viernes, 24 de junio de 2011

Tres cosas de loca

Kitaj - Oak Tree
Llevo días mirándome las manos como si no fuesen las mías. Mi marido me dice que estoy loca, que me las ve igual que siempre, pero yo se bien que no estoy alucinando. Menudo susto se va a pegar el día que el alienígena ese que anda por ahí adentro descuajeringándomelas decida salir a la superficie. Espero que no suceda estando sentados a la mesa, porque nos puede dar un corte de digestión, y tampoco en la noche, porque entonces sería a mi que me agarraría algo si me levanto por la mañana y me lo encuentro rondando por el cuarto.

-¿Recuerdas cuando te caíste en el local de la calle Ecuador?, me dice mi marido.
Echada en el suelo empezaste a decir que te habías roto la pierna, que te habías roto la pierna. Eso también era de loca.
-No cariño, no. Tenía toda la razón. Escuché un crujido exactamente igual a cuando me partí la tibia esquiando. Lo raro hubiese sido que me hubiese levantado tan tranquila.
De lo que no me acuerdo es de si llegué a salvar las copas de cristal que llevaba en la mano con el maldito  postre que se me había ocurrido hacer.
-Sí, lo salvaste, pero no era el postre ese de tu madre, era un paté de champiñones.
-¡Champiñones!.
-¿Te acuerdas que me gustaba mucho?
-Si, pero no llevaba champiñones, ¿cómo iba a llevar champiñones si siempre me he visto aterrizando delante de todos con las copas de los tres colores en la mano?
-Nunca más lo has vuelto a hacer.
-¿El postre?.
-No, el paté de champiñones.
-No, no eran champiñones, ahora lo veo. Era una bandeja de nata montada y unas guindas que acababa de ir a comprar a  la granja de la esquina para culminar las copas que tenía a medio hacer. El paté vino después, lo servimos en la misma fiesta, pero ese ya estaba listo desde temprano.

-¡Y lo del blog!. No me digas que eso no es una locura. ¡Un blog para hacerse millonaria!, me dice.
-De acuerdo. En eso te doy toda la razón.

miércoles, 22 de junio de 2011

Break III

S.M.
Por fin se ha hecho el silencio. Acaba de irse el señor filipino que estaba hablando por teléfono. Por el tono y el volumen que usaba diría que su interlocutor era un pariente cercano que lo atendía desde mucho más allá.
Estoy sola y bien arrellanada en un sofá del salón social del hostel. Me conforta el calorcito del sol que pega en el ventanal. Hoy no he ido hasta la biblioteca para ahorrar energía.
El hombre de ojos rasgados ha hecho que acudiera a mi cabeza las siguientes anécdotas:
  1. Alison me contó que su madre al ver la reproducción no del todo nítida del mapa de su pueblo que salió de la impresora recién conectada al ordenador de su casa, le dijo a mi amiga que en ese caso no era problema, pero que si teniendo el pueblo ahí mismo sacaba ese plano medio borroso, qué iba a pasar cuando quisiese imprimir el mapa de algún lugar lejano.
  2. Mi abuela, al poco de instalar el primer televisor en casa, se quedó desilusionada cuando fue de visita a la de una amiga y se encontró con que la misma mujer que se le presentaba a ella cada día para darle las noticias se aparecía también en el salón de la otra. Su cabeza bullía tratando de analizar los trajes de la presentadora para dilucidar en cual de los dos aparatos lucía más elegante.

martes, 21 de junio de 2011

Break II


Imagen del compuesto contra el Alzheimer
Me encuentro de nuevo en la Central Library de Cambridge. Anteayer al salir de aquí me compré un bañador de natación. Para llegar hasta la bicicleta tengo que cruzar por entre un mar de tiendas. La lycra de mi anterior bañador ha empezado a sucumbir a los efectos del cloro.
A este cubo acristalado de tres pisos que es la biblioteca se accede por la segunda planta del centro comercial en el que está englobada. Un despistado podría cruzar sus puertas creyendo que se está metiendo en un John Lewis o en un El Corte Inglés, pero pronto saldría de su confusión; el ambiente se nota muy diferente a un lado u otro de esas correderas de vidrio.

