La partida de naipes - B.K.Balthus |
Mi primo cura de la orden de los Legionarios de Cristo Rey dejó de comunicarse conmigo. Para cerciorarme de que era a propósito, le mandé unas líneas en marzo, felicitándolo por el nuevo Papa Francisco, pero igual seguí sin respuesta.
Pensando que pasó, fui a rescatar del archivo el último mensaje largo que le había enviado para discernir en qué parte le hubiera podido resultar definitivo.
Esto es:
Querido Pablo, ¡cuanto tiempo!. ¿Habéis realizado el viaje a Tierra Santa?. Me gustaría saber cómo estás con lo de la infección, si ya pasó o te encontraron la causa.
Mira Pablo por supuesto que sé de Jesucristo, recibí una educación católica y mi madre con su ejemplo nos transmitió sus valores, pero si algo tengo que agradecer a mis padres sobre todo, es la libertad que me brindaron de elegir mi camino sin presionarme en absoluto.
Ahora te comento, de las cosas del mundo lo que más me interesa es la forma. Me fijo en el cómo se dice o se hace algo. En el arte lo mismo, incluso me molesta cuando pretende llevar mensaje. Así que tanto puedo encontrar pésima una película dónde triunfa el amor más puro, como buenísima una repleta de violencia, vampiros, o lo que quieras imaginar de malo. Todo depende de su confección. Si hay algo que me disgusta es lo que suena a falso.
Mi vida en Cambridge sigue lo mismo, trabajando y a la espera de que mi marido se haga famoso alguna vez con sus libros para poder dejar esto y venir a darme una vuelta por América, así te visitamos. Digo esto en broma, pero algo lleva de cierto.Bueno Pablo, no tardes tanto como yo en contestar, ¿de acuerdo?.
Un beso de tu prima, Susanna.
Me parece un texto a la medida, aunque igual pensó que yo era una renegada sin posibilidad de enmienda. Craso error de interpretación, pues a mi Jesucristo me parece, que si a la gente le ayuda, es perfecto.
Y en cuanto a lo otro, la Biblia está llena de belleza literaria, cuajada de incestos, asesinatos y demás maravillas del arte depravado y hasta un conato de parricidio alentado por mandato del propio Dios, así que no debería descartarme por eso.
Lo que yo pensé es que, si iba a mantener una conversación con él, no iba a pasarme el resto de la vida hablando exactamente con sus propias palabras y tratando de evadir lo que a cada carta me preguntaba.
Una vez le pregunté yo si conocía al cantante Van Morrison y si a los sacerdotes de su congregación les interesaba a alguno la música, la literatura o el cine sin más, es decir, como gusto en sí mismo, y le coloqué el estribillo que estaba escuchando cuando, por esas asociaciones misteriosas que se dan, me acordé de él.
Everyday, everyday, it's hustlehustle time, hustle timeEveryday and every wayone more, one more mountain to climb
Cada día, cada día es un bulliciotiempo de prisas, tiempo de ajetreoCada día y de todas las manerasuna y otra montaña más que escalar
Me dijo que no conocía a Van Morrison pero que parecía que tenía valores profundos, que claro que les interesaban las artes y el tenía interés por todo lo humano y era un gran apasionado de la belleza, en sus múltiples facetas, y predicaba mucho acerca de ella.
Lo habrá pasado mal mi primo (que en realidad es el primo de mi madre pero de mi edad).
En febrero de 2009 La Legión de Cristo anunció que la congregación tenía conocimiento de que su fundador Marcial Maciel había procreado varios hijos siendo sacerdote. En marzo de 2010 la Legión de Cristo se desvinculó de su guía y referente moral hasta entonces. Marcial Maciel enfrentó hasta su muerte acusaciones por abuso sexual a varios niños y seminaristas, incluyendo sus propios hijos.
Los hombres de su orden anunciaron:
"Queremos pedir perdón a todas aquellas personas que lo acusaron en el pasado y a quienes no se dio crédito o no se supo escuchar pues en su momento no podíamos imaginarnos estos comportamientos..."
Estaría incluida la firma de mi primo en el manifiesto, si lo firmaron entre varios, pues el se encontraba y permanece en primera línea de la orden.
Pensé que haber pasado por tamaño terremoto lo acercaría más a la esencia, es decir, al crío que fue, mi amigo, el que me abandonó para irse en barca a pescar con amigotes, siempre a la distancia, en lugar de crecer junto a mi en la pandilla, de los niños y niñas que habíamos soltado la pelota y empezábamos a jugar a ser mayores.
Me pregunto si se acordará con cariño de nuestras actividades eróticas; porque si se ha olvidado o pretende olvidar, entonces si que es él el que no tiene remedio.
Teníamos un juego en la oscuridad del salón. Sentados algunos de sus familiares viendo la tele, aprovechábamos el peligro de la presencia de su severo padre concentrado en la luminosidad del cuadrado en tonos oscilantes entre el blanco y negro para dar cada uno a su turno una vuelta alrededor de la larga mesa y regresar a nuestro rincón escondido y repetir el mismo circular movimiento, ahora con la mano por el trasero bajado de braga o calzoncillo del que había quedado a la espera. Suavecito, suavecito que teníamos el culito. Ahí el padre no se enteraba, pero bien que pego un grito de espanto el día que nos vio salir a los dos a la vez tan campantes de la caseta cambiador de la playa.
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