domingo, 10 de junio de 2012

Maquiavelo

Chris deja las mañanas, un nuevo ayudante de cocina acaba de ser despedido y el resto tendría que estirarse más que una goma elástica para abarcar toda la franja horaria, así que la directora está abriéndose a  la posibilidad de ponernos a  Betty y a mi a cargo del desayuno.
Esto tan fácil de entender, me llamó Chris para explicar, a la vez que hizo venir a Jessy desde la recepción.
Al terminar su discurso enfocó la mirada hacia ella y  le dijo: "Jessy, por favor,  ahora tradúceselo".
Entonces entendí.
Salté como un resorte, en inglés y a los gritos.
Después de dos años no me lo esperaba.
Para eso la había requerido a Jessy.
Para ese golpe de efecto en su teatrito.
Y si es que no se entera, peor para él.
Adiós aires de Maquiavelo para adornarlo.

Chris se fue del hostel y luego volvió, porque en otro lado no le fue mejor y la directora lo repescó para esta cocina que en el fondo ama, o ama sentirse el rey en ella.
Mientras estuvo afuera decepcionó terriblemente a su pupilo Jamie, y algo menos a James, llamando a unos  anuales clientes de grupo para advertirles de que el esmerado servicio al que él los tenía acostumbrados pudiera caer en picado; de lo cual se enteraron James y Jamie cuando el director de la expedición se acercó a felicitarlos.
El que en realidad está actuando ahora en favor mio, si así se pudiera llamar, es su hijito de nueve meses.
Ese niño es un pelirrojo precioso, sonriente y vivaz (lo pensaba de antes, no se vaya a creer); se nota que está creciendo al lado de su mamá Victoria. 
Agotada la baja maternal Victoria se ha reincorporado esta semana a la recepción en horario de media jornada y piensan turnarse con Chris para el trabajo y el cuidado de la criatura. 
Trifulcas aparte, ese niño goza de suerte con los padres que le han tocado.

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