Esas puertas de la biblioteca, cuya transparencia las hace pasar por inocentes, deben de estar dotadas de un poder muy especial. No creo que por ser inanimada no puedan influir. Como diosas se deben de sentir jugando a su antojo con el personal; casi puedo escuchar su cancioncilla: "Este sí, este no, a este lo modifico yo".

domingo, 19 de junio de 2011

Break I

En Lions Yard - S.M.
Estoy en la Central Library de Cambridge. Vine por una hora y llevo media bregando con claves y contraseñas. Por fin he dado con la manera de conectar mi portátil  a internet a través del Wifi de esta biblioteca.
Me vendrá bien encerrarme en este lugar si no voy a nadar, de otro modo trabajar por las tardes no iba a salirme rentable. Hoy he vuelto a entrar en HyM y me he comprado un vestido de florcitas con la espalda al aire. Por siete libras no lo he podido evitar. Han comenzado las rebajas y tengo casi toda la ropa de verano en Barcelona.
Están anunciando por los altavoces que van a cerrar en diez minutos.
Estoy sentada en una mesa grande con otras cinco personas sumergidas en sus otros tantos ordenadores portátiles. Tengo a la derecha un paisaje de tejados que me entra por la ventana, muy bonito. Me sentiría más a mis anchas estando sola. Los otros parecen estar por completo en lo suyo,  ¿porque entonces a mi me pasa que tengo la cabeza bailado de ellos hacia mi o de mi hacia ellos sin lograr concentrarme demasiado en lo que estoy haciendo?.
Hoy es domingo.

miércoles, 15 de junio de 2011

Una cocina sin salero


En Park Terrace - S.M.
En marzo el gobierno británico anunció una reducción del veinticinco por ciento en el número de visas que serían concedidas a estudiantes "de ultramar". Algo escuché por la radio en su momento. Ahora Daniel, mi compañero de trabajo búlgaro, se  ha visto afectado por la nueva normativa. Lo llamó la directora a su despacho tras la jornada y al día siguiente ya no pudo volver. Solo podrá reincorporarse si en el plazo de una semana presenta el papel de un color que le ha solicitado.
La sorpresiva noticia nos dejó mustios en la cocina.
Chris, el chef, también nos acaba de dejar.
No veo que solución pueda tener lo de Daniel.
Ayer Jamie no levantaba la vista de sus sartenes. Estábamos los dos solos y ni me hablaba. Andaría por dentro comiéndose viva a la directora. Ella antes era su amiga. En otras épocas se la hubiese comido muy a gusto. Él se alegró mucho cuando la nombraron para dirigir esto. Pero las cosas cambian.
Algo estaba pasando ultimamente entre la cocina y la dirección. Por eso Chris se ha ido.
Jamie piensa que, de haberse esforzado algo, ella hubiese podido arreglar las cosas para Daniel.
La cuestión es que sin Chris, sin Daniel  y con Jamie cabreado el ambiente en la cocina va virando hacia lo soso.

martes, 14 de junio de 2011

Evocación

Marcel Proust por J. Émile
Algo tiene el jardín trasero de nuestra casa en Ramsden Square que me transporta hasta el terrado de piedra en el campo donde nos sentaban a los niños a comer en una mesa redonda instalada junto al  pozo en que si tirabas una piedra no llegaba el sonido de su impacto contra el agua hasta pasado mucho tiempo. 
Lo mismo me sucede cuando atravieso los parques en bicicleta. No puedo despegarme de la sensación de estar avanzando por los campos de la masía en la que pasábamos temporadas de pequeños.
Ni mi madre ni mis hermanas corroboraron estas impresiones cuando estuvieron aquí.
-¿Esto con aquello? Nada que ver.
A lo mejor es porque no llegué con ellas hasta las extensiones de hierba del parque de Midsummer Common. O puede que todo se reduzca a una cuestión de bicicleta.
Lo que a mi me parecía extraño es que mis hermanas tuvieran casi borrada a esta ciudad de sus cabezas siendo que en sus adolescencias habían pasado en ella un mes cada una. Ambas conservaban sin embargo la imagen lejana de cruzar por un cementerio para ir a clase. Menos mal. Así pudimos reconstruir que habían estado alojadas en el barrio de Chesterton.

