viernes, 15 de julio de 2011

Puto Hostel

Oleo de Joaquín Sorolla
¿Se le ocurriría a alguien cuerdo, que a la vista no es nadie especial y al que no le ha sucedido nada fuera de lo común, pasarse desde la niñez hasta su bien avanzada edad adulta sosteniendo la oculta impresión de que su vida está destinada a ser carne de película?
Pues esto es lo que me pasa a mí.
Nunca antes se lo había dicho a nadie, ni se me hubiese ocurrido ponerlo por escrito si no fuese porque hoy llego azuzada a este lugar.
Tengo en mi móvil español un destinatario de número anotado por mis propios hijos cuando eran menores que no he borrado porque me resulta enternecedor. Dice así: Puto Cole. 
En su honor digo que este hostel en el que estoy trabajando es un Puto Hostel en el que me estoy dejando la piel sin recibir nada, nada, nada a cambio; a parte de una miseria de salario. 
Hoy Jessy, la chica nueva de recepción, ha venido a mi encuentro. En este Puto Hostel los recepcionistas tienen que hacer de todo cuando conviene, y para desespero de ella ha convenido a diario desde que empezó. La directora la había mandado hacia las habitaciones sin más y ella se quejaba de que nadie  le daba instrucciones precisas.
Vaya ¿cómo que vienes a preguntarme a mi lo que tienes que hacer, si mi rango en este hostel no supera al de las cucarachas?, esto es lo que por supuesto no le he dicho. En su reemplazo me he largado a soltar la lagrimita y ella ha tenido que acudir amorosa con sus brazos a consolarme. Debe de estar alucinando la muchacha en este hostel de los horrores en el que ha venido a meterse ella solita.
Jessy es española de padres ingleses. Intento hablar con ella en inglés, pero cuando la cosa se nos lía ella cambia rápido al español porque, como dice con salero "así terminamos antes". Al final esta mañana se ha quedado conmigo haciendo camas. El problema es que a la tercera ya estaba agotadísima. Su madre desde Cuenca le dijo ayer que se lo tome como si de una puesta a punto corporal se tratara, pero a ella no le van  los gimnasios. ¿Quién le mandaría cambiarse con lo bien que estaba en el hostel de Oxford? Allí ningún recepcionista hacía camas, ni  baños, que ni soñando haría aquí tampoco ¡faltaría más!, y te daban de desayunar, y tiempos de descanso, etc, etc. 
En el fondo estaba buscando que le dijera lo que le dije.
¿No querías un cambio?, ¿no querías una aventura?, pues ahí la tienes. ¿Tu has visto alguna vez una película de ese género dónde todo transcurra sin dificultades de principio a fin?. Eres una gran chica. No todo el mundo se atreve a soltar una plaza cómoda en pos de lo nuevo por descubrir.
Se ha puesto contenta al escuchar lo que quería oír.
Mis hijos de pequeños se quedaban también muy a gusto tras escuchar de mi boca el nombre de los terribles animales que ellos me iban pidiendo que salieran para sorprenderse de seguido con su aparición en esa selva nuestra de cada noche llena de ruidos y amenazas que ellos mismos me ayudaban a fabricar y de la que siempre salíamos indemnes.

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