Hoy domingo la Freddie and Friends New Orleans Jazz Band tocaba de tres a cinco de la tarde en Jesus Green Park, un parque al lado del río. A la salida del trabajo he ido para allá. Había bastante gente de todas las edades sentada o tumbada sobre la hierba. Algunos se habían traído sus sillas plegables. Algunos estaban haciendo pic-nic. Se veían sombrillas, sombreros, bicicletas, perros y pelotas hinchables. Parecía una playa de arena verde. Me recordó alguno de los cuadros de Seurat.
"Mela" en sánscrito significa "reunión, agrupación, amontonamiento". Así se nombra en el subcontinente asiático a los acontecimientos públicos, sean de carácter religioso, comercial, cultural o deportivo, que juntan a mucha gente en un lugar. En el año 2001 tuvo lugar en el norte de la India la Maha Kumbh Mela la más grande concentración de gente que se ha dado en toda la historia de la humanidad. Treinta millones de personas en un mes acudieron a la cita y se bañaron en las aguas del río Ganges en su confluencia con el Yamuna.
Por descontado que la Mela que tuvo lugar en Cambridge el segundo fin de semana de Julio no era de esas dimensiones, pero supuso toda una experiencia para una novata como yo.
Salí de la casa de mi hijo en Mill Road con la intención de comer algo y vagar por ahí. Al llegar a Parker's Peace me topé con las carpas que estaban montando el día anterior. Ahora ellas lucían enormes y blancas, favorecidas por el sol y el bullicio que reinaba a su alrededor. Junto a la primera tienda que me encontré unos hombres de rasgos indúes estaban sirviendo y vendiendo comida típica de su país. Todo tenía un aspecto muy bueno, así que me puse en la cola. Me sirvieron en un plato grande de cartón lo que elegí. Tres bolas de verdura que se asemejaban a una tempura, un triángulo de masa hojaldrada frita rellena de carne de cordero y un poco de ensalada para acompañar. Me metí con el plato en la mano en la carpa para ver que pasaba. Un grupo musical de chicos y chicas estaba en plena actuación, en la primera línea junto al escenario un público joven enfervorizado los estaba jaleando; llevaban todos juntos una marcha impresionante, el resto de la carpa estaba llena de gente que como yo gozaban del espectáculo, la gran mayoría de ascendencia india, o de Pakistán o Bangladesh, supongo. El ritmo lo inundaba todo, al tiempo que saboreaba ese manjar; de repente estaba metida en otro mundo, fresco y vibrante por cierto, y entre bocado y bocado casi se me suelta una lágrima de la emoción.
En otra carpa más pequeña, una presentadora joven, guapa y vestida con un sahari azul turquesa, daba paso a la siguiente actuación, la de una cantante también atractiva enfundada en un sahari naranja. Los espectadores estaban sentados en el suelo alrededor del entarimado central, los hombres a un lado y las mujeres y niños al otro. Era una carpa más tradicional y familiar que la anterior, pero también llena de sensualidad.
Luego me fui a una explanada grande donde estaba montado al aire libre el escenario principal. Allí se estaba desarrollando el festival de World Music o Música del mundo. Vi la actuación de Black Umfulosi, una banda de Zimbaue compuesta por seis hombres negros con una gracia y un don para la actuación colosal, y la de Raghav, un cantante y compositor indo-canadiense de música Bhangra , acompañado por un chico negro, alto y espigado, que le daba la réplica, tipo hip-hop, en sus canciones; lo que surgía de entre ambos y con el público era espectacular.
Terminé bailando salsa en la Carpa de Baile. Nunca había visto tanta diversidad de tipos humanos bailando en un mismo lugar. Parejas absolutamente dispares, entre sí y con respecto a las demás; diferentes en edades, en grosores, en alturas, en colores, en atavíos.
Esto no sucede cada día en Cambridge, me dijo una chica portuguesa que como yo se sentó acalorada a descansar mientras su mirada continuaba en la pista. Esto es algo muy especial.
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