Hoy he ido a Bedford. Tenía una cita con la administración del Estado para que me puedan dan el "National Insurance Number", parecido a nuestro número de afiliación a la Seguridad Social. Me han preguntado el nombre completo de mis padres, dónde residí desde mi llegada a su país hasta el día del inicio de mi contrato de alquiler, e incluso la fecha de mi casamiento, que por cierto no recuerdo.
Luego de la entrevista nos quedamos charlando.
¡Oh Barcelona! ¿Cómo te has venido aquí desde un lugar tan bonito y soleado? La mujer que me atendió y otra funcionaria más que se acercó opinaban que Cambridge es singular y nada representativo del resto de Gran Bretaña. "Debería hermanarse con Barcelona. Sí, Twins; ya que son ciudades parecidas" dijeron ellas; yo no había abierto la boca.
Fish & Chips |
Bedford es una ciudad de unos ochenta mil habitantes donde un diez por ciento de la población es de ascendencia italiana debido a que en los años cincuenta la London Brick Company, una poderosa empresa nacional de elaboración de ladrillos, reclutó trabajadores en el sur de Italia a fin de dar abasto a la demanda que se creó por la reconstrucción de Londres después de la Segunda Guerra Mundial. Me contó esto el único italiano que identifiqué.
Vi bastante gente blanquita y rosada; algunos obesos. También Indios (o Pakistaníes, quizás), y chicos negros, altos, y en padilla. Gente pintoresca o descarriada en la estación. Y bastantes personas mayores, quizás por viajar en autobús en las horas centrales del día.
Contar hasta tres y decir !Hello¡ es lo único que yo sabía en Inglés un año y medio atrás. Aprendí lo poco que sé con el ordenador. Por eso me parecía irreal que ahora pudiera mantener conversaciones sin hablarlo.
Bueno, eso era en Cambridge, o en el Bedford Jobcentre Plus Office (Oficina de Empleo), o en el Bedford Tourist Information Centre (Información y Turismo).
En la dura calle, al preguntar me miraban con cierta extrañeza y contestaban velozmente algo que no podía descifrar.
Pasé por un mercado ambulante; este sí podría "hermanarse" con el mercado semanal de cualquier ciudad del interior de Catalunya. Esto lo digo yo.
Comí por primera vez Fish&Chips; pescado rebozado con patatas fritas. Una ración pequeña bastaba para alimentar a un elefante. Estaba buenísimo; el bacalao muy fresco y el empanado crujiente. Mi instinto no falló. La pista me la dio que el local se veía limpio y no olía a fritanga. No en cualquier lugar pediría una cosa así. Dentro de un año volveré a repetir.
Me compré en Primark, una flor de tela enorme para usar en el pelo o como broche. Ella me hará evocar el día de hoy.
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