jueves, 13 de octubre de 2011

Skate Boarding

Me dolió  bastante cuando Jamie se fue.
Desde el día que vino a mi encuentro en el comedor a saludar a la novata, hasta la mañana anterior a su abandono, siempre me sentí tratada por él como una reina.
Jamie me decía que él no hablaba propio inglés y así debía de ser porque su acento me chirriaba un tanto al oído cuando lo escuchaba a lo lejos platicando con otros.
Jamie sentía una especie de amor por España y no podía entender qué hacia yo en Inglaterra proviniendo de un paraíso como ese. "Ya te darás cuenta, me decía, este no es un lugar bueno para vivir".
De niño viajó a la Costa Dorada, a Salou, para participar en campeonatos de Skate Boarding y de adulto pasó tres meses en un pueblo de Valencia.
"En Cana esto", "En Cana lo otro", me iba contando. ¿Por dónde caería ese villorrio que ni siquiera aparecía en el mapa? me preguntaba, hasta que dí en que no era un pueblo, sino a una mujer que me estaba nombrando, Encarna, la enfermera levantina que fue su novia y cuya fotografía, me dijo, todavía se mostraba a la vista en un anaquel de la casa de su madre.

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