martes, 15 de enero de 2013

Fin de Año


El viaje de ida hacia Madrid para celebrar el fin de año con nuestra familia de allá se presentaba como agradable, siendo que íbamos a viajar en coche mi marido, yo y nuestro hijo Lucas, con el que tenemos pocas ocasiones de estar, y sin embargo nos cogió un tramo en el que mi marido conducía de noche y con niebla espesa por una carretera de doble sentido adelantando camiones que se sucedía uno tras otro, haciéndonos sudar la gota helada a mi hijo y a mi, y teniendo que pasar por la discusión entre ellos en la que Lucas le exigía a su padre poder apearse, y mi marido perjurarle dejarlo en la siguiente área de servicio si no cerraba el pico, el uno proclamando al aire ser demasiado joven para morir y el otro en silencio, seguro de conducir con prudencia avezado por su larga trayectoria en carreteras y condiciones similares.

Sin embargo el viaje de regreso que realizamos solos mi marido y yo pintaba bueno y salió mejor. Al comienzo iba bien dentro de lo normal, sobre todo tras darme cuenta en la primera gasolinera de que me había desaparecido el billetero del bolso, pero hacia los tres cuartos del camino se nos dio un momento de excepción.
Entonces le conté a mi marido como fue el proceso que dio origen a esto que escribo, y también de la película que desde siempre pienso que se hará y de cómo me encontraba al principio en Cambridge.
-Te lo voy a decir. Pareciera que me estuviera alimentando a base de hongos rellenos de sustancia psicotrópica. Me venía una frase a cada tanto que corría a anotar si podía, "estoy tocada por la gracia de dios", "estoy tocada por la gracia de dios", pero claro, me abstuve de ponerla en el texto por evitar una nota tan alta de comienzo.
-A veces funciona bien partir de una nota alta, contestó él.
-Ya, pero esa me pareció un poco demasiado alta para una novata...  hace poco se me ocurrió que podría venir bien para el cierre.

Entremedio, en Madrid, comimos un fabuloso pavo relleno y tomamos las uvas de las doce campanadas en uno de los estudios de producción de nuestros hijos, con Daniel (el de él), Lucas (de los dos), nuestros nietos (los de mi marido), y Josefina (una amiga de todos).
Digo pavo fabuloso porque Daniel lo cocinó con mucho mimo y quedó riquísimo, y también porque Daniel se había esmerado en que todo saliera genial y así fue, pero luego su padre se descolgó con un artículo en el diario, "El pene del pato", en tono fatalista, que dejó a su hijo un tanto desconcertado y alarmado, y tuve que deshacerme en explicaciones cuando me llamó a Barcelona por teléfono.
-Pero a ver Daniel, ¿acaso no conoces a tu padre?.
-Después de que saliera la nota me llamó porque tu le dijiste ¿verdad?.
-¿Yo?, te juro que ni sabía que habías hablado con él, ¿cuándo te llamó?.
-Es que me estuvo diciendo que lo pasó muy bien... se lo notaba contento...
-Pues porque lo pasó bien, qué querías que te dijera si lo pasó bien, ¿que lo pasó mal?.
-Entonces... ¿porqué ese artículo tan....?
-¿Pero no ves que tu padre es un escritor?....si le pides mañana te hará otro en color rosa, o negro, o rojo sanguinario... sobre lo mismo.
-Así que te parece...
-¡Me parece que no tienes que hacer caso personal de lo que escriba!.

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