Estudio de la gata |
Daniel y Lucas, nuestros hijos en Madrid, tienen una gata en el estudio, que es la niña mimada de cuanto personal pasa por ahí. Era la gata de Lucía, la hija de Daniel, y de Linda, su ex mujer. Vivió con ellas hasta que se trasladaron a Londres. Entonces pasó a manos de Simón sin cambiar de apartamento, dado que mi hijo se mudó a hacerle compañía, hasta que se vino a Cambridge y la gata quedó acomodada en el plató de fotografía.
Todos coinciden en que es amable, cariñosa y fácil de tener, además de saberse mover en ese espacio de producción publicitaria cual celebridad acostumbrada a los focos; a veces también, cual plumero pasado por la pantalla, podemos verla garbeando en primer plano mientras hablamos vía Skipe con los madrileños, como se paseaba de hombros a teclado de Lucas el día que a él le dio por hacerme de orientador personalizado.
-Tú, mami, todavía estás bien, podrías trabajar en alguna recepción de hotel o de consulta médica, aunque haya mucho paro, también hay mucho incompetente, yo lo veo, y gente que se queja, pero no se pone con todas sus ganas a encontrar una salida, por eso tu, que eres lista, si te pones con fuerza y te sabes vender, podrías conseguirlo.
-Lucas, cariño, te recuerdo que no eres mi padre.
-Yo te lo digo, después haces lo que quieras, ¿cómo está tu nivel de inglés?, porque esa puede ser una buena baza tuya.
-Si en la otra vida naces padre mío, podrás aconsejarme, aunque ni eso, acuérdate el dicho: "Padre que da consejo, más que padre es un boludo".
-Preferiría nacer cíborg que padre tuyo, pero bueno, yo solo te lo digo porque sé que a ti te gusta estar activa y antes en la inmobiliaria estabas bien...
-Te agradezco tu preocupación, hijo, y te haré caso.
-Piensa que aquí la mayoría de los que están buscando trabajo tiene un dominio muy elemental del inglés, y si tu has estado dos años...
-Tú quédate tranquilo. Deja que me tome un respiro y ya verás. Podrías ser las dos cosas, un padre cíborg.
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