Il viaggio di Capitan Fracassa |
Me gustan los escenarios. Aunque no los he tenido cerca, por alguna extraña razón me siento íntimamente ligada a ellos. No en balde tres de las películas que más me han impactado en la vida llevaban la escena incorporada a su argumento.
Treinta años pasaron desde All that Jazz, del director Bob Fosse, ¡el mismo que dirigió Cabaret!. Los números musicales eran muy poderosos, lo mismo que el actor Roy Scheider en la piel de un exitoso coreógrafo, supuesto álter ego del director, aferrándose frenéticamente a la vida a golpe de espectáculo, en tanto que la muerte, corporizada en una Jessica Lange fantasmagórica, lo asediaba.
Veinte hace de la película del director italiano Ettore Ecola, El viaje del Capitán Fracassa, que en una ambientación brumosa y teatral le seguía la pista al carromato destartalado de una troupe de cómicos ambulantes y a sus vidas, pueblo a pueblo por la Francia tenebrosa de fines de siglo XVIII. La vi con mi marido en un desaparecido cine del Paseo de Gracia barcelonés y lo recuerdo además porque eché a perder en un mar de lágrimas el vestido de hilo que llevaba puesto y que me encantaba.
Hace algo más de diez vi Dioses y Monstruos, del director Bill Condon. Me costó respirar de principio a fin. El realizador James Whale, quién dirigiera en los años treinta la película El doctor Frankenstein se enfrenta en este film a su vejez y a su final. Es hermosa la relación narrada entre él, interpretado por el actor Ian Mc Kellen, y su nuevo jardinero, por el actor Brendan Fraser.
Nombro únicamente aquí de pasada a la película ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, porque supongo que ya surgirá la ocasión de volver sobre ella más adelante.
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