Encuentro de las Aguas - Brasil |
Yo no entendía porqué no entendía.
El lío se debía a que el había pensado que la carta que leyó de mi pen-drive en el ordenador de la biblioteca era solo de ficción.
"Sí hombre, cómo iba a fabricar un escrito con fecha, membrete y despedida para no mandarlo", le dije, y ahí nos quedó aclarado el asunto.
La agente literaria de mis amores me hizo saber por correo electrónico que le encantó leer la carta y que le mandara los originales que quisiera por e-mail, que los iban a mirar, y los libros publicados de mi marido, que se los hiciera llegar cuanto antes a la agencia.
Bastante tenía con esa emoción que al poco me llegó otro correo diciendo que acababa de mirar en la web de mi marido, la importancia de su obra, lo qué se decía de él y lamentándose de nunca haberse cruzado con él, con un libro suyo, con un artículo, y demás lindeces que me hacían pensar que había dado en la diana.
Por más que estuviera contenta, me reservaba el entusiasmo para el espejo, que es el único seguro. La de Berta es simplemente una puerta que parece abrirse, cómo otras lo parecieron antes en la carrera literaria de mi marido.
Por más que estuviera contenta, me reservaba el entusiasmo para el espejo, que es el único seguro. La de Berta es simplemente una puerta que parece abrirse, cómo otras lo parecieron antes en la carrera literaria de mi marido.
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