lunes, 4 de julio de 2011

De compromisos


Seweryn compró un anillo en Polonia, lo guardó en  Inglaterra y lo puso en manos de Monika en España (estuvieron de vacaciones en nuestra casa).
Se lo conté a mi madre porque sabía que le iba a gustar.
-¿Sabes dónde se comprometieron?
-¿Dónde?
- En la escalinata de la iglesia.
-¡Oh! que bonito, que lugar más romántico.
-Si, él llevaba el brillante en el bolsillo a la espera de encontrar el momento y el lugar adecuados y mira, se lo fue a dar en el lugar más típico. Parece que estaba anocheciendo, que soplaba una brisa cálida, que el mar estaba calmo, con la luna imagino, todo ideal.

Mi madre me contó de niña que el tío Fernando, a la sazón un reputado cardiólogo de  Barcelona, en la época de querer comprometerse con la que iba a ser su esposa, se encontró con el problema de no poder comprarle a ella el brillante que merecía, pero eso no fue obstáculo y llegaron a la boda , con la promesa de que algún día lo tendría. 
Voy a detallar a continuación los ingredientes que a mi entender llenaban la historia de romanticismo a los ojos de mi madre de entonces:
  • Que el  hombre no era un desharrapado, sino un estudiante de medicina en su largo período de especialización.
  • Que en su carrera como doctor llegó a la cúspide. 
  • Que su novia no tuvo duda acerca de las obvias posibilidades de él.
  • Que no se conformaban con un pedrusco cualquiera.
  • Que ella, al poco, lucía una pieza tan fulgurante como su amor había demostrado serlo.
A continuación reescribiré la historia del tío Fernando sin los ingredientes arriba indicados:
"Mira hija, el tío Fernando era un muerto de hambre que se dedicaba a tocar la trompeta cuando conoció a la que iba a ser su esposa. Por caprichos del amor ella se prendó de él y le soltó eso de "yo contigo, pan y cebolla" adaptado a su manera como "yo contigo, pan con aceite", porque la chica era fina y por una diferencia de calderilla no iba a permitir que un aliento apestoso imperase sobre su relación. Él le prometió el oro, el brillante y todo lo que quisiera, pero como tenía la cabeza más llena de pájaros que de otra cosa, no pudo cumplir con sus objetivos y se vieron abocados a la miseria. Ahora están viviendo su amor bajo el puente, bajo el puente de piedra, allí estarán bebiéndose sus cervecitas y asándose palomas a la vera de otros mendigos. Tampoco es tan mala vida ¿no te parece hija?.

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