jueves, 31 de mayo de 2012

The Queen's Diamond Jubilee

Isabel II de Inglaterra
Llego por la mañana y me voy directa a la máquina de café. A su lado me encuentro a Betty y a Chris luciendo caras de pesadumbre.
- ¿Sabes qué ha pasado?, me pregunta ella.
- ¿Qué ha pasado?, le contesto.
- Que la reina ha desaparecido.
- La reina... ¿desaparecido?, ¿cómo puede ser eso?.
- Pues sí, parece que alguien se la ha robado.
- ¡Robarse a la reina!.
- Han dicho que vieron que la estaban paseando por el centro.
- ¿Por el centro de dónde?.
- Pues de Cambridge.
- ¿¡De Cambridge!?.
Mientras se daba este diálogo algo pensaba que no estaba captando, me preguntaba cómo era que no estaban frente al televisor, que permanecía apagado, y la cara de Chris se mostraba seria pero no tan consternada como debiera.
Con el café y la confusión me fui hacia el otro lado, pensando que a mi inglés le faltaba muchísimo.
Luego Natacha sin saberlo me sacó de la confusión.
Su pena no era por la reina de carne y hueso, sino por la de cartón que se trajo Jay a la fiesta a saludar y que la directora compró con motivo del jubileo, no de los israelitas, sino de los ingleses que están por celebrar los sesenta años de su dama en el trono.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Segunda barbacoa

Naranjito
Pensaba dedicar mi día libre a la escritura, pero  me he levantado con una resaca a la que no estoy acostumbrada, no de alcohol, sino de mezclar comidas, bebidas y fumarme el purito que Katie me ofreció en la barbacoa   que organizó en su jardín anoche, repitiendo la que tan bien  recordábamos del año pasado.
Katie sacó su guitarra hacia el final. Ella queda elevada a otro plano mientras actúa.
Mi marido en España empieza a estar un pelín intranquilo por las salidas de su señora, pero yo le digo que no se preocupe, que justamente lo que me da gusto es esa manera tan inocente y tan fácil de pasarlo bien.
Supongo que estábamos celebrando la entrada de las temperaturas estivales que han durado una semana, porque para hoy mismo está pronosticado el comienzo de una racha de lluvias.
Igualmente tengo reserva de juerga para rato. Con o sin sol, en adelante sólo pienso acudir a la despedida de Jessy y Sam que dejarán el hostel en agosto para irse a dar una vuelta por el mundo.
Ya me decía Woody: "No te mates; tratar de organizarle la vida a los demás es tiempo perdido".
Pero yo, como todos, necesito pasar por la experiencia para aprehender.
El caso es que llegó Sam al hostel y la química por sí sola, con una facilidad pasmosa, se encargó de emparejarlo con Jessy.
Y creo que están acertados para largo.

domingo, 27 de mayo de 2012

Orange Party


Aurélie es una belga de la parte francesa a quién su escuela le consiguió el hostel para las prácticas de inglés in situ que le requieren para conseguir la graduación en sus estudios. Así es que lleva mes y medio ayudando ocho horas al día a cambio de comida y alojamiento.  
Ella, como Natacha, Jessy, Sam y James no tuvieron que moverse de la casa común para los empleados dónde celebramos el guateque naranja. Todo de ese color, excepto Su Majestad la Reina, que se presentó vestida de azul.
Me lo pasé en grande. La gente con la que trabajo es muy tierna. Aurélie es decidida y se integró rápido. Entonces, es normal que nos juntemos y resulte divertido. Jessy contaba con un tocadiscos y cada uno aportó un disco de pasta de los años sesenta o setenta, fáciles de conseguir en las tiendas de caridad.
Aún bailando yeyé en la fiesta James vino a enseñarme en la pantalla de su teléfono el comentario de una amiga del pueblo de mi infancia a una foto que él acababa de colgar en Facebook.
"¿Qué dice?", me preguntó James.
Se lo tuve que traducir del catalán. 
Esa conexión ultra pueblos, sumado a las pocas copas que había tomado me hizo alucinar lo que un niño de hoy no entendería de qué; no obstante, ya se que más adelante, si mi amiga Pepita quiere, podrá corporizarse en la fiesta vestida de naranjito.

sábado, 26 de mayo de 2012

Pura cáscara

Óleo Edward Hopper
Estoy pensando que si a los del Girton College les hubiera contestado: "Sí, por favor, ténganme preparada una grúa remolcadora porque peso una tonelada" quizá entonces hubiera tenido más chance.
Porque ellos gastaron montones de letras en contarme acerca de su no discriminación y para el día de la entrevista me escribieron diciendo que, en caso de sufrir alguna incapacidad que me dificultara el acceso, les hiciera saber de mis necesidades específicas para que ellos pudieran poner a mi disposición los medios de ayuda oportunos.

