miércoles, 15 de junio de 2011

Una cocina sin salero


En Park Terrace - S.M.
En marzo el gobierno británico anunció una reducción del veinticinco por ciento en el número de visas que serían concedidas a estudiantes "de ultramar". Algo escuché por la radio en su momento. Ahora Daniel, mi compañero de trabajo búlgaro, se  ha visto afectado por la nueva normativa. Lo llamó la directora a su despacho tras la jornada y al día siguiente ya no pudo volver. Solo podrá reincorporarse si en el plazo de una semana presenta el papel de un color que le ha solicitado.
La sorpresiva noticia nos dejó mustios en la cocina.
Chris, el chef, también nos acaba de dejar.
No veo que solución pueda tener lo de Daniel.
Ayer Jamie no levantaba la vista de sus sartenes. Estábamos los dos solos y ni me hablaba. Andaría por dentro comiéndose viva a la directora. Ella antes era su amiga. En otras épocas se la hubiese comido muy a gusto. Él se alegró mucho cuando la nombraron para dirigir esto. Pero las cosas cambian.
Algo estaba pasando ultimamente entre la cocina y la dirección. Por eso Chris se ha ido.
Jamie piensa que, de haberse esforzado algo, ella hubiese podido arreglar las cosas para Daniel.
La cuestión es que sin Chris, sin Daniel  y con Jamie cabreado el ambiente en la cocina va virando hacia lo soso.

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