Daba cosa asomarse al pozo.  Pobre del cubo que partía por nosotros hacia esas profundidades.

viernes, 10 de junio de 2011

Esta jungla mia

Frida Kahlo
Algo había escuchado acerca del monstruo que anda suelto por este mundo mío atacando a la gente. Sabía de su existencia pero nunca lo había sentido demasiado cerca. Ahora sus zarpas ya me alcanzan y como en una pesadilla temo acabar devorada.
Con todo, agradezco mucho haber nacido y vivir en esta jungla que me ha tocado en suerte, donde si salgo cansada del trabajo, siempre me puedo ir a deslumbrar comprándome un bikini rosa y un sombrero panameño a una tienda de la multinacional sueca HyM por el  precio de lo ganado en dos horas y media de trabajo descontando los impuestos.
En la puerta de HyM me encontré a Ruth, la chica de Palencia que trabajaba en invierno limpiando en otra ala de las oficinas de la farmacéutica. Me dijo que ella abandonó el trabajo tres semanas después de que yo lo hiciera. El jefecillo que nos contrató llegó a sus propias conclusiones: “Sois unas informales”. Ruth supuso que en ese plural estábamos incluídas ella, yo y por extensión todas las españolas habidas y por haber.
Ruth iba acompañaba de un amigo andalúz. Hacía calor. Se acababa de comprar una camiseta rallada de tirantes. Se la veía más relajada que en invierno, quizá esa tienda la sacaba del estrés. Ha conseguido trabajo parcial en un College y está estudiando inglés.
En el College gana más y  no la exprimen hasta la última gota; ventajas de haber entrado en una institución universitaria y no en una máquina capitalista de picar carne humana.

jueves, 9 de junio de 2011

Danzando en la oscuridad

Lucien Freud - Double portrait
Tuvimos una cachorra de pastor alemán que vivió tres meses. Llegó a casa con uno y medio. La llamamos espurna, chispa en catalán. Enseguida empezó a dar muestras de que algo no andaba bien en ella. Tenía los ojos tristones y legañosos que te miraban muy dulce y que parecían implorarte que hicieses algo por ella. Casi no podía tenerse en pie y no lográbamos controlarle una continua diarrea maloliente que inundaba nuestro salón, vacío de todo en ese momento.
Me di cuenta de lo mucho que había brillado para mi cuando el veterinario dijo que habría que sacrificarla.  
Me acordé de ella esta mañana cuando sonaba por la radio la canción  Dancing in the dark de Bruce Springsteen. "No puedes encender el fuego, no puedes encender el fuego sin una chispa...", dice en inglés el estribillo.

martes, 7 de junio de 2011

The Eagle

Rosalind Franklin
John, mi amigo y peluquero en España quería hacerse una prueba de ADN para averiguar de dónde provenían sus antepasados más lejanos. Por sus generaciones próximas no sentía la misma curiosidad. Soy tan inglés, decía, que seguro desciendo de una tarta de frutas y un bate de cricket. 
También mi amiga Alison debería remontarse mucho en el tiempo para encontrar ascendientes suyos fuera de las islas británicas; es por eso que me resultaba raro hacerle de cicerone en una ciudad que puede que ella lleve engarzada en la estructura helicoidal de sus moléculas.
No por nada la conduje a tomar unas cervezas al pub The Eagle, el mismo al que el veintiocho de febrero de mil novecientos cincuenta y tres entraron dos de sus parroquianos, el biólogo estadounidense James Watson y el biofísico británico Francis Crick, anunciando que habían descubierto el secreto de la vida, y alterando menos con la buena nueva el ambiente que si hubiese asomado por la puerta una mujer atractiva, como es natural.
Esos dos jóvenes investigadores teóricos del Laboratorio Cavendish, apoyados en los cruciales resultados experimentales logrados por la biofísica y cristalógrafa Rosalind Franklin y el biofísico Maurice Wilkins, descifraron la estructura molecular del ácido desoxiribonucleico (ADN), la sustancia química que lleva codificada la información genética según la cual cada organismo vivo se desarrolla, funciona y se perpetúa en su especie. 
Rosalind Franklin, nacida y enterrada en Londres a sus treinta y ocho años, se graduó y obtuvo el doctorado en física química en la Universidad de Cambridge. Maurice Wilkins, británico de origen neozelandés, cursó sus estudios de física en dicha universidad también.
Así que esta ciudad tiene que ver y mucho con toda la movida que hubo hasta llegar al mayor descubrimiento biológico del Siglo XX, base del desarrollo de la biología molecular y del mapa del genoma humano. El "clic" que dio encaje a  todas las piezas del puzzle aconteció a pocos minutos caminando de la mesa del pub en la que nos sentamos Alison y yo, a cuya pared está adherida la placa dorada que reza: "En este lugar se hizo público por primera vez el anunciamiento.....".
Con nuestras pintas de cerveza en la mano y en ese ambiente evocador de tantos hechos de real importancia Alison me contaba de su ex suegra  la historia que yo quería volver a escucharle.
Ojalá Rosalind hubiese podido tomarse unas cervezas con una amiga en este pub tan relajadamente como nosotras lo hicimos ese día.

