Le pregunté a Will, el chico nuevo en la cocina, por dónde vivía y me dijo que cerca de Parker's Peace, por atrás de Hills Road a la altura de la iglesia de torre puntiaguda que queda en la esquina.
Le dije que era afortunado por vivir en tan buen lugar.
Me contestó que por más que Hills Road tuviera aspecto de calle de cierto nivel, el vivía del otro lado, en la zona de bloques del ayuntamiento, donde de noche se hartaba a escuchar ruidos, de golpes, de broncas, de televisores que nunca se apagaban, de ululares de sirenas, de policía, de ambulancia en dirección a Addenbrooke's Hospital; donde abundaban borrachos y drogados que incluso se los podía encontrar yacentes en el suelo del ascensor de su propia escalera.
Le pregunté cuantos hermanos tenía.
Levantó el mentón y se puso a contar con los dedos; cinco hermanas y tres hermanos, contestó.
Will comparte piso con su padre, uno de los cuatro hombres con los que su madre tuvo a todos los hijos que él calculó.
Will comparte piso con su padre, uno de los cuatro hombres con los que su madre tuvo a todos los hijos que él calculó.
A Will se le iluminó la cara cuando le dije dónde vivía yo. Ese era su barrio de pequeño, por dónde andaba libre como mariposa de casa en casa en bicicleta, como veo que lo siguen haciendo por ahí tantos niños de apariencia suelta y feliz.
Si Jane hubiese esperado, se habrían podido conocer, aunque a saber si hubieran congeniado.
Que lástima.
Me da que con una mano de apoyo esa chica de ojos grandes hubiese podido funcionar. Chris se la brindaba, pero de entrada ligó mal con la directora, y por lo visto, de salida también.
Quizá no hablaría un inglés muy refinado, eso ya me dijo ella misma, "no hablo propio inglés", como poniéndose a parte del sector que dominara el correcto, pero yo con ella me entendía y algo aprendí de su lengua, que me sonaba bien propia, común y normal.
Parque Parker's Peace - Verano 2010 |
Siempre que escuche a la banda norteamericana Maroon 5 me acordaré de ella y también cuando relea en inglés la novela de Charlotte Brontë, Jane Eyre, que le sonaba.
El temor me viene de verla acaramelada en Facebook sujetando en brazos a los bebés de su entorno juvenil, propios bebés, nada figurados, que probablemente le hagan latir la parte más blandengue de su corazón.
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