lunes, 16 de enero de 2012

Lauren & Hardy

Tiempos modernos - Charles Chaplín 
Llevaba dos meses sin escribir, pero el hostel me ha devuelto la afición, a fin de cuentas le voy a tener que estar agradecida.
Su directora lo puso a funcionar como un Bed & breakfast, esas casas familiares reconvertidas en hotelitos de cuarta atendidos por amables patrones capaces de ponerse a oler bragas y calcetines de sus huéspedes en cuanto estos se dan la media vuelta. No es que tenga nada en contra de esos establecimientos, es solo que imaginarlos me provoca alergia.
Así que la directora barrió con el sello duro del ex director ladrón a golpe de flores de plástico, rótulos en redondilla y pastelitos made in ella hasta conseguir enderezar al personal poniendo a cada uno en su lugar.
Ella cree en la bondad de su cometido, se lo toma en serio, lo noté en las charlas de la compañía, la tenía al lado y ni media broma se me ocurrió hacerle, hará carrera, porque vamos a ver, HNA es una institución caritativa, eso nos quedó claro, y ella, como inglesa de pro, está muy por ese tipo de labor.
"......con el ladrón al menos no había manera de confundirse", me dijo Wauter para mi sorpresa en el autobús de vuelta.
¿Tanto sería?.

                                                       
"Como te podría explicar" me dijo la señorita en noviembre, llevándose los dedos al entrecejo.
Lo que yo no podía entender es que tratara de escatimarme diez días de vacaciones, y menos bajo el razonamiento de que si ella no lograba comunicarse conmigo, entonces yo tampoco podría llegar a hacer un simple cálculo matemático.          
Me pone de los nervios sentirme atrapada en la descripción pormenorizada de este tipo de menudencias, pero que se le va a hacer, la cuestión es que tuve que empeñarme por mis dos semanas hasta recibir una carta que terminaba así: "Si estas de acuerdo con las condiciones, puedes irte en estos días tan ocupados".
A Betty Boop le fue peor, que se quedó sin las suyas debido a ese ajetreo constante.

Gracias de todos modos que nos puso a Terry. Como curranta esa mujer nos comprende y como capataza nos da instrucciones, a sus subordinados, que la obedecemos cual robots de primera generación. En navidad nos obsequió, a sus peones, con unas cajas de galletas por auxiliarla y nosotros a su vez le agradecimos que   nos hubiese metido a actuar de cómicos en una antigua película sin necesidad de pasar por casting.
Ahora he de rellenar las casillas de una hoja con las ideas que se me ocurran para mejorar mi talento, el del equipo, la propaganda y demás incredibilidades a exponer en una entrevista personal. ¿No es un tanto perverso todo esto?. En  los tiempos del viejo proletariado estas cosas no sucedían. Creo que voy a acudir ataviada con un bombín.

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