Churchill, Roosevelt y Stalin en la Conferencia de Yalta |
Las asociaciones de los humanos, llámese partidos, religiones, clubes, empresas o sectas, son como los hongos. Las hay en tal cantidad, que la variación está asegurada, manteniendo por supuesto esa esencia común, que por algo se los cataloga juntos a la hora de clasificar, y no se considera a un hongo una planta descolorida, ni a una asociación humana una cría de escorpiones en el lomo de su madre.
Es claro que unos hongos elevan la masa del pan que nos alimenta y otros se meten en el pie a hacernos rabiar de picor. Los hongos están tras la confección de una buena cerveza, un Roquefort, o un Camembert, o directamente en la tierra en forma de boletus, para deleite de paladares, y sin embargo le pegas un bocado a según que seta y tienes que correr al hospital a por un lavado de estómago que te salve la vida, si antes no has caído fulminado. Y así podría seguir, que se encuentran los que se usan en la fabricación del pegamento líquido, y los que acaban con la paciencia de los aficionados a la jardineria, etc, etc. Y finalmente habría que nombrar a los que fuera de cualquier juicio de utilidad te transportan a un mundo nuevo caleidoscópico y multicolor.
Así que resumiendo diré:
Secta va, secta viene
A que nos tenemos que atener
Cómete un champiñón y quédate tranquilo
Que la seta va donde la secta duele
Entonces, estoy delirando
Por tanto, lo voy a dejar aquí
Con unas palabras de Winston Churchill
Ya le hizo notar el primer ministro británico en la Cámara de los Comunes a un recién llegado de su partido al parlamento británico. "No se equivoque, joven, los de enfrente son nuestros adversarios, los enemigos los tenemos sentados de este lado, en nuestras propias filas"; confirmándose así mi teoría de que te metas donde te metas, si te metes en un grupo vas a tener que vivir las consecuencias por todos los costados.
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