- Estimado señor editor. Tengo una novela histórica inédita titulada El ermitaño negro del Apocalipsis. El tema aquí no es narrarle la historia, sino que sepa que existe."
- Hola mi querida artista. Mi madre quiere localizar a la tuya, supongo que por nostalgias de los años le ha bajado esta necesidad a la hacedora de mis días. Soy nieta de fulanita. Yo también tiendo al espectáculo, estoy haciendo mis pinitos ..."
- Apreciado Director de Cine. Si tiene la posibilidad échele un vistazo a mi trilogía (puedo hacérsela llegar si lo prefiere); es del estilo de El señor de los Anillos ....".
- Querido Pedro. Me permito escribirte por los recuerdos de juventud que me atan a ti, cuando yo andaba vendiendo monos de peluche por el Mercado del Rastro madrileño y te veía pasar muy cerca de mí en actitud reconcentrada, seguramente perfilando en la imaginación tu último proyecto.... Tengo algo que creo podría interesarte....".
Sin ir más lejos el último ejemplo bien podría acoplarse a mi persona, si no fuese porque yo nunca mandaría un mensaje tan horroroso.
Así que ojalá la receptora de mi carta llegue a discernir, porque de entrada no es tan distinto lo por mi enviado, de lo arriba expuesto.
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