jueves, 2 de junio de 2011

Un sueño

 Balthus - La Chambre
Hoy he soñado que subía a un autobús que tenía que llevarme a algún lado pero que terminaba dejándome a las puertas de la casa que había fotografiado por fuera unos días atrás, llena de flores blancas  en su frente. Ya en el interior, su moradora, sin habérselo pedido, me iba dando acceso a sus diferentes estancias con indolencia. Nos movíamos por una planta baja de altos techos y amplias habitaciones oscurecidas por postigos cerrados, semejantes a algunas de mi infancia estival o a las imaginadas  a través de alguna de las novelas del escritor colombiano Gabriel García-Marquez. Ella iba arreglada como sin quererlo con un vestido de gasa estampada en pequeños motivos y suave color, y un anillo en su mano derecha que llevaba aplicada una gran flor a base de puntillas. La sortija era parecida a la que en vigilia le había visto lucir a Lily Allen en la portada de una revista. La mujer del sueño sujetaba  en los brazos a un bebé con un adorno en flor exacto al de su madre prendido de la cinta que rodeaba su pelona cabeza. Una colchoneta tapizada en azul pálido abarcaba todo el suelo de la estancia en la que dormitaban en semi penumbra sus otros dos vástagos.
Por la escalera que daba al salón vimos descender a un hombre. Sus pasos decididos contrastaban con la quietud de la casa.  Era alto, delgado, de pelo castaño y bigote poblado. La tinta escrita de su apellido español destacaba mucho en el sueño sobre la carta más visible de la bandeja con el correo recibido. Se acercó a su mujer, le dio un beso en la mejilla y salió de la casa dejándola en mi compañía.
Me gusta la música de Lily Allen, si bien puede que ella se colara en el sueño a través del anillo únicamente para desvelarme que me encontraba en presencia de una mujer inglesa de la sofisticada sociedad. Lo seguro es que me había quedado bastante rato observando las fotos de la  cantante y compositora en el suplemento dominical de un diario. Me fascina esa mezcla de tradición, modernidad y extravagancia que se da en este país, y quería dilucidar en que proporción en ella se combinaban. 

miércoles, 1 de junio de 2011

Trabajo doméstico

Tejados ajenos -  S.M.
Si hay algo que de veras anhelo en la vida es no tener que limpiar nunca más; no me refiero a la casa del vecino, me refiero a no tener que limpiar nunca más el lugar en el que habite. Hay un abismo de diferencia entre las personas que tienen que hacerlo y las que no. Si algún día lo consigo me sentiré una mujer realizada.
Tendré que esperar un poco todavía.
Please darling, le dirá en el futuro Terry, mi robot capataz a Max, y sin más se pondrá este a trepar por la casa limpiando toda superficie humedecible. Entretanto Holly se afanará en las áreas secas del salón y las habitaciones. En el exterior Terry tendrá que supervisar también a  mi robot jardinero y a mi otro de mantenimiento, haciendo que de tanto en tanto se suba por el tejado a revisar las tejas.
Si me sacan de todo eso los voy a querer cantidad. De hecho le tengo bastante afecto a nuestros electrodomésticos en España y ni tan siquiera me  hablaban.