Una vez, viviendo en Madrid, vi un anuncio en el diario solicitando personal femenino con nivel universitario y buen dominio hablado del idioma catalán. Cuando llegué al edificio había una cola de mujeres en la puerta que llegaba hasta la siguiente manzana. Pasé la selección y me citaron para una siguiente vez, dónde nos instalaron a  unas diez de nosotras  alrededor de la poderosa mesa en una sala que sería poco menos que la de reunión de ministros y entonces se apareció una mujer divina vestida con un traje que me encantó y que también me gustó su oratoria, total que ya soñaba con ese trabajo que ni sabía de qué iba. 
Pues lo conseguí, pero nada más pisar la habitación dónde iba a desarrollarlo me dí cuenta de que el cuento se había acabado. Unas treinta mujeres al teléfono se amontonaban en un cuartucho sin aireación. Antes de entrar vi un vestido igual al de la fabulosa jefa en el escaparate de la tienda de la esquina, pero ella ese día no lo llevaba y estaba ojerosa, desaliñada y con mal humor en tanto le contaba a  otra que venía de discutir con los de la tintorería  porque le habían arruinado el susodicho traje. El trabajo era de vender bonos por teléfono a una lista de nombres que me pasaron que hubo más de cuatro que llevaban tiempo muertos.

viernes, 25 de mayo de 2012

Juegos Olímpicos 2012

Manga pastelera
Ojalá le salgan bien a este país los Juegos Olímpicos que se van a celebrar en Londres este verano. Entonces empezaré a pensar que quizá mi visión es parcial y que he tenido mala suerte en la porción que me ha tocado.

Recibí del Girton College un mensaje firmado por una tal Gill cuyo párrafo principal decía lo siguiente:
"...Espero no le importe que la contacte de nuevo.
La persona a quién le ofrecimos el puesto no ha tomado la vacante y por eso nos preguntábamos si todavía sería de su interés.
Si es así, nos gustaría invitarle a visitar el College de manera informal. ¿Qué le parecería pasar algunas horas trabajando con el jefe de cocina?, ...".
Me hubiese parecido excelente, pero no hubo jefe de cocina.
Me presenté a la hora convenida y un hombre que encontré por los pasillos transportando un alto carro me acompañó hasta el lugar donde nadie aparentemente me estaba esperando.
Al rato un supuesto cocinero se acercó a entregarme una lista de canapés a confeccionar. Si no le llego a detener, ahí me deja abandonada con el jeroglífico en las manos. Con displicencia me fue mostrando los diferentes cuartos nevera y cómo preparar todo.
¿No era que iba a estar mano a mano con el chef principal?; lo último que se me habría ocurrido es que tuviera que ponerme a jugar al escondite con los alimentos y a crear montaditos según propia inspiración.
A las dos horas de estar ensartando en palillo queso con oliva y salchichón con uva para la recepción del funeral de Mr.Robinson vino a mi rescate Sara.
Sara es una española de Murcia que se puso a rellenar conmigo voulevants de salmón, mostrándome la manera experta de hacerlo, en tanto me iba dando pistas que pudieran servirme para avanzar en la profesión. Era muy simpática y se la veía muy eficiente. Hablamos todo el tiempo en inglés. Hasta me invitó a una paella en su casa para el verano. Al terminar me dijo que si le preguntaban, pasaría un informe bien favorable.

Al día siguiente, que es hoy, me ha dado la bienvenida al entrar en el vestíbulo de casa otro de los sobres que ya reconozco; antes de abrirlo imaginé la cantinela:
"Thank you... I am sorry... I have to advise you...", "Gracias... Lo siento... Tengo que comunicarle..."

He llamado a Sara por si tenía idea de lo sucedido.
Ella no sabe mucho pero algo me ha dicho.
En principio que ella no está en plantilla en ese college, que va por agencia cuando la llaman, pero que por lo que conoce, mejor para mí si no me han cogido, que ese no era un lugar en el que mereciera trabajar, que en esa cocina el ambiente se respira enrarecido, carente de profesionalidad y compañerismo.
"No te lo digo por consolarte, pero ese jefe de cocina pasa de todo y así le va a ir de mal en su carrera, y el rubio que te atendió, lo mismo. Estarán buscando a un chaval que pringue por todos ellos a precio de ganga", me dijo Sara.
¿Un chaval?.
No entiendo para qué me hicieron ir.
Sara me había mostrado fotos de sus obras culinarias realizadas en otras cocinas estelares de Cambridge, mucho mejores, según su criterio.
Voy a creerla.

