Endorfinas |
En ausencia de directoras me encontré por la mañana a Chris y Jessy enzarzados en una triste discusión de camas por hacer y ella pidiéndome que mediara.
Pero mi querida Jessy, no me hizo la tontería de favor que durante tanto tiempo le pedí, rogué y finalmente olvidé, igual que mi querido James no me ha pasado ni creo que me vaya a pasar la receta de la tarta que me prometió y que a cada momento le iba detrás poniéndole cara de súplica para que me anotara.
En la piscina los ojos se me llenaban de lágrimas tras las gafas y lanzaba hacia el fondo sonoros lamentos en la tranquilidad de saber que podrían pasar por espiraciones profundas. Ni siquiera llegaron a alcanzarme plenamente los efectos de las endorfinas.
La tarde, que prometía una primera hora ligera, me recibió con una inundación provocada por el lavaplatos reparado en la semana anterior.
Este venía largando desde hacía tiempo la vajilla opacada por una grasienta agua de enjuague sin que nadie pareciera advertirlo o darle importancia. Ni nadie me dijo que vendrían a arreglarlo, ni nadie me dijo que ya lo habían arreglado. Yo, sola, quedé sorprendida y satisfecha por el centelleante brillo que ahora despedían las piezas que salían de mi máquina.
Este venía largando desde hacía tiempo la vajilla opacada por una grasienta agua de enjuague sin que nadie pareciera advertirlo o darle importancia. Ni nadie me dijo que vendrían a arreglarlo, ni nadie me dijo que ya lo habían arreglado. Yo, sola, quedé sorprendida y satisfecha por el centelleante brillo que ahora despedían las piezas que salían de mi máquina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario