martes, 15 de mayo de 2012

Ascensores de madera

Antigua portería en Barcelona
Mi marido y yo estuvimos con Berta Canals y vivimos en su casa unas horas alucinantes.
Berta me había mandado la semana anterior un correo electrónico diciendo: "Te reservo mínimo un par de horas y no dejes de venir acompañada de tu esposo, que tengo interés enorme en hablar con él".
Al término de la reunión, en silencio bajábamos los dos en el antiguo ascensor de madera, pero a la que cruzamos el umbral hacia la calle mi marido dijo: "Me alegro de que hayas estado presente, porque de no ser así, me hubieras pedido que te contara y ya has visto que no hubiera tenido manera posible de acercarme a lo que ha sido".
No podría jurar si eso lo dijo tras el primero o el segundo encuentro, porque tuvimos dos y ambos fueron igual de originales.
Lo que sí recuerdo bien es que a la salida del primero nos fuimos rápido hacia el barrio del Rabal, para llegar a tiempo a  la presentación de un film documental dirigido por mi amiga Carlota en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y que después de saludarla a ella y a su familia nos dirigimos a la calle Aribau, esquina cercana a los multicines, a comernos unas porciones de las pizzas que más nos gustan.
Si hay días que salen redondos, ese fue uno. 
De regreso en coche sonó el teléfono de mi marido. Por estar él al volante yo atendí. Volvía a ser Berta para invitarnos a comer a los dos días.

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