Esta mañana en el trabajo he estado haciendo camas. En un dormitorio el olor a aliento alcoholizado flotaba en el aire, se notaba que los chicos habían estado de fiesta la noche anterior. Se me ocurrió airearlo abriendo la puerta de la salida de emergencia que da al exterior. Lo había hecho una vez en otra habitación y no pasó nada, pero al accionar la barra horizontal que atraviesa la puerta a la altura de mi cintura empezó a sonar una alarma, no demasiado estridente, la verdad. Tratando de detenerla apoyé mi pulgar sobre un círculo negro enmarcado en rojo que estaba en la pared. Apenas lo rocé se rompió y se activó la alarma de incendio. Esa sí que era poderosa. Dalila subió con la cara congestionada para hacer evacuar al personal; a esas horas no hay huéspedes en las habitaciones. Luego me contaron que no es la primera vez que ocurre.
El segundo incidente pasó en el supermercado.
Gran parte de los ciclistas que veo por la calle están en buena forma física. Gente de aspecto agradable que podrían salir en un anuncio de un Banco o de una Compañía eléctrica. La hay de todas las edades y de muy variada condición.
Pero en el supermercado la cosa cambia. Allí llegan en coche familias enteras con terrible sobrepeso. Se ve gente muy obesa cargando sus carros con porquerías alimenticias. Montones de jovencitas con cantidad de grasa acumulada en su cintura.
Estaba allí haciendo la compra y de paso quería sacar alguna fotografía para ilustrar el fenómeno. Ya me imaginé que muy legal no sería. Llevaba la cámara escondida en el bolsillo de la cazadora y sólo la saqué en el momento oportuno. No imaginé que el flash refulgiría tanto. Me fui hacia otro pasillo. Estaba eligiendo unos frutos secos cuando me sobresaltó la presencia a mi lado de un empleado de la firma con aspecto de tener un cargo de responsabilidad. Me recriminó por haber sacado una fotografía en su establecimiento. Por el modo de abordarme estoy segura que pensó que era una espía comercial. Pero mi acento y mi candidez lo habrán desarmado.
¿Cómo es posible que me vieran? ¿Tienen espías detrás de las cajas de cereales?
Gran parte de los ciclistas que veo por la calle están en buena forma física. Gente de aspecto agradable que podrían salir en un anuncio de un Banco o de una Compañía eléctrica. La hay de todas las edades y de muy variada condición.
Pero en el supermercado la cosa cambia. Allí llegan en coche familias enteras con terrible sobrepeso. Se ve gente muy obesa cargando sus carros con porquerías alimenticias. Montones de jovencitas con cantidad de grasa acumulada en su cintura.
Estaba allí haciendo la compra y de paso quería sacar alguna fotografía para ilustrar el fenómeno. Ya me imaginé que muy legal no sería. Llevaba la cámara escondida en el bolsillo de la cazadora y sólo la saqué en el momento oportuno. No imaginé que el flash refulgiría tanto. Me fui hacia otro pasillo. Estaba eligiendo unos frutos secos cuando me sobresaltó la presencia a mi lado de un empleado de la firma con aspecto de tener un cargo de responsabilidad. Me recriminó por haber sacado una fotografía en su establecimiento. Por el modo de abordarme estoy segura que pensó que era una espía comercial. Pero mi acento y mi candidez lo habrán desarmado.
¿Cómo es posible que me vieran? ¿Tienen espías detrás de las cajas de cereales?
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