Dibujo de neuronas - Ramon y Cajal |
Mi tío Ángel murió. Al final le descubrieron una enfermedad degenerativa no demasiado frecuente que le fue minando sin saberlo el sistema digestivo. Es curioso; en los últimos años se había vuelto muy maniático con la comida; sospechaba de los alimentos en los supermercados, se hacía cuidar un huerto y cocinaba personalmente mucho de lo que ingería.
Supimos también de otras tristes noticias. Se suicidó un hijo del jefe de la secta donde militamos y murió hace poco el presidente del Club de Rugby de nuestro pueblo.
Mi hijo Simón ya no quiere escuchar más novedades; está aturdido por la cantidad de conocidos que de repente están desapareciendo. El presidente del Club de Rugby tenía dos hijos de la edad de los mios, jugadores también, y su mujer es una hincha incondicional que no se perdía partido; la familia ideal del club ha quedado truncada.
El hijo del jefe de nuestra ex secta tenía sólo veintiocho años y era integrante de un dúo musical bastante conocido en su ambiente y en plena ascensión a la fama. Cayó desde el piso catorce del hotel brasileño donde se alojaban; él y su banda estaban de gira internacional y tenían previsto actuar a las pocas horas en un festival importante. Lo he visto ahora en fotos; era un chico guapo, rubio y con rastas. La madre y el hermano han tenido que viajar al país vecino para reconocer el cadáver y poder repatriarlo.
Mi marido se quedó muy consternado porque lo conoció de pequeñito, a él y a su hermano mayor, en algunas de las visitas que hizo a la casa del maestro. Ahora recuerda a los chiquitos en bañador en una tarde de verano al borde de la piscina, con la madre al lado repartiéndoles la merienda. Quién podría imaginar.
A mi me vino a la memoria el psiquiatra Carlos Castilla del Pino y todo su drama familiar.
Carlos Castilla del Pino, ya fallecido, fue un investigador reconocido como una de las mayores figuras de la neuropsiquiatría y la neuropatologia en España.
Recuerdo una entrevista que le hizo el periodista Arcadi Espada para El País Semanal donde declaraba, entre otras cosas, que tuvo con su mujer siete hijos no deseados.
Castilla del Pino pasó consulta durante casi toda su vida profesional, por lo cual acumuló más de cien mil historias clínicas que le proveyeron de una enorme experiencia práctica, sin embargo a sus hijos no pudo ayudarles; vio morir a cinco de ellos, por suicidio o por conductas autodestructivas; y los dos restantes no acudieron a su entierro.
Le dijo a Arcadi Espada en la entrevista que no obtener en mil novecientos sesenta la cátedra de Psiquiatria de la Universidad de Córdoba que tanto anhelaba causó mayor pesar en su vida que la pérdida de sus hijos. Matizó luego esta declaración, pero no la borró.
Continuó diciendo que sus niños dejaban de interesarle a los seis o siete años y que a partir de ahí eran un estorbo para el descanso del guerrero. No obstante que hiciese este tipo de declaraciones, sería insensato pensar que los conflictos con el padre, por si solos y si los había, pudieran llevar a sus hijos hasta el punto de desear salirse de la escena, como también lo sería pensar que el hijo de nuestro ex gurú saltara al vacío por algún trauma ligado a su progenitor.
Lo constatable en ambos casos es que son familias que se salen de lo normal. No todo el mundo tiene a un prócer de la psiquiatría como padre, que además se atreva a ser tan sincero en las entrevistas, tampoco es de lo más común que tu papá elija como oficio generar un movimiento social de talla planetaria.
Castilla del Pino hizo suya de jovencito la expresión de Goethe "llegar a ser el que eres" y según dijo, esta máxima siempre le acompañó; él resumió el éxito de la vida en descubrir quién se es y tener el valor de serlo.
Desde luego que tuvo el valor de hacer unas declaraciones muy arriesgadas. A lo mejor descubrió en algún momento cierta locura en si mismo y la capacidad de ayudar con su trabajo obsesivo a otros, a los que podía captar. No todos los locos lo parecen y no tiene porque ser algo necesariamente malo; hay muchos tipos de locuras, algunas geniales.