Además:
-Bastantes enchufes del edificio de la farmacéutica en el Cambridge Science Park no funcionaban a un año de su inauguración.
-La página operativa de un supermercado en la red puede hacerte desaparecer en un clic y sin posibilidad de recuperación los puntos que te afanaste en coleccionar y comprar a los amigos para la fantástica vajilla que te iba a salir tan barata (le pasó a Monika).
- Una cafetería puede quedarse sin sus habituales tazas de porcelana para servir el café (me he encontrado con la misma contingencia a resolver con vasos de cartón en dos de diferentes cadenas).
-La información de trenes puede hacerte perder un vuelo (le acaba de suceder al hermano de Aurélie).

jueves, 24 de mayo de 2012

Siguiente paso


Está claro que no caso con las ayudas oficiales. Me pasé un mes yendo a llevar documentos a la Casa Mandela, como está bautizada la oficina del ayuntamiento en St Andrew's Street. Siempre había otro que les faltaba y cuando los tuvieron todos me dijeron que no.
Lo intenté también por vía indirecta yendo a Next Step, otro servicio oficial montado para facilitar apoyo a los adultos que quieran mejorar en sus estudios o trabajos y que tiene albergado su punto físico en un rincón de la tercera planta de la Library of Cambridge
Allí me atendió una mujer amable y eficiente que en la primera vista me rehizo el CV adaptándolo a la forma inglesa. Ahí me enteré de detalles determinantes, por ejemplo, que en Inglaterra queda poco bien colocar foto en el currículum, en la idea de que el solicitador debe valorar al solicitante por sus habilidades y no por su cara bonita. Estuvo bien saberlo, porque en un  tiempo llegué a probar hasta con una de cara y otra de cuerpo entero.
Tanto en la primera cita como en la segunda trataba de irle colando a la buena funcionaria datos acerca de mi  pobre situación, por si se le ocurría cruzarse a otro servicio. Pero ya se sabe, en la administración, si uno está bien plantado, no se va a salir de su tiesto.
Así que la mujer estuvo de veras agradable conmigo y no se estuvo pintando las uñas. Digo esto último porque esa era su principal preocupación y ocupación, dejar perfecta constancia escrita de cada milimétrico paso informático que hacía por mi.

viernes, 18 de mayo de 2012

Casa embrujada

Pastéis  de Belém
Estoy en las últimas de Cambridge.
Si no me planteo volver a España es porque todavía espero que algo mágico me suceda que arregle la situación.
Además, regresar a una casa rota, a incordiar a un  hijo y buscar un empleo dónde no los hay me parece como la respuesta ingeniosa al acertijo de cuál sería el colmo de los colmos del sueño incumplido.


Cuando estuvimos con Berta Canals, tanto en la primera como en la segunda ocasión, en el momento de la despedida me dijo: "Y tú, a volverte ahora mismo".
Ella habrá creído que yo en Cambridge lo estaba pasando fatal, máxime cuando le conté la última de mis aventuras, que me había ido a los servicios sociales a pedir ayuda y me la habían denegado.
Si hubiera leído estas páginas, Berta hubiese podido saber que en realidad me divierto bastante, pero las habrá ojeado por encima y se acabó.
Así me lo hizo saber : "Pero vamos, esas páginas que me imprimieron.... la mujer del escritor pretendiendo ser escritora, además por internet; eso es un disparate...", mientras hacía un gesto como de espantar moscas, "...ahí mismo lo hubiera dejado; lo que pasa es que lo vi a él, y claro, eso ya era para considerarlo...".
A mi me daba igual lo que estuviera diciendo, yo estaba como si me hubiera tomado un ácido, y si le daba pista a mi marido, lo demás podía tranquilamente echarse a dormir la siesta.

