Quiero incluir imágenes y llevo tres días intentándolo.
Primero tuve que conseguir la cámara, que me prestó mi hijo. Es una camarita Olimpus no muy acertada, pues saca unas fotos un tanto blanquecinas.
Intento fotografiar lo que me llama la atención, ciclistas por ejemplo. Los enfoco, pulso el botón y cuando mi cámara se acciona ellos ya han desaparecido.
Soy un tanto lenta. Y me da un poco de reparo eso de pararme frente a alguien y disparar; trato de hacerlo con disimulo. Dice mi hijo que cualquier día me darán un guantazo.
Fue él quien me fulminó con la mirada cuando me descubrió en su cafetería agazapada tras una máquina de zumos intentando retratarlo sin previo aviso.
Mi hijo Lucas es rubio, alto y atlético. Un dia en Londres coincidió en el vagón de metro con un grupito de chicas españolas. Lo miraban de reojo y una de ellas comentó a las demás: ¡Tíos como este no se ven en España! dando por supuesto que no entendía. Y él, divertido, se les acercó y les preguntó de dónde eran. Se pusieron a reir nerviosamente y fué lastima que ya tenian que bajar en la siguiente estación.
La cafetería dónde trabaja mi hijo también es muy bonita. No me resigno a no sacarle una foto allí.
Primero tuve que conseguir la cámara, que me prestó mi hijo. Es una camarita Olimpus no muy acertada, pues saca unas fotos un tanto blanquecinas.
Intento fotografiar lo que me llama la atención, ciclistas por ejemplo. Los enfoco, pulso el botón y cuando mi cámara se acciona ellos ya han desaparecido.
Soy un tanto lenta. Y me da un poco de reparo eso de pararme frente a alguien y disparar; trato de hacerlo con disimulo. Dice mi hijo que cualquier día me darán un guantazo.
Fue él quien me fulminó con la mirada cuando me descubrió en su cafetería agazapada tras una máquina de zumos intentando retratarlo sin previo aviso.
Mi hijo Lucas es rubio, alto y atlético. Un dia en Londres coincidió en el vagón de metro con un grupito de chicas españolas. Lo miraban de reojo y una de ellas comentó a las demás: ¡Tíos como este no se ven en España! dando por supuesto que no entendía. Y él, divertido, se les acercó y les preguntó de dónde eran. Se pusieron a reir nerviosamente y fué lastima que ya tenian que bajar en la siguiente estación.
La cafetería dónde trabaja mi hijo también es muy bonita. No me resigno a no sacarle una foto allí.
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