sábado, 10 de noviembre de 2012

¿Determinismo?

En invierno, en mi picoteo por los vídeos colgados en la red me detuve a escuchar a una mujer entrevistada en un programa de televisión con motivo de la salida al mercado de un libro suyo. Yo no sabía quién era ella, simplemente me paré a coger oído para mi inglés. Luego pasé a verla en el campus de una universidad estadounidense, dando una charla bajo un entoldado; casi todas a su alrededor eran mujeres; aparte de la agudeza o el humor que pudiera tener, tanta risa y sonrisa por parte de la concurrencia al dictado de sus palabras y movimientos me dieron la pista de que esa mujer debía de ser una celebridad.
Me sorprendió descubrir que se trataba de Nora Ephron, guionista y directora de la película Julie & Julia, por tanto una influencia en mi vida, como también autora de Tienes un e-mail, otra película de género dulce protagonizada por Meg Ryan y Tom Hanks, que casualmente también quedó bastante bien grabada en mis circuitos neuronales.
Nora Ephron falleció de leucemia este verano. Otra noticia sorpresiva y de la que me enteré por casualidad; Cómo es posible que alguien se muera siendo que lo acabas de conocer. Ella en un momento de la entrevista hizo alusión a su edad avanzada. Me pregunté cuántos años tendría. No era una cría, pero lucía juvenil. Delgada, casi flaca, llevaba un buen corte de melena y engarzada en la solapa  izquierda de su americana gris de diseño la amapola que cada año veo rebrotar en las pecheras anglosajonas ofrecidas a los medios. Se la veía en plena forma creativa y sin embargo murió; de forma inesperada a los setenta y un años. 

De las películas que he visto, de los libros que he leído, de lo que he estudiado, de las vivencias que me han acontecido, al final me queda poco, poquísimo, a veces incluso me asusto de pensarlo, la menudencia que retengo; ¿y lo otro, dónde ha ido a parar? me pregunto. Entonces me respondo que no tengo de qué preocuparme, le pasa a todo el mundo, se da un descarte a la carta, aunque no te enteres de que hayas elegido.
La memoria es selectiva, ya se sabe, y lo que nos va a influir también lo escogemos sin saber. Algo hace que elija para recordar aquello que me va a influir, o dicho de otro modo, me influye aquello que al margen de mi voluntad he seleccionado para el recuerdo. Nada es en sí mismo más o menos importante en orden a ser capturado, todo vale y toma precio en nuestra vida según el collage que nos sea dado realizar.

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