                                                
En España me había hartado de llevar años y años removiendo la tierra del jardín en la autosugestión de que el día que amaneciera verde la suerte literaria de mi marido empezaría a cambiar.
¡Quiero irme! ¡quiero irme!, le exclamaba yo a él en los últimos tiempos mientras me afanaba en el inglés ante el ordenador.
En estas que el portón de calle se vino abajo. Tuvimos que mandar a reconstruir las pilastras de sujeción. Tras años viéndolas caer, me relamía de lo bonitas que estaban quedando en tanto les daba la última capa de pintura. Pero llegó una ventolera que en esa mismísima noche se llevó por delante parte de la obra, más toda una hilera de cipreses altísimos.
Otra vez tuvo que venir Diego, nuestro salvador ecuatoriano que sabía hacer de todo.
Entonces decidimos con mi marido que me iría a comienzos de primavera, tras regresar del encuentro literario al que lo habían invitado con acompañante en Portugal.
Lo pasamos entre Matosinhos, Porto y Lisboa. Para mí Portugal fue un descubrimiento enorme. Ya me había avisando él. Tan cerca y tan diferente. Estuvimos con una gente que ojalá reencontremos en alguna parte. El paisaje urbano con el Duero o el Tajo a sus pies, hermoso, igual que la costa Atlántica. Comidas muy ricas a base de pescado y unos pastelillos con el café que no podía dejar de pedir en las pastelarias. Incluso pensamos que nos gustaría Lisboa para vivir.
Viaje para no olvidar, pero de vuelta a casa... 
De vuelta a casa abrimos la puerta y nos encontramos con un palmo de agua por todos lados.
-¡Esto no puede ser!, ¡esto no puede ser!, ¡esto es un maleficio!, empecé a pegar voces.
-Pero cariño, me venía detrás mi marido diciendo, ¿acaso no te ha gustado el viaje?.
-Pues claro que sí que me ha gustado, eso qué tiene que ver.
-Si te hubiese gustado tomarías esto de otra manera...¿es posible que no lo hayas pasado tan bien?...
-¡Que sí, hombre, que sí!, pero no tengo sangre de horchata, ¡deja que me exprese!.
- Tómalo cómo la anécdota final.
-¡Anécdota!, ¡esto!; ¡mira, mira!, ¡mira que desastre!.
-Pues que quieres que te diga, para mi han sido unos días perfectos, que no merecen que te pongas de esta manera.
-Si, perfectos, pero yo ahora estaba por irme; esto es lo que pasa.

martes, 15 de mayo de 2012

Ascensores de madera

Antigua portería en Barcelona
Mi marido y yo estuvimos con Berta Canals y vivimos en su casa unas horas alucinantes.
Berta me había mandado la semana anterior un correo electrónico diciendo: "Te reservo mínimo un par de horas y no dejes de venir acompañada de tu esposo, que tengo interés enorme en hablar con él".
Al término de la reunión, en silencio bajábamos los dos en el antiguo ascensor de madera, pero a la que cruzamos el umbral hacia la calle mi marido dijo: "Me alegro de que hayas estado presente, porque de no ser así, me hubieras pedido que te contara y ya has visto que no hubiera tenido manera posible de acercarme a lo que ha sido".
No podría jurar si eso lo dijo tras el primero o el segundo encuentro, porque tuvimos dos y ambos fueron igual de originales.
Lo que sí recuerdo bien es que a la salida del primero nos fuimos rápido hacia el barrio del Rabal, para llegar a tiempo a  la presentación de un film documental dirigido por mi amiga Carlota en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y que después de saludarla a ella y a su familia nos dirigimos a la calle Aribau, esquina cercana a los multicines, a comernos unas porciones de las pizzas que más nos gustan.
Si hay días que salen redondos, ese fue uno. 
De regreso en coche sonó el teléfono de mi marido. Por estar él al volante yo atendí. Volvía a ser Berta para invitarnos a comer a los dos días.

