos juntos y la buena amistad y compenetración que aún siendo niños teníamos.
Seguimos con los mensajes en adelante y ojalá no se interrumpa la comunicación.
"Yo rezo por ti y tu familia, te lo prometo", me dice, lo cual, dicho así, me enternece y agradezco de veras.
Lo que me inquieta es que al final siempre me pregunta como está mi fe en Jesucristo, qué importancia tiene él en mi vida y cosas por el estilo.
No sé que contestarle.
¿Podría decirle que más que en Jesucristo me inspiro en Madonna?, ¿que soy alérgica a los mensajes?, ¿que  si seguimos como hasta ahora puede que el rollo se nos acabe pronto?.
Debería hacerlo, no por dármelas de chula, sino por contarle algo esencial, que la forma es lo único que me interesa, y a ver como reacciona.

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