La tarde de ayer la pasé en el ordenador tratando de enterarme a través de Google de algo que había pasado en mi pueblo natal y que no sabía bien qué era.
Recibí una circular que decía lo siguiente:
Querido/a compañero/a.
Nos ponemos en contacto contigo para comunicar que, por parte de la comisión, se decidió ofrecer unos ramos de flores en los funerales de nuestros estimados amigos Joan y Alba y al mismo tiempo colaborar junto con el grupo excursionista Muntanya Serrada en la elaboración de unos libritos de recuerdo.
Y continuaba con la información práctica.
Dos personas; pensé en un accidente de coche, pensé en las recientes inundaciones de Pakistán; dos excursionistas, es posible que hubiesen viajado allí y les hubiese alcanzado el desastre.
Empecé a inquietarme bastante. Cada día muere gente en todos lados y yo no me atraganto con el desayuno al leer la prensa. Pero esta circular la mandaba la Organización de los 50 del año pasado. Se supone que uno u otro de los fallecidos, o los dos, tienen mi edad.
Puse sus nombres de pila en el buscador junto con el nombre de mi pueblo y en el quinto renglón apareció lo que buscaba: Joan Santaeulalia. Lo conocía. Joan Santaeulalia que murió el pasado mes de julio de un rápido proceso desencadenado por una reacción adversa medicamentosa....; la misma nota aparecía en varios medios locales.
Pude reconstruír lo que hasta ahora sé. Él murió hace un mes y su mujer desapareció hace una semana. A los dos días la encontraron flotando en las aguas de una laguna, en un lugar apacible, no lejos de su casa, donde imagino que ellos habrán pasado buenas tardes de verano.
El nombre de ella me resulta familiar, me suena del colegio creo, pero no la tengo presente.
Pero de él me acuerdo muy bien y me ha entristecido. Es muy raro porque, salvo por unos días el año pasado, casi no he pensado en él en los últimos treinta años.
Les he mandado un mensaje a los de la Organización de los 50 para darles mi pésame, ellos los han tratado a diario y estarán muy tristes.
(en catalán)
Queridos amigos.
Os quiero hacer llegar mis condolencias por estas pérdidas tan preciadas.
Yo no sabía nada, he buscado en Google y cuando he leído una nota pasada en el diario con el nombre de Joan Santaeulalia me he quedado helada. No sé exactamente cómo han sucedido las cosas, lo que sé es que lo he sentido mucho. Es muy extraño, yo a él lo recordaba muy cariñosamente instalado en mi pasado, lo recordaba siempre sonriente y dispuesto en todas las reuniones, excursiones y acampadas. En la fiesta de los 50, él se acercó a saludarme, porque yo no lo hubiera reconocido, y me alegró verlo tan guapo, más que de jovencito, y siempre tan buena persona. Fueron cinco minutos nada más, lástima.
Es extraño, mientras él vivía su vida, yo no me acordaba de él, ahora que ha muerto ha revivido para mí. Y sé que no será un sentimiento que me dure una semana. Sé que su sonrisa morena y el aire amable que él tenía se fijarán ahora dentro de mí. Es un muerto que se añade a los muertos que ya tengo y que me acompañan de alguna manera en el camino.
Yo llevo dos meses viviendo en Cambridge y si no hubiese sido por vuestro comunicado no me hubiese enterado. Gracias.
Un abrazo, Susanna Morell.
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