La naturaleza es muy poderosa. Leí hace tiempo la primera parte de la autobiografía de Castilla del Pino, Pretérito Imperfecto, donde cuenta la muerte directa de varios de sus parientes en la Guerra Civil Española, de un bando y de otro. Murió mucha gente en esa contienda, pero no era lo normal que mataran a tantos de una misma familia. Habría allí ya unos genes muy revoltosos.
Cuando hay mucho movimiento saltan las chispas, saltan para todos lados, algunas van para arriba y otras van para abajo, son impredecibles y no se pueden controlar.
Cinco hijos son muchos hijos, pero tampoco es tan raro, siguiendo la teoría de la probabilidad, que a una persona que se sale del patrón le nazcan cinco hijos excepcionales.
Seguir viviendo, pase lo que pase, es el impulso natural de la vida. El sufrimiento ha campado a sus anchas durante toda la historia de la humanidad, si todos los que lo han padecido en grado sumo a lo largo de los siglos se hubieran tenido que retirar, este mundo que habitamos estaría hoy medio despoblado.
Carlos Castilla del Pino, ya fallecido, fue un investigador reconocido como una de las mayores figuras de la neuropsiquiatría y la neuropatologia en España.
Recuerdo una entrevista que le hizo el periodista Arcadi Espada para El País Semanal donde declaraba, entre otras cosas, que tuvo con su mujer siete hijos no deseados.
Castilla del Pino pasó consulta durante casi toda su vida profesional, por lo cual acumuló más de cien mil historias clínicas que le proveyeron de una enorme experiencia práctica, sin embargo a sus hijos no pudo ayudarles; vio morir a cinco de ellos, por suicidio o por conductas autodestructivas; y los dos restantes no acudieron a su entierro.
Le dijo a Arcadi Espada en la entrevista que no obtener en mil novecientos sesenta la cátedra de Psiquiatria de la Universidad de Córdoba que tanto anhelaba causó mayor pesar en su vida que la pérdida de sus hijos. Matizó luego esta declaración, pero no la borró.
Continuó diciendo que sus niños dejaban de interesarle a los seis o siete años y que a partir de ahí eran un estorbo para el descanso del guerrero. No obstante que hiciese este tipo de declaraciones, sería insensato pensar que los conflictos con el padre, por si solos y si los había, pudieran llevar a sus hijos hasta el punto de desear salirse de la escena, como también lo sería pensar que el hijo de nuestro ex gurú saltara al vacío por algún trauma ligado a su progenitor.
Lo constatable en ambos casos es que son familias que se salen de lo normal. No todo el mundo tiene a un prócer de la psiquiatría como padre, que además se atreva a ser tan sincero en las entrevistas, tampoco es de lo más común que tu papá elija como oficio generar un movimiento social de talla planetaria.
Castilla del Pino hizo suya de jovencito la expresión de Goethe "llegar a ser el que eres" y según dijo, esta máxima siempre le acompañó; él resumió el éxito de la vida en descubrir quién se es y tener el valor de serlo.
Desde luego que tuvo el valor de hacer unas declaraciones muy arriesgadas. A lo mejor descubrió en algún momento cierta locura en si mismo y la capacidad de ayudar con su trabajo obsesivo a otros, a los que podía captar. No todos los locos lo parecen y no tiene porque ser algo necesariamente malo; hay muchos tipos de locuras, algunas geniales.
La naturaleza es muy poderosa. Leí hace tiempo la primera parte de la autobiografía de Castilla del Pino, Pretérito Imperfecto, donde cuenta la muerte directa de varios de sus parientes en la Guerra Civil Española, de un bando y de otro. Murió mucha gente en esa contienda, pero no era lo normal que mataran a tantos de una misma familia. Habría allí ya unos genes muy revoltosos.
Cuando hay mucho movimiento saltan las chispas, saltan para todos lados, algunas van para arriba y otras van para abajo, son impredecibles y no se pueden controlar.
Cinco hijos son muchos hijos, pero tampoco es tan raro, siguiendo la teoría de la probabilidad, que a una persona que se sale del patrón le nazcan cinco hijos excepcionales.
Seguir viviendo, pase lo que pase, es el impulso natural de la vida. El sufrimiento ha campado a sus anchas durante toda la historia de la humanidad, si todos los que lo han padecido en grado sumo a lo largo de los siglos se hubieran tenido que retirar, este mundo que habitamos estaría hoy medio despoblado.
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