Bruegel |
El parque de Midsummer Common es camaleónico, no se que tiene que cada mañana me sorprende de una manera diferente, pero ayer, claro, no era solo una cuestión de matiz.
Estaba en la mitad de su recorrido cuando lo imaginé como una pintura. La tela debería embadurnarse con colores sombra y cubrir luego casi toda la superficie con diferentes blancos superpuestos a lo oscuro. Se tendría después que rallar la pintura blanca con alguna herramienta cortante para que a través de los raspones reapareciera los tonos del fondo. Arriba iría una franja de gris azulado con algunos tonos cálidos hacia la derecha. Alguna mínima mancha de color animaría ese cuadro casi blanco; eramos pocos los que nos hallábamos en el parque a esas horas tempranas y frías de domingo.
Estaba en la mitad de su recorrido cuando lo imaginé como una pintura. La tela debería embadurnarse con colores sombra y cubrir luego casi toda la superficie con diferentes blancos superpuestos a lo oscuro. Se tendría después que rallar la pintura blanca con alguna herramienta cortante para que a través de los raspones reapareciera los tonos del fondo. Arriba iría una franja de gris azulado con algunos tonos cálidos hacia la derecha. Alguna mínima mancha de color animaría ese cuadro casi blanco; eramos pocos los que nos hallábamos en el parque a esas horas tempranas y frías de domingo.
Hoy el neumático de mi bicicleta ha sido el primero en romper con su huella la blancura del suelo de nuestra calle. Cuando he salido de casa estaba nevando. Era precioso. Los copos al caer crean un silencio especial. Circulaba con lentitud y cierto temor, tratando de no resbalar.
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