William Turner |
Jamie debe de tener sus problemas, pero es que además este hostel lo ha tratado fatal.
En julio, sin chef y en plena maratón de trabajo me entretuve en traducir una nota de la directora dejada en el despacho de la cocina que venía a decir lo siguiente:
"Para James y Jamie. ¡Adelante muchachos; que el ánimo no decaiga; estamos a mitad de travesía; de esta saldremos ganando!", seguido de alguna indicación y números de contacto por si algo gordo llegara a suceder.
¿Porqué se estaría ella incluyendo en el plural, me pregunté, si se había ido de fin de semana largo, al igual que la subdirectora, y eramos nosotros, los pocos que quedábamos, los que tendríamos que cargar con el paquetón de atender a los noventa estudiantes alemanes que estaban alojados en régimen de pensión completa?.
En esos días James y Jamie aguantaron sin rechistar presión, responsabilidades que no les correspondían y horarios increíblemente alargados a cambio de nada en absoluto por parte del hostel.
La intensidad, sumada a la improvisación dotaba de cierta gracia al asunto. En el fragor de las cacerolas hasta llegué a pensar que igual nos estaba esperando una copa al final del susodicho viaje, o un guateque cuando menos.
Con lo pasados de rosca que estábamos la noche en que el grupo se fue, bien hubiésemos podido continuar la fiesta con unas cervecitas. Pero no.
"Buen trabajo", le susurró la directora a James y luego a Jamie a la vez que firmaban en la recepción su hora de salida, yo también firmé pero no alcancé a escuchar nada.
A ellos les pareció el asunto de lo más natural. Yo no podía creerlo.
¿Para eso tanta arenga?.
Con lo pasados de rosca que estábamos la noche en que el grupo se fue, bien hubiésemos podido continuar la fiesta con unas cervecitas. Pero no.
"Buen trabajo", le susurró la directora a James y luego a Jamie a la vez que firmaban en la recepción su hora de salida, yo también firmé pero no alcancé a escuchar nada.
A ellos les pareció el asunto de lo más natural. Yo no podía creerlo.
¿Para eso tanta arenga?.
Ahora Jamie estaba en apuros. Pidió unos días adelantados de vacaciones para estar con su hija.
La directora dijo no.
Él insistió a la siguiente mañana. Su hija lo reclamaba y él no le podía fallar.
Algo grave debía de estar pasando para que Jamie se atreviera a amenazar con dejar el hostel sino.
Jamie, no te creas irreemplazable, le dijo la directora, como tú hay muchos buscando trabajo.
Eso tiene que haberle dolido bastante, sobre todo en boca de ella.
Pero bueno, ya se sabe, así es la vida.
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