Rio Cam - S.M. |
Mi amiga Alison habla un español perfecto, yo diría que mejor que muchos nativos hispanos; desconocerá algunas palabras, yo también desconozco, pero en una conversación normal no se nota nada; sin embargo una de las razones que la llevó a irse de España y regresar a Inglaterra tras quince años de vivir en Barcelona fue que en todo ese tiempo no llegó a abandonarle la sensación de moverse entre telarañas, de no terminar de comprender, de que entre españoles ella nunca dejaría de ser como un poquito tonta; el arma del idioma nunca estaría de su parte.
A mi de momento las telarañas no me molestan, no obstante pueda decirse que lo que tengo delante son más bien unas tupidas cortinas; no pretendo ni mucho menos enterarme de todo, me conformaría con poder descifrar el sentido general de lo que se habla, y si me toman por ignorante, me da igual, porque eso es lo que soy en este país, y porque ya va con mi forma de ser lo de aparentar ser más tonta de lo que me considero.
Sin embargo Alison siempre me entendió a mi, y yo a ella, muy bien y desde el principio. No sé cómo se le darían las cosas con los demás.
Si alguien no quiere ser entendido o entenderte, ya puedes aprender su lengua, su historia, su cultura, sus costumbres y todo lo que te parezca para acercarte a él, que va a seguir sin hacerlo, porque siempre habrá un acento, un modo de moverse, un pequeño detalle que le seguirá diciendo que tu no eres como él, y eso marcará la diferencia.
Por el contrario si alguien quiere entenderte, lo hará aunque no hables su idioma, no tengas ni idea de su país y acabes de aterrizar proveniente de la otra punta del globo, y si ese alguien quiere ser entendido, lo mismo, logrará comunicarse de algún modo para que lo entiendas.
Pero supongo que en el término medio entre estas dos posturas se encuentra el grueso de la gente en cualquier país del mundo, que ni van a rechazarte, ni van a hacer por ti un esfuerzo de comprensión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario