jueves, 21 de julio de 2011

Barbacoa al atardecer II


Kitaj
Natacha, Jessy, Wauter, James y Jamie comparten alojamiento en una casa que el hostel tiene habilitada para su personal a escasos minutos caminando de este. En realidad el hostel dispone de dos viviendas, una para los empleados de lujo, directora y subdirectora, y otra para los de semi lujo, cocineros y recepcionistas. A los demás siempre nos cabe la posibilidad de alojarnos bajo el puente de la cercana estación si es que no conseguimos rebuscárnosla por nuestra cuenta.
Bueno, la cuestión es que a Jessy se le ocurrió organizar una barbacoa en el jardín de su casa y juntarnos a todos para que socializásemos alrededor de unas salchichas asadas y unas cuantas bebidas alcohólicas.
Ella usó el verbo socializar cuando copa en mano me decía que esa fiesta ayudaría a relajar el ambiente en el trabajo. Acabo de buscar este término en el diccionario de la Real Academia Española y me he encontrado con la siguiente acepción que hace al caso: Socializar: 2. tr. Promover las condiciones sociales que, independientemente de las relaciones con el Estado, favorezcan en los seres humanos el desarrollo integral de su persona.
Lo cierto es que me lo pasé muy bien en esa fiesta. ¡Qué bonito, todos juntitos!. Estuvo Chris, que aunque ya no trabaje en el hostel seguro que tenía ganas de vernos. Él acompañaba a su mujer, Victoria. Se vino la directora, una chica de aspecto y modales agradables con la que Chris socializó sin ningún tipo de resquemor aparente. A Victoria se la veía muy guapa y relajada; su avanzado embarazo le sienta muy bien, al igual que la idea de enlazar sus vacaciones con la baja maternal y con su más que probable abandono definitivo del hostel.
Jessy se movía por el centro animando el asunto. Jamie deambulaba por los bordes y se ocupaba de la música. Wauter hizo de parrillero y se encargó más que ninguno de los preparativos porque de cierta manera esa fiesta  era un preludio de su despedida; él es otro que abandona el barco. Natacha, Katty, James y la simpática Jay, que dejó la recepción por un momento para venir a saludar, cosa que no se permitió Dalila. Nada quedó aguado; el estado atmosférico reinante se contuvo por unas horas para permitirnos disfrutar de una encantadora velada de verano inglés.
Viva la civilización. 

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