Bruce Chatwin |
Desde hace dos días llevo encima un boli mientras limpio que en principio debería servirme para marcar con una rallita en un papel el número de las habitación que voy dejando listas, pero esto se me antoja una tarea ingente y lo he empezado a utilizar para anotar en los bordes de los folletos desperdigados por los suelos el esbozo de las ideas que se me van apareciendo.
Llevo cuatro días sola fuera de mi casa, en un país que queda a la vuelta de la esquina, y haciendo mis pequeñas indagaciones antropológicas y ya me siento una pequeña émula de Bruce Chatwin; en su aventura y en su pasión, no por supuesto en la maestría con la que él narraba sus viajes.
De lo que sí me doy cuenta es de que yo hubiera podido llegar a ser una buena periodista. En realidad yo hubiera podido llegar a ser muchas cosas. Pero bueno, por algo será.
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