lunes, 14 de mayo de 2012

Bridas

Bridas de plástico verdes
Llevamos un mes en la nueva vivienda.
Qué pasó con Monika, todavía tengo que descifrarlo; si fueron  las zapatillas de la suegra o las alteraciones hormonales del embarazo; aunque me incline por pensar que no cambió, sino que la conocimos en el lapso del mejor humor de su vida; pero ojalá me equivoque en esa apreciación.
Voy a recordar los veinte meses pasados en su casa como un momento mágico en mi vida y les estaré siempre agradecida por habernos proporcionado un ámbito y una compañía tan agradable.
Pagando claro. 
Pero ahora se acabó. Ni visitas, ni regalos, ni nada. Eso es lo que quiero con ellos en adelante, un bonito recuerdo y desearles que sean felices.
Porque nos criticaría, seguro que Monika nos criticaría, como hacía en los últimos tiempos con sus amigos, en especial los de él, que ya se los tenía a casi todos vetados. 
Ahora que lo pienso, la amabilidad no fue el único motivo por invitarnos a su fiesta navideña. En algún lado teníamos que meternos para celebrarlo y resistimos una semana con la cocina invadida por ollas humeantes.
En esa noche de paz parece que corrieron las cuchilladas en forma de comentarios maliciosos o regalos inadecuados que nosotros no llegamos a captar.
Antes de mudarnos apareció por su boca el fantasma de propietario de la casa amenazando a todas horas con venir a inspeccionar nuestra alcoba. Apenas habíamos escuchado hablar de él y ahora resulta que pagaría autopista desde Londres para venir a ver si habíamos desenganchado los posits de la pared.
Incluso se mostraron magnánimos: "No os podéis quejar, os hemos dado quince días para avisar de vuestra marcha, cuando lo normal es un mes".
Un día les planté cara y se quedaron bastante choqueados.
Luego todo volvió a la normalidad, e incluso a mostrarnos la ropa de la niña cuando ya no le convino que nos fuéramos, o no tan rápido, porque sus planes habían cambiado.
El día de la marcha Monika se puso a separar cubiertos y a hacer paquete con los de todo a cien que compramos al entrar y pidió a mi marido la devolución de unas bridas de plástico que Seweryn le había prestado.
Por eso es que mientras Monika hacía la revisión exaustiva del dormitorio que le estábamos dejando yo le dije, "es que Monika, de repente tanta formalidad",  como parecía no entender mi marido continuó, "si Monika, que nosotros pensábamos que éramos amigos, y...".
¿Amigos? dijo ella en un suave tono sarcástico.
¡Qué boba!,¡que lástima!, pensé.
En fin, ella se lo va a perder.

domingo, 6 de mayo de 2012

Girton College


Girton College
Recibí del Girton College un email que finiquitó mi esperanza de entrar allí y dejó mal heridas las que pudiera tener en un futuro de entrar en cualquier plaza en principio a mi alcance de las que pudiera ofrecer la Universidad de Cambridge.
Mejor se hubieran evitado el tour que me dieron por las instalaciones mostrándome la nueva, clara y espaciosa cocina y las solemnes salas y comedores dignas de Harry Potter. 
Una atención de su parte, habrá sido, por haber acudido a la entrevista, que ya se veía al hombre encargado muy orgulloso de enseñarme lo que no cualquiera ve a diario.
Con anterioridad otro empleado de traje y corbata me había conducido por amplios y algo tétricos corredores hasta una estancia luminosa y de medidas descomunales que se abrió ante mis ojos con todo su empaque una vez franqueada la puerta.
Allí una mujer y dos hombres aguardaban sentados a una gran mesa, con  cuestionarios, bolígrafos y anteojos a mano, listos para empezar a evaluar.

Este sorpresivo ingreso en una sala de proporciones majestuosas inundada de luz natural se me dio de nuevo exactamente a los ocho días, cuando fuimos recibidos, mi marido y yo, en casa de Berta Canals; espero que con mejores resultados.
La cuestión es que los del Girton College deberían haberme elegido, pero no lo hicieron.
Según el hombre que me llevó a dar la vuelta eramos cinco los entrevistados para una plaza que cubrir. Si de él hubiese dependido igual ya estaría adentro, pues se mostraba muy animado y me dijo que escaseaban las féminas, pero quién sabe; primero que él no mandaría, y segundo, que aquí la cortesía puede confundir y hay que tener bien aprendido que una actitud de interés no significa desde luego que te vayan a contratar.
Y eso es lo que habrá pasado, que en el último filtro me quedé.
Katie, mi compañera americana de Colorado, me ayudó a redactar buena parte de lo que puse en la solicitud de empleo. Igual si se presentaba ella la tomaban.

También fue Katie quién colgó en su Facebook la siguiente frase de Albert Eisntein:
"Stupidity is doing the same thing over and over, expecting different results" - "Es de estúpidos repetir y repetir siempre lo mismo esperando diferentes resultados".
Ahora la recordaba; ¿no me estaría pasando, insistiendo tanto con los college?
También dice otro dicho, esta vez popular, que "quién la sigue la consigue", y tampoco es que cada vez repita exactamente lo mismo.
En fin, que estoy hecha un lío.
Lo que sí tengo claro es que si abandono mis solicitudes  a la University of Cambridge me quedaré con un vacío por delante que no sé de que manera